jueves, 2 de octubre de 2014

04.00.1300-1400 Desolados Navarros (1300-1400)

Desolados navarros en la primera mitad del siglo XV
(Florencio Idoate)

En 1967, publiqué un breve trabajo sobre despoblados en 1534 y 1800, anunciando de paso mi intención de continuar el tema 1. Esto es lo que hago ahora, al ofrecer nuevas noticias de fines del siglo XIV y principios del XV, sin perjuicio de avanzar o retroceder algo en el tiempo, si lo estimo conveniente 2.


Las fuentes que empleo, principalmente, son las siguientes: a) Los registros de los procuradores-patrimoniales entre 1401 (fecha de su creación) y 1440. b) Los libros de fuegos de 1366 y 1427-28 en principio, los de 1330 y 1350, de monedaje, y de 1368, de préstamo al rey. c) Los registros de los recibidores a partir de 1366 de un modo general. Aparte de este material, he utilizado también los catálogos publicados por mí, de la Sección de Comptos del Archivo General, donde radican todas estas fuentes documentales 3.

Hay que decir, que no es fácil fijar con exactitud el concepto de desolado, dadas las circunstancias que concurren a veces: despoblaciones totales o eventuales por guerras, pestes y mortandades en general, emigración o abandono por esterilidad o malas cosechas, situación estratégica peligrosa, incorporación a centros más atrayentes por sus fueros, riqueza, situación, etcétera. Podríamos agregar en algún caso, como en el de la comarca de Huarte-Araquil, la necesidad de concentrar aquí la defensa en la frontera castellana de Guipúzcoa, contra ladrones de ganado o posibles invasiones. De todo esto se ve en mi relación de despoblados de alcance muy limitado, utilizando alguna bibliografía, la más precisa. Hago mención especial de la obra de Altadill, que abrió senda en este punto tan interesante de nuestro pasado 4. El criterio o norma que inspira este trabajo, es el que guió en su día a los representantes de la administración real, en primer lugar, los patrimoniales, que nacen en 1400. En el nombramiento, hecho por Carlos III, se habla «de la gran destrucción, amermamiento et perdida de nuestro patrimonio ordinario, de luengo tiempo aqua», por fallos diversos, sobre todo de los «recibidores» de los tributos de las merindades, que no visitaban las propiedades reales, por falta de tiempo u otras ocupaciones 5. Estos recibidores ejercían en las merindades de la Ribera o Tudela, Pamplona (y las Montañas), Sangüesa, Estella y Ultrapuertos, hasta 1406, en que nace la merindad de Olite.

En cuanto a la misión del patrimonial, se explica así: «administrar, visitar, goardar, demandar, recobrar et poner en deuido estado todo nuestro dicho patrimonio ordinario et todo aqueyllo de que continua et ordinariamente nos vienen o podran venir, fruytos, rentas et reuenidas ordinarias, pechas, tributos, censos et qualesquiere