VASCONIA es una
voz de origen vascongado compuesta de la palabra vaso, que significa monte, y
el caso del nombre compuesto a usanza del idioma. Por manera que vasoco y por
contracción vasco vale tanto como si dixera del monte o montañés. De ahí los
latinos formaron, según la índole de su lengua, el substantivo Vasconia. Sin
embargo el nombre de vascones no se halla usado en los escritores que precedieron
a Augusto y fueron comprehendidos baxo la denominación de iberos, cántabros y vacceos.
Los límites de esta región tuvieron muchas alteraciones en
diferentes tiempos, y en las explicaciones de los que pueden pasar casi por contemporáneos
se halla no pequeña oposición. Estrabon da alguna noticia de la situación de
los vascos por estas palabras lib. 3. “Desde Tarraco por los montes dichos
basta los últimos vascones que habitan el Océano cerca de Pompelon e Idanusa, ciudades
situadas en el mismo mar, hay un camino de 2400 estadios que acaba en los límites
de Aquitania y España." Y poco después: “Sobre la Jacetana hacia el
septentrion habitan los vascones, en los quales está la ciudad de Pompelon
", como si dixera de Pompeyo. No mucho antes por incidencia había escrito
que Cala gurrí era ciudad de los vascones. Estos textos son insuficientes para
fixar con exactitud los límites de la Vasconia, y solo por mayor nos dan una
idea confusa de su situación septentrional por el Océano y montes Pirineos
basta Calahorra cerca del Ebro. Por otra parte nuestro geógrafo tenía noticias
poco exactas del terreno, pues coloca a Pompelon en la costa misma del mar,
como a Idanusa, Oeasona u Oeaso en el promontorio o monte Jaizquivel, a no ser
que por este testimonio se quiera establecer otra Pamplona marítima a distinción
de la mediterránea que conocemos. Seria esto proceder con mucha ligereza porque
el mismo Estrabon en el lib. 3. pag. 166. edit. París 1620 manifiesta lo poco
que se sabía de nuestra geografía en su tiempo atribuyendo la causa a la loquacidad
de los griegos y al poco esmero que pusieron los romanos en corregir su
inexactitud, contentos con seguirlos ciegamente. De aquí debe inferirse que el
situarse un pueblo por diversos escritores en sitios muy distantes no es
siempre suficiente motivo para multiplicar las ciudades. Tolomeo describió con
mas claridad y extensión la Vasconia, pero ignoramos si las noticias de que se
valió fueron mas exactas, Pomponeo Mela, español, en su geografía desconoce los
vascones y nombra los cántabros y várdulos. Hablando en el lib. 3. cap. I. de
la costa cantábrica por donde se estrecha la tierra hacia el confín de Francia
por la parte de occidente, dice: “Ocupan este distrito los cántabros y várdulos.
De los cántabros son algunos pueblos y ríos, pero de tal nomenclatura que no puede
expresarse en nuestra pronunciación. Por ellos y los salenos corre el río Saurio,
por los autrigones y algunos de los origeviones el Nerva. El Deva pasa por Tricio
Tubolico y mas adelante el Magrada por Iturisa y Oeaso. Los várdulos, una nación
que en estas partes ocupa el promontorio del Pirineo terminan las Españas"
Parece que Mela tuvo por mas célebres a los várdulos que a los vascos, sin que
pueda entenderse la razón de este concepto, poco fundado en las antiguas
memorias y contrario a la idea que por estos tiempos tuvo de ambas naciones
Claudio Tolomeo en Alexandria.
