La Corona es un asentamiento de la Edad del Hierro Antiguo-Final, ocupado hasta la Edad Medieval, en el que exístia una iglesia románica, situado en el término municipal de Zare-Sada a una altitud de 620 metros. Tenía una superficie de 6.400 m2, y los poblados mas cercanos eran Salbatore a unos 4 km. y El Cerco de Oibar a 4,8.
El barranco de Zubieroria desciende a 260 m. de su flanco occidental. Existen otros manantiales en la zona.
El barranco de Zubieroria desciende a 260 m. de su flanco occidental. Existen otros manantiales en la zona.
Sistema defensivo
El castro se adapta perfectamente a la configuración topográfica de esa elevación y, en concreto, a una veta de arenisca rojiza natural plegada en vertical durante el Terciario. Habría presentado cerco de muralla por todo su perímetro, que en algunos puntos aparece oculta por taludes de tierra mientras que en otros se ve complementada por muretes de sillarejo resultado de la explotación agrícola de este lugar durante la primera mitad del siglo XX. Donde se conserva la muralla ofrece un paramento de piedra de sillarejo local de mediano tamaño unida a seco.
Todo el monte está rodeado de bancales artificiales que rodean al castro. Son pequeños aterrazamientos de unos 5 metros de anchura por término medio, algunos con pendiente interior por lo que estimamos son en origen fosos defensivos colmatados de tierra. La actividad agrícola, extractiva de piedras y erosiva que se ha desarrollado en el costado occidental del cerro las ha desfigurado casi por completo. El primer nivel de estos bancales que envuelve la fortificación presenta un nítido ensanchamiento junto a su flanco oeste, a modo de pequeño recinto anexo, que habría estado delimitado probablemente por defensas de tierra(terraplén) y madera (empalizada), pues no se observan indicios de petrificación en su configuración, como tampoco en ningún otro de los reconocidos.
Por último, la entrada al castro parece localizarse visiblemente en su ángulo sureste, no quedando claro el itinerario de llegada porque la afloración natural de un farallón rocoso en ese sector nos distorsiona la continuidad de los bancales. En todo caso, muy posiblemente en su estrategia de acercamiento a la puerta habría incluido un recorrido helicoidal entre la muralla y el primero de los bancales.
Cultura material
La prospección pedestre del yacimiento no aporta grandes materiales, pues la vegetación existente impide ver el suelo. De todas formas, se han visto varios molinos de mano y fragmentos cerámicos manufacturados y de pastas celtibéricas, sin que su análisis permita mayores aproximaciones cronológicas que las arriba establecidas, especialmente en el Hierro Final.
Valoración
Está claro que la sobresaliente muralla que antaño rodeó el perímetro de este castro dejando en su interior una gran depresión en el terreno, empujo a los naturales a denominar esta elevación montañosa con el expresivo término La Corona, que se repite en otros asentamientos castreños. Aparte de su muralla, todo un despliegue de líneas de defensa concéntricas a la acrópolis confiere a este cerro en la actualidad un perfil escalonado, que es muy característico del paisaje castreño navarro. La naturaleza arqueológica de esta organización espacial, que ya de por sí sería suficiente para su adscripción cultural, se confirma con el hallazgo de restos muebles de la Edad del Hierro.
Nos faltan datos arqueológicos para reconstruir la totalidad de su secuencia, pero la existencia de un edificio religioso con ábside del románico rural, que se correspondería con la ermita de San Salvador documentada en el siglo XVI, da que pensar que en esos siglos plenomedievales sin duda hubo aquí un núcleo de poblaciónignoto, sin que podamos afirmar si entreel castro protohistórico y el siglo XI-XII en que se puede fechar esta ruina hay o no ruptura de continuidad.
Por último señalar que la situación y emplazamiento montañoso del entorno de este castro, escaso en recursos edafológicos susceptibles de altos aprovechamientos agrícolas, está mas en función de una economía pecuaria y, sobre todo, en la articulación de una nítida línea de comunicación intercomarcalentre los valles de los ríos Aragón y Cidacos a través de las estribaciones montañosas meridionales de las sierras de Alaiz e Izko, que está jalonada de castros: La Corona (Zare), Salbatore (Ezprogi), El Castillo de Sabaiza, Murugain de Uzkita, El Castillo de Leoz, Gazteluzar, Las Losas, Gazteluzar/Irurbe, y Murugain.
Nos faltan datos arqueológicos para reconstruir la totalidad de su secuencia, pero la existencia de un edificio religioso con ábside del románico rural, que se correspondería con la ermita de San Salvador documentada en el siglo XVI, da que pensar que en esos siglos plenomedievales sin duda hubo aquí un núcleo de poblaciónignoto, sin que podamos afirmar si entreel castro protohistórico y el siglo XI-XII en que se puede fechar esta ruina hay o no ruptura de continuidad.
Por último señalar que la situación y emplazamiento montañoso del entorno de este castro, escaso en recursos edafológicos susceptibles de altos aprovechamientos agrícolas, está mas en función de una economía pecuaria y, sobre todo, en la articulación de una nítida línea de comunicación intercomarcalentre los valles de los ríos Aragón y Cidacos a través de las estribaciones montañosas meridionales de las sierras de Alaiz e Izko, que está jalonada de castros: La Corona (Zare), Salbatore (Ezprogi), El Castillo de Sabaiza, Murugain de Uzkita, El Castillo de Leoz, Gazteluzar, Las Losas, Gazteluzar/Irurbe, y Murugain.
Estado de conservación
Abandonado el cultivo ya parael año 1956 a tenor del análisis realizado en el "vuelo americano", el castro ha sido recientemente repoblado de pinos y encinas plantadas sobre surcos practicados manualmente en el suelo, que no han ocasionado mayores alteraciones estructurales, pues se adaptan a la concepción espacial castreña, que se mantiene con buena salud.