Desde el libro "De aldeas a ciudades, de J.Armendariz)
Poblado desde la Edad del Hierro Tardío/Romano, tuvo un gran asentamiento en el periodo Romano Republicano (s. I-II a.C.). Situado en el término municipal de Sangüesa a una altitud s.n.m. de 430 m., tuvo una gran extensión de casi 65.000 m2, siendo los poblados mas cercanos El Castellón a 2 km. Y Puy D’Ull a 4,3.
Situado
al lado sur del barranco de La Estaca y a una distancia al este de 850 m. del
río Aragón. Mas cerca está la fuente de Los Cascajos, documentada desde 1621,
pues mana en la propia ladera oriental de la terraza donde se encuentra, muy
cerca de una gran construcción de época republicana que hemos descubierto
solada con pavimento de opus signinum,
que quizás pudiera tener una finalidad hidráulica.
Historia del yacimiento y
bibliografía
Este
“campamento” romano fue descubierto por Juan Cruz Labeaga, quien lo dio a
conocer en la Carta Arqueológica que en los años 80 elaboró del término
municipal de Sangüesa (Labeaga 1987b: 21-27). En este trabajo realiza, a
nuestro juicio, un buen reconocimiento arqueológico de su estructuración
castrense junto a una acentuada contextualización histórica, si bien creemos
que se equivoca al asociar este supuesto campamento y los materiales en él
encontrados, adscribibles inequívocamente a los siglos II y I a.C., con el
hallazgo –extramuros, al otro lado del foso, ya en jurisdicción del municipio
de Aibar- de un lote de cerámicas altoimperiales romanas, pues pensamos que
esta últimas correspondan a una pequeña villa imperial con ruptura de
continuidad con el yacimiento republicano que nos ocupa.
En 1989
Mikel Ramos realizó una primera y única campaña de excavación arqueológica en
este sitio consistente en un sondeo en el interior del campamento y la limpieza
del ángulo suroccidental de su vallum, poniendo al descubierto un pequeño tramo
de su muralla junto al foso, así como una torre angular rellena de grava (Ramos,
1991-1992). Por nuestra parte, hemos reconocido el yacimiento mediante
prospección aérea y terrestre intensiva topografiando sus principales elementos
arquitectónicos y espaciales para procurar su interpretación histórica.
Sistema defensivo
El área
campamental o de hábitat se acomoda a un amplio espolón de una terraza
pleistocénica que se levanta 35 m. sobre la llanura aluvial del Aragón, frente
al vado natural que ofrece este río en el término de Vadoluengo. Tiene una
planta cuadrangular que aprovecha 3 de sus flancos con los escarpes del
contorno de la terraza, mientras que el cuarto, al poniente, se configura
mediante la excavación de un foso en las gravas. Dicho foso, que corta el
terreno desde un escarpe al otro, tiene una anchura de unos 10 m. y presenta en
la actualidad entre 2 y 3 de profundidad; sin duda está colmatado de sedimentos
modernos y en la actualidad el terreno lo ocupa una viña.
Gran
parte del vallum está petrificado, mostrando muros de una anchura variable
entre 1, 2 y 3 m., en su ángulo suroccidental es visible todavía el trazado de
los muros correspondientes a una torre angular. Todas estas edificaciones están
levantadas con bloques de piedra arenisca que en algunos casos en la base
superan el metro de lado, material de construcción que necesariamente habría
sido traído de fuera dado que aquí la geología tan asolo entrega “cascajos”
(cantos rodados).
En
contra de lo expresado por Ramos, creemos que una de las entradas que presenta
el área campamental o de hábitat hay que situarla en el ángulo noroeste del recinto – en clavícula- donde termina una
clarísima rampa de acceso que recorre bajo la muralla del flanco septentrional.
Cultura material
Cerámicas
celtibéricas, un denario de la ceca Turiasu y ases de las cecas Sekobiricez, Untikesken,
Ilturo, Arkailikos y Kaiskata. Corren noticias de que aquí se han encontrado
muchas mas piezas monetales con letreros ibéricos, así como un tesorillo
descubierto en 1949 cuando se estaba cavando una viña (precisamente la viña que
ocupa el foso, que marca el límite jurisdiccional entre Sangüesa y Aibar).
También destaca un pavimento de opus
signium (inédito) asociado a cerámicas celtibéricas y una moneda ibérica
que se localiza –extramuros- en la parte superior de la ladera oriental del
cerro, junto a la histórica fuente epónima.
A
nuestro juicio, las cerámicas romanas de cronología altoimperial que publica
Labeaga, halladas en un área extracampamental ya en término de Aibar,
corresponderían a un pequeño establecimiento rural afincado mucho después de la
amortización del campamento, por lo que no tiene nada que ver con él. Esta
diacronía entre la datación del campamento (mediados siglo I-IV d.C.) no haría
creíble ni convincente su teoría de localizar en este lugar el mercado del
campamento con la cantina y la taberna (Labeaga 1987b: 21).
Como
dato curioso debemos advertir que por todo el interior del recinto fortificado
se localizaron escorias de fundición que, tras un exhaustivo análisis y gracias
a que las hemos encontrado incrustadas en un cilindro de acero de época
contemporánea las consideramos como un sistema de abonado agrícola.
Valoración general
El
campamento sangüesino de los Cascajos no sólo es un descubrimiento realmente
excepcional en el panorama de la arqueología militar romana en Navarra sino
que, de ser cierta esta interpretación, el hecho de su existencia permitiría
localizar de forma permanente tropas del ejército romano durante los primeros
siglos de la conquista romana en la línea del río Aragón, teórica frontera
entre los grupos de vascones y suessetanos al comenzar la Romanización. Al
menos eso parece demostrarse de la existencia de un recinto campamental petrificado,
cuya permanencia en el sitio no estaría fundada por la existencia de un
conflicto episódico sino, mas bien, dentro en una estrategia general en el
proceso conquistador del norte de Iberia, así como para asegurar la
construcción y posterior control de su red viaria, fines que habrían dejado de
interesar a la Metrópoli a partir de la paz de Augusto.
En
cualquier caso, un análisis pormenorizado de este yacimiento entrega una
discordia entre las destacadas defensas artificiales que exhibe y la
organización interna de las 6,4 has. De superficie que ocupa, que no ofrece
atisbos de estructuración. Todo parece indicar que sus edificaciones habrían
sido levantadas con madera, pues no encontramos razones geomorfológicas ni
humanas que hayan provocado su desaparición, caso de que se hubieran hecho con
piedra u otros materiales de construcción en duro. Efectivamente , la roturación
agrícola del campamento es relativamente moderna (se remonta a principios del
siglo XX) y difícilmente podría explicar la total alteración del subsuelo
arqueológico, teniendo en cuanta que nos encontramos ante un terreno tabular que apenas desarrolla erosión
en su plataforma superior.
Curiosamente
la única construcción doméstica de cierta entidad que hemos descubierto
nosotros se localiza bajo el reborde oriental de su recinto, a media ladera.
Consiste en la cimentación de un gran edificio construido en piedra cerca de la
secular fuente de Los Cascajos. Fue traumáticamente seccionado en el contexto
de una obras de mejora del moderno camino de acceso al yacimiento con motivo de
una extracción de áridos, corte que nos permite describirlo se trata de un gran
edificio de planta cuadrangular de unos 8 m. de anchura construido contra el
terreno y delimitado por robustos muros de piedra de sillarejo que tienen un
metro de espesor. Se muestra con una única habitación solada con un cuidadoso
pavimento de opus signum (por tanto,
hidrófugo) hecho de cal, arena y fragmentos de cerámicas celtibéricas. Por las
características constructivas de este edificio y su proximidad con el manantial
de la fuente de Los Cascajos planteamos la posibilidad de que se trate de una
obra hidráulica (¿aljibe?).
Por
todo lo anterior, consideramos que la interpretación campamental de este
yacimiento no se puede dar por inequívocamente buena y cerrada, pues otra cosa
que llama sobremanera la atención en relación con este yacimiento es la
ausencia absoluta de evidencias directas de la estancia del ejército romano en
este solar ni en sus inmediaciones o, si las hay, no las conocemos. En este
sentido, dadas las dimensiones de este recinto fortificado la única hipótesis o
explicación alternativa para este yacimiento que podría ser históricamente
viable es que en realidad setrate del planteamiento urbano de una gran “ciudad
en llano” durante el Hierro Final o Tardío en esta comarca navarra que, unavez
planificada y construido su cerco defensivo, por las razones que fueran no
llego a cuajar o materializarse como nuevo centro urbano, político y
administrativo de las comunidades indígenas del Hierro que vivieron en este
tramo del río Aragón. No hay argumentos de peso en contra de esta hipótesis,
pues tanto su estructura arquitéctonica de ciudad fortificada como los restos
muebles en ella encontrados (cerámicas celtibéricas, molinos, moneda ibérica,
etc.) son habituales enlos asentamientos urbanos de este época. Lo que si
parece ser cierto es que, de ser buena esta interpretación como ciudad indígena
del yacimiento, el planteamiento defensivo inicial de Los Cascajos no tuvo un
posterior desarrollo urbanístico en su interior, como tampoco una dilatada
ocupación en el tiempo.
En
definitiva, debería ser tarea prioritariade la investigación arqueológica
navarra aclarar en un futuro inmediato la verdadera función de este destacado yacimiento
sangüesino, determinando si realmente es un asentamiento militar petrificado y,
por tanto, de tipo permanente (que para esa época no son habituales en el valle
del Ebro, dada su temprana adscripción a la órbita de Roma) o, si por el
contrario, nos encontramos ante un frustrado proyecto de nueva ciudad indígena
en los albores de la Romanización que no llego a cuajar.
Estado de conservación
A la
destrucción parcial de la construcción doméstica o hidráulica de época
republicana descubierta junto a la fuente epónima del yacimiento en la ladera
oriental del cerro, que fue violentamente seccionada por el camino de acceso al
yacimiento, habría que sumar la apertura, en 1982, de una cantera para la
extracción de áridos en la esquina sureste del “agger”, en cuyo corte se
aprecia claramente que el yacimiento apenas tiene potencia estratigráfica, como
tampoco estructuras permanentes de ningún tipo. Por lo demás, la estructuración
castrense del yacimiento se mantiene impecable y debe ser objeto de los máximos
niveles de protección patrimonial, tanto desde el punto de vista físico como
legal.