Plinio, lib. 3. cap. 20., hace ocupar a los vascones parte
de la costa del Océano en la vecindad de los várdulos y cántabros: de manera
que es indubitable que la Vasconia terminaba por alguna parte en el Océano,
conviniendo en esto Estrabon, Plinio y Tolomeo, y que de consiguiente se extendía
por alguna de las provincias vascongadas fuera de los límites de la actual
Navarra, que por ningún lado llega al mar. Ni sirve decir que esto solo se
puede verificar, confundiendo los várdulos con los vascones, porque Tolomeo y
Plinio, que hablan con distinción de estos pueblos, alargan hasta el Océano los
confines de la Vasconia propia. En este supuesto y en el de que Tolomeo es el
que había con mas extensión de la Vasconia antigua, señalaremos por este autor
sus límites. El geógrafo alexandrino cuenta por pueblos mediterráneos de la nación
vasca a Iturisa, Pompelon, Bituris, Andelus, Nemanturisa, Curnomum, Jacca, Gracurris, Calagorina, Cascantum,
Ergavia, Tarraga, Muscaria, Setia y Alavona. En su marina coloca la boca del
río Menlasco, la ciudad de Oeaso y el promontorio o cabo del mismo nombre 10 minutos
mas occidental y 25 minutos con 20 segundos mas boreal que el pueblo. Si la correspondencia
de estos nombres pudiera establecerse con entera seguridad, no sería difícil
determinar con exactitud los confines de la Vasconia tolomàica; mas como muchas
de las correspondencias sean o muy dudosas o del todo arbitrarias, para
proceder con mayor seguridad debemos íixarnos en algunos puntos que están fuera
de disputa. Tales son que Ja Vasconia llegaba al Océano por el rio Menlasco y
cabo de Oeaso : que Pompelon es la ciudad de Pamplona: que Jacca es la actual Jaca,
Alavona AJagon, Cascantum Cascante, Gracurris Àgreda y Calagorina o Calagurris
la ciudad de Calahorra. Por estos datos se establece que la Vasconia salía de
los confines de la actual Navarra por e. basta las montañas de Jaca, por s.
hasta pasar el Ebro e incluir en sus términos a Alagon, Àgreda y Cascante, y
por o. hasta llegar al Océano por las bocas del rio Menlasco y cabo Oeaso. Mas
de aquí no se deduce que se puedan tirar líneas rectas de Jaca a Alagon, de
Alagon a Àgreda y de Àgreda a Calahorra sin salirse o dexar fuera algo de los
términos de la Vasconia. Sin embargo podemos asentar que el límite oriental de
la Vasconia y parte del austral lo era el rio Gallicus o Gallego desde su
nacimiento encima de Sallent del valle de Tena hasta donde abandonando los
montes sale por la peña a tierra mas llana. De allí, torciendo algo hacia s. o.,
iba en busca del Ebro, cerca de donde recibe al Salo o Xalon, y pasando a la
ribera opuesta y comprehendiendo la villa de Alavona o Alagon sin tocar a
Tarazona llegaba a Gracurris o Àgreda, desde donde tiraba por Calahorra en
busca del Océano septentrional, casi por los mismos límites que ahora dividen a
Álava de Navarra, é internándose algo mas por Guipuzcoa. El confín por el n.
era el mar y el Pirineo hasta las fuentes del Gallego. Obligan a estrechar el
límite occidental de la Vasconia por Álava la ciudad de los várdulos Alba, hoy
Albeniz, que está muy vecina a Navarra y la cercanía de otros pueblos de la
misma federación. Según Tolomeo la Vasconia confinaba por o. con los
autrigones, caristios y várdulos, por s. con los celtíberos, por e. con los
ilergetes y por n. con Francia. Además de los pueblos mencionados por Tolomeo
deben contarse dentro de sus términos o a muy corta distancia de ellos Aracelis,
Aquae Atilinae, Barbariana, Caravi, Care, Corbion, Larnenses, Lumberi,
Lursenses, Sercontia, Suesetani, Sumonus, Pyrinaeus y Tutia, de los quales se
hace mención en Plinio, itinerario de Antonino y otros autores.
Pertenecía la
Vasconia a la chancillería o convento jurídico de Zaragoza, según Plinio, y
estuvo comprehendida en la España citerior y tarraconense. Se conocen entre sus
pueblos tres que tuvieron casa de moneda en tiempo de los romanos y fueron
Calagurris, Gracurris y Cascantum, de los quales solo el último pertenece a lo
que hoy se dice Navarra de esta parte del Ebro. Ninguna de las ciudades vascas
tuvo el honor de colonia, aunque por haber leído mal un texto de Plinio atribuyeron
algunos este dictado a Calahorra, que solo fue municipio.
Tales fueron con corta diferencia los términos de la
Vasconia durante el imperio romano. Destruido éste y ocupada gran parte de
España por los bárbaros del septentrion, en el año de 449 Reciario saqueó las
Vasconias por el mes de febrero; pero no podemos, faltando las memorias
necesarias, determinar en qué modo se había dividido en dos partes la Vasconia
antigua, o si fue una impropiedad de estilo en Idacio el explicar sede este
modo, puesto que S. Gregorio de Tours y el Viclarense la llaman posteriormente
Vasconia en singular. Por este último autor y por un pasage de S. Isidóro
conocemos como pueblos de la federación vasca los aragonés y rucones; dos voces
que según cierto erudito expresan una nación y aplica a los habitantes del
valle de Roncal con mas verosimilitud que certeza. Lo que no admite duda es que
los rucones eran pueblos vascos, comparando las expediciones de. los años de
610 y 612 de los reyes Gundemaro y Sisebuto, de que habla S. Isidóro, ya con el
nombre de vascos, ya con el de rucones. Antes de este tiempo por los años de
587 parece que los vascos comunicaron su nombre a parte de la Vardulia propia, según
el Viclarense, que dice: el rey Leovigildo ocupa parte de Ja Vasconia, y fundo la
ciudad que se llama Victoriaco. Es verdad que no dice que la nueva población se
hiciera en la Vasconia; pero este es el sentido natural justificado por la
conducta de todos los conquistadores que fortifican plazas en el país vencido
para asegurar la tierra, y que no ignoraron los godos, los quales 40 años después
en tiempo de Suintila funda ron a Ologito para estorbar las rebeliones de los
vascos. Fuera de esta obvia reflexión hay otra que obliga a entender así el
texto del Viclarense. Los vascos se resistieron mas que otros pueblos de España
a la dominación de los bárbaros, y jamás la sufrieron pacíficamente, como
consta de S. Isidoro, S. Gregorio de Tours, Fregadario, el autor de la vida de
S. Amando, S. Julián, Tajon y otros. Parece que ayudaron a los vascos las
tropas romanas de origen, según se colige de varios textos de S. Isidoro con
harta claridad. Por otra parte los vascos solos reducidos a los límites que les
señala Tolomeo, apenas podían defenderse en lo mas montuoso del país contra el
poder de los godos y para hacerles frente era forzoso que de grado o por fuerza
atraxeran las naciones vecinas a su federación y liga. Es cierto por S. Isidoro
que después de muchas derrotas tuvieron animo los vascos para derramarse por la
provincia tarraconense, años antes, según S. Gregorio de Tours, habían los
vascos extendido sus armas y nombre por la Novempopulania en las Galias; y así
parece indubitable que hicieron lo mismo por la parte de occidente, ocupando la
Varduia, los caristios, autrigones y origeviones. Por lo menos es cierto, según
Fregadario, hablando de Sisebodo o Sisebuto, que este rey quitó a los francos
la provincia de Cantabria y muchas ciudades que ocupaban aún los romanos en
toda la costa hasta los montes Pirineos. Llama Fregadario cántabros los que S. Isidoro
conoce por los nombres de vascos y rucones, de donde se infieren dos cosas, una
que los vascos habían extendido por aquella partes sus armas y nombres, otra
que el país de los aragonés y rucones debía mas bien hallar se en Guipúzcoa y
Vizcaya que en el valle de Roncal, tan distante del teatro de la guerra de
Sisebuto. Finalmente consta por un pasage de S. Julián en la historia de Wamba,
y por otro del cronicón Moisiacense, hablando del mismo rey, que la Vasconia
confinaba con la Cantabria. S. Julián dice que estando el rey en las partes de Cantabria
acometió a la feroz nación de los vascos, y por siete días el exercito del rey
extendido por los dilatados campos causo tanto daño al enemigo, que le obligo a
dar rehenes y pedir la paz. La crónica Moisiacense dice: “Wamba reynò 9 años;
en el primero de su imperio, habiéndosele revelado el duque Pablo con una parte
de España, primeramente domo a los feroces vascos en los confines de Cantabria."
De estos textos se infiere que la Vasconia entonces llegaba a confinar con la Cantabria
propia, lo que no sucedía en tiempo de Tolomeo, y que no solo confinaba por la
costa del Océano, sino por tierra de Campos, no siendo la estrechez y aspereza
de la costa de Vizcaya y Guipuzcoa para verificar la pintura del terreno que hace
S. Julián por estas palabras: Mox cum omni exercitu Vasconiae partes ingreditur,
ubi per septem dies quaqua versum per patentes campos depraedatio, et
hostilitas castrorum domorumque incensi tam valide acta est, ut Vascones ipsi animorum
feritate deposita, datis obsidibus, vitam sibi dari pacemque largiri , non tam
precibus quam muneribus expectarent. El nombre de Vacceia, que según el autor
de la vida de S. Amando, se dio antiguamente a la Vasconia, es un nuevo indicio
de que los vascos se habían extendido por los vacceos conocidos de los romanos
y situados entre el Ebro y Duero debaxo de los murbogios. Bien sé que esta observación
tiene contra sí la opinión que coloca en las crestas del Pirineo otros vacceos,
así dichos de un pueblo que S. Isidoro llama Vacca. Pero sobre estar el texto
muy confuso y citado fuera de propósito un verso de Virgilio en confirmación
del nombre, es desconocida en el Pirineo y vecindades de Francia semejante nación
y ciudad por los antiguos geógrafos, mientras Estrabon, Tolomeo y otros
mencionan vacceos entre la Cantabria y Vasconia. Y si S. Isidoro no fue mas
feliz en los motivos que tuvo para admitir la ciudad de Vacca en el Pirineo que
para derivar de allí el nombre de vascones y después vascones, no podemos pasar
por su dicho que se halla sin apoyo en la antigüedad. Es mas natural suponer
que habiendo ocupado los vascos por algún tiempo la Vacceia vecina a los
murbogios, y usado indiferentemente el nombre de vacceos como el de cántabros, aragones
y rucones, naciera de allí en siglos poco ilustrados la opinión de que
antiguamente se dixeron vacceos los vascos que por estos tiempos eran muy
conocidos en España y Francia. De lo dicbo hasta aquí se concluye, con la
certeza que admite la materia, que el nombre de Vasconia aun antes de la irrupción
de los bárbaros del septentrion se confundió mas de una vez en los escritores
con los nombres de várdulos y cántabros. Que después de Augusto sus límites fueron
mas reducidos. Que entrados los suevos, alanos y godos, habiendo resistido tenazmente los vascos a los nuevos señores
hasta la declinación de su imperio, extendieron sus confines hasta las fronteras
de la Cantabria propia, no solo por la costa del Océano, sino por los países mediterráneos,
como resulta con mucha claridad de los textos citados de escritores coetáneos.
La invasión de los árabes encontró la Vasconia con corta
diferencia en el mismo estado en quanto al nombre y extensión de éste, sí bien
estaba ya allanada y sujeta a los godos. Por lo menos no consta que después de
la victoria de Wamba volviera a rebelarse aquella nación. Entrados los árabes,
y arruinado el imperio gótico, no tenemos noticias individuales de la Vasconia
por nuestros escritores en el siglo VIII y IX. A fines de éste se dice haber
escrito el obispo de Salamanca Sebastián la crónica atribuida a Alonso III de
Asturias. No consta de cierto el autor de la obra, por otra parte desconocida
de nuestra antigüedad é ignoramos si salió así de las manos del escritor, o ha
sufrido las alteraciones casi inevitables en los muchos siglos que fue ignorada
del público. Sea quien quiera el autor, lo cierto es que no tenía el aparato conveniente
para escribir con acierto. Ignoró estando en las fronteras de Portugal que
Isidoro Pacense hubiera escrito después del santo arzobispo de Sevilla del
mismo nombre; ni tuvo noticia del monge de Albelda, que poco antes que él se dedicó
a escribir su historia o crónica. Las fuentes, pues, que debió consultar Sebastián
para Llenar su escrito fueron las tradiciones de los antiguos por los tiempos
pasados. De los presentes pudo hablar como testigo idóneo con mas fundamento.
Por desgracia, ni en uno ni en otro caso parece se cuidó mucho de la exactitud,
sino en una cosa capaz de hacer sospechosa su intención. En las cosas muy
remotas fiadas a la infiel memoria de los hombres no es extraño padeciera
error, como en los vicios y excesos de que contra la relación del Pacense carga
a Witiza y D. Rodrigo. De su tiempo es mas extraño qué refiera el descubierto
sepulcro del último rey godo. Si el hallazgo es cierto, su memoria hace poco
honor al autor, que no debía creerse de la impostura, constando por las historias
árabes que D. Rodrigo no solo murió en la batalla de Guadalete, sino que su
cabeza fue enviada por el vencedor a África. El Albeldense coetáneo que refiere
la conquista de Viseo y Sampiro algo posterior que escribió los hechos de
Alonso III, nada dicen de semejante hallazgo en aquella ciudad. Parece que Sebastián
gustaba de lo maravilloso, como se ve en los sucesos de Pelayo, pero cuidaba
poco de la exactitud. La que observa en la cronología solo es buena para
desacreditarlo, porque siendo imposible conservar en la simple memoria tantas
fechas mortuorias sin alteración, el autor sin dudar en nada nos da la cronología
de dos siglos, como si la copiará de un escrito de la mayor fe. Todo esto
pudiera pasar y pasaría al cabo a falta de testimonios, si no tuviéramos la crónica
del Albeldense escrita poco antes, que desmiente del modo menos equívoco la
cuenta de Sebastián. Este hace empezar a Pelayo su reyno el año 718, y pone su
muerte en el 737. El Albeldense afirma que Pelayo do se rebeló contra los árabes
basta el gobierno de Jucef, el qual, según su cronología, no empezó antes del
744, en cuyo tiempo, según Sebastián, ya contaba el quinto año de su reynado D.
Alonso I dicho el católico. Ni sirve decir que el Albeldense pone la misma
fecha mortuoria a D. Pelayo y a D. Fruela que Sebastián, porque estas datas no
se compadecen con los principios adoptados por el monge de Albelda, ni expresa
los años mortuorios de los reyes hasta Ramiro I, y así es conocidamente una interpolación
hecha a dicha crónica en tiempos posteriores, o por la de Sebastián, o por la
que sirvió de guía al autor de aquella memoria.
Seria cosa larga detenernos mas en este punto, y lo dicho
basta para dudar de la legitimidad y antigüedad de este escrito, o por lo menos
de que haya llegado incorrupto a nosotros. Este autor por lo que hace a nuestro
intento nos da algunas noticias sobre la Vasconia y países vecinos. Dice que la
Vardulia en su tiempo se llamaba Castilla. Menciona a Álava, Vizcaya, Alaon,
Ordunia, Degio y Berroza, nombres todos pertenecientes a la Vasconia del tiempo
de los godos, extendida ya por los várdulos, caristos, autrigones y cántabros.
Mas de estos nombres no se infiere que ya dexaran estos pueblos absolutamente
de llamarse vascos. Lo contrario se colige no obscuramente del mismo autor;
porque refiriendo que Fruela hizo prisionera en los vascos a Dª Munia, que fue después
madre de Alonso el casto, cuenta que este príncipe tuvo que huir a Álava, y
refugiarse entre los parientes de su madre. De estos dos pasages se deduce que
el país nativo de Munia era Álava, y que Álava era tierra de los vascos. Aun se
colige mas, y es que Álava en tiempo de Mauregato no era de su dominio, porque
ninguna seguridad hubiera tenido el príncipe fugitivo en los estados de su
contrario. Se prueba todavía mas que Álava se decía Vasconia por el tiempo en
que se cree escribió Sebastián, a causa de que el Albeldense dice expresamente que
Alonso III venció dos veces a los vascos, y Sampiro y el arzobispo hablando de
esta misma expedición dicen que fue en Álava. Bien sé que contra estas
reflexiones se opone que Dª Munia sin ser de Álava pudo tener deudos en aquella
provincia, y que las expediciones de que hablan el Albeldense, Sampiro y el
arzobispo son diversas. Mas esto es un libre dicho que en cuanto a lo del país
nativo de Munia no favorece a la fuga del casto, si Álava en tiempo de
Mauregato pertenecía a Asturias y en quanto a lo segundo multiplica sin
bastante causa los hechos guerreros de Alonso III, solo con el empeño de
sostener la dudosa antigüedad y extensión de la dominación asturiana, contra el
expreso y el mas antiguo y único testimonio del Albeldense, que fixa su principio
hacia mitad del siglo VÍII. Ni para confirmar la antigüedad que se pretende
sirve recurrir a los letreros de los predecesores del casto. El de Bermudo I,
que se ve en S. Juan de Corias, es del tiempo de Alonso el sabio; el de Silon
no trae nota alguna cronológica en la iglesia que se dice haber erigido en
honor de S. Juan evangelista en Pravia; el de D. Fruela de Oviedo tampoco señala
el tiempo de su reynado, y es una memoria puesta allí por el casto. El letrero
de la villa de Lara y la moneda atribuida a Alonso I no se prueba pertenezcan a
él. No el primero, porque en 762, según los de la opinión contraria, ya no vivía
este rey. No la segunda, porque careciendo de toda nota que precise a aplicaría
al católico, somos libres en atribuiría a qualquiera otro de los Alonsos. El
único que puede dar alguna sujeción es el letrero en que se menciona a Favila
en la iglesia de santa Cruz junto a Cangas. En él se lee la era 777, año 739,
que se supone el de la muerte de aquel príncipe. Mas contra esta memoria hay muchas
observaciones que hacer. Primera, no se dice en ella que reynara el autor de la
obra, y así pudo ser u otro Favila, o el mismo muchos años antes de subir al
trono. Segunda, si como se lee en Sebastián el rey Favila murió el 739,
teniendo en el mismo año muchos hijos, según el letrero, y siendo hijo de
Pelayo, es de extrañar se prefiriera a estos, sin dar causa alguna, su tío D.
Alonso en la sucesión. Tercera, la época de la creación del mundo que se adopta
en la memoria de 6300 años, es inverosímil en aquel tiempo en que por Isidóro
Pacense, y poco antes por S. Julián de Toledo se ve que en España se contaban
desde la creación al nacimiento de Jesucristo no 5561, sino 5196 con la
diferencia de 4 años.
Esta cuenta del Pacense y S. Julián se halla seguida en
Asturias posteriormente en un privilegio de D. Alonso III dado el año 883, u
era 921, a 5 días antes de los idus de agosto, a favor del abad Posedonio, en
cuya fecha se nota ser aquel año el 6082 de la creación, siguiendo el computo
del Pacense, con la diferencia de los 4 años que él mismo insinúa. Es verdad
que los griegos computaron desde la creación al nacimiento del Salvador 5508
años, y que en esto hubo suma variedad. Pero hallando antes y después del 739
establecida en España una misma razón, y siendo conocida la corta diferencia en
que no se convenían los nuestros, no es justo omitir una nueva opinión
contraria a los usos del país en fuerza de un letrero obscuro y único que
parece favorecerla. Digo que parece, porque tal vez faltaban al tiempo de
copiarse algunos números en la fecha, o porque, lo que es mas verosímil, este
letrero, renovado en tiempos posteriores, fue aumentado con poco conocimiento
de la era 777, si se insiste en atribuirlo al tiempo en que ya era rey D.
Favila, lo que todavía está por demostrar legítimamente, en especial teniendo
contra sí por lo que mira al tiempo de su reynado el expreso testimonio del
Albeldense. No se puede, pues, dudar razonablemente que en el siglo de la irrupción
arábiga el nombre de Vasconia se extendiera por las provincias vecinas de Álava,
Guipúzcoa, Vizcaya y Rioja, aunque ya estos pueblos tuvieran otros nombres que
no se conocen por testimonio positivo hasta fines del siglo IX en el escrito de
Sebastián, si este autor y su crónica no es muy posterior. Da sospechas de ser
así, a mas de lo dicho, la ignorancia que muestra de la entrada de Carlo Magno
en Navarra, con la qual es incompatible lo que afirma con toda seguridad que
Pamplona fue siempre poseída por sus naturales, siendo cierto que no solo en
778, sino posteriormente en los años 6, 12 y 24 del siglo en que escribía Sebastián,
Pamplona y parte de Navarra fue ocupada por los francos. No estuvo mejor
informado de los sucesos del casto, difiriendo del Albeldense mas antiguo y
mirado en sus noticias, en orden a las circunstancias de su persecución. El
monge dice que fue privado del reyno después de 11 años que estaba en posesión
de él, y encerrado en el monasterio de Abelania, hasta que lo restableció en el
trono un cierto Theudano. En este tiempo de la reclusión del casto deben
colocarse los reynados de Silon, Mauregato y Bermudo, cuyos nombres
introducidos desde el núm. 55 en el Albeldense faltan en el 47, en donde después
de Aurelio hace suceder inmediatamente al casto, omitiendo los usurpadores. Si
se hubiera advertido en esto, se vería que el Albeldense no se contradecía en
los dos catálogos que da de los reyes, de los quales el primero es como el
sumario de los que quiso referir con mas extensión en su crónica. Por otro lado
intercalando después del año 11 del reynado del casto los nombres de los
usurpadores Silon, Mauregato y Bermudo, es muy fácil concordar la época de los
principios de Pelayo establecida indubitablemente por el monge hacia mitad del
siglo VIII con los reynados de sus sucesores. Finalmente se conociera que la crónica
de Albelda fue intercalada posteriormente con mas ignorancia que malicia, por
quien había leído el escrito de Sebastián; éste supone que muerto D. Silon fue
aclamado rey D. Alonso, pero que su nombramiento no tuvo efecto por las artes
de Mauregato, que lo obligaron a huir a Álava.
Pero dexando estas observaciones, que pudieran alargarse
mucho, quede asentado lo que llevamos dicho de la extensión del nombre vasco
por este tiempo en Álava y Guipúzcoa, aunque ni siempre, ni por todos se llamó
así aquel país constantemente, como sucedió en la tierra que sin disputa estaba
en la Vasconia rigurosa; porque a fines del siglo VIII se empezó a introducir
el nombre de Navarra, mientras el de Vasconia se extendía por buena parte de
Francia y en España basta las fronteras de Cataluña. Del origen del nuevo
nombre no tenemos seguras noticias; su significado de tierra llana da lugar a
sospechar que le vino de otro pueblo menos montaraz que los habitantes del
Pirineo, o llegado allí por tierras menos quebradas. Eghinardo afirma que el
Ebro nacía en el país de los navarros, y que Pamplona era pueblo navarro. A
este testimonio suele oponerse el de Plinio, que coloca las fuentes del Ebro
cerca de Juliobriga en los cántabros. Mas yo no veo oposición en estos dos
textos que se escribieron con la interposición de 700 años. No habiéndose oído
hasta los tiempos de Eghinardo el nombre de navarros, parece debió tener la curiosidad
de informarse de una nación nueva que empezaba a obscurecer el nombre de los
vascos propios y de su capital Pamplona, y así no con ligereza colocó el país
original de los navarros no lejos de las fuentes del Ebro. Pretender que se engañó
torpemente en esto solo porque ahora la Navarra no llega a los orígenes de este
rio, es querer buscar compañeros de nuestra ignorancia para cubrirla, persuadidos
que los coetáneos al origen de esta voz no pudieron ni quisieron saber mas de
ella que nosotros. Sea de esto lo que fuere, es constante que la Vasconia propia
en parte comenzó a llamarse Navarra por este tiempo. Por el mismo una porción
de la misma Vasconia, entre Roncal y Jaca, comenzó a denominarse Aragón, sin
dexar absolutamente ni uno ni otro país el nombre primitivo, hasta que el
tiempo que lo muda todo hizo perder su memoria y uso. El único rastro que en
España queda el día de hoy de Vasconia, es en las tres provincias de Álava, Guipúzcoa
y Vizcaya, que en tiempo de Tolomeo tenían otros nombres. Sin embargo esta singularidad
de llamarse provincias vascongadas las que en los tiempos más remotos no pertenecieron
a la Vasconia rigurosa, está demostrando que el nombre de vascos que se les
comunicó o empezó a comunicar en tiempo de los godos, jamás lo perdieron en tal
modo que lo olvidasen enteramente hasta nuestros días. Por el contrario los
vascos propios mudaron de nombre, y fueron conocidos con el de navarros,
riojanos y aragoneses. Solo en la parte de Francia se conservan vestigios del
antiguo nombre entre los gascones y vascos. Los árabes dividieron la España a su
modo, y aunque en la Vasconia propia no afirmaron su imperio, extendieron a su
arbitrio este nombre hasta Barcelona y Gerona, como se ve por el Nubiense, 2.
Par. clim. 4. Por lo demás parece que comprehendiéron la actual Navarra en la
provincia de Arlit, entre la de Alserrat por o. y la de Alzaitun por e.
Menciona el Nubiense una ciudad de Navarra y es Tudela; de Pamplona hace mención,
y la coloca cerca de una de las quatro puertas o gargantas del Pirineo que
llama Cesare, que es la tercera empezando a contar por Barcelona, y la sitúa
entre la de Bayona y la de Giaca o Jaca. Nombra a Mont-Lerina, que parece ser
Lerin o S. Esteban de Lerin; pero como los árabes no poseyeron pacíficamente el
país de Navarra, en particular lo interior de ella, y sus estados y pequeñas dinastías
tuvieron continuas variaciones, su división geográfica altero poco y
pasageramente los estados cristianos. El único principado de nombre que tuvieron
los moros en lo que ahora es Navarra fue Tudela, que ya tenía su gobernador
hacia el año 815; y aunque no sin interrupción se gobernó por régulos hasta
1114 en que la quitó a los árabes para siempre D. Alonso el batallador. De lo
dicho hasta aquí debe concluirse que los vascos antes de Augusto fueron
comprehendidos baxo el nombre de cántabros, de cuya federación parece fueron
por entonces casi todos los habitadores del Pirineo hasta las fuentes del Ebro
y mar Cantábrico. Que mejor conocidos posteriormente los términos de la
Vasconia, fueron estos por n. desde Fuenterrabía hasta los orígenes del Gallego
en el valle de Tena, en las montañas de Jaca. Que este río que corre
primeramente de n. a s., y después tuerce contra o. antes de salir de los
montes, fue el límite oriental y parte del austral hasta las inmediaciones del
lugar de la Peña, y que de allí baxando en busca del Ebro y atravesándolo por
mas arriba de Zaragoza, continuaba sin desviarse mucho de él el límite austral
hasta Àgreda, desde donde repasando el Ebro y comprehendiendo a Calahorra seguía
por el confín de Álava y Navarra en busca de Guipúzcoa y Océano, cerrándola con
esta línea por o. Que destruido el imperio romano por los bárbaros, habiendo
resistido obstinadamente los vascos a su dominación, por lo menos hasta el
reynado de Wamba, la Vasconia comunico su nombre a las naciones vàrdula,
carista y autrigona. Que arruinados los godos por la venida de los árabes, los
vascos extendieron su nombre por Francia, Aragón y Cataluña, sin perder
absolutamente el que habían comunicado a los várdulos y naciones vecinas del occidente.
Que poco a poco desde mitad o fines del siglo VIII la denominación navarra
comenzó a obscurecer el antiguo nombre de los vascones en su país nativo, y
borrado enteramente en él, quedaron sus rastros en las provincias vascongadas
de España, y en la Gascuña y vascos de Francia. Finalmente que aunque estas
alteraciones constan con suficiente claridad, es indubitable que en los tiempos
obscuros una misma región solía llamarse ya con el nombre genérico de Vasconia,
ya con el particular que la distinguía dentro de la misma federación, y que a
veces se confundieron los nombres de cántabros y vascos. Esta reflexión es
preciso tenerla muy en la memoria para la inteligencia de los escritores de la
edad media, como asimismo la distinción de Vasconia española y francesa, aunque
en un diccionario de los pueblos de España nos abstenemos de hablar de los
pueblos que no la pertenecen. Traggia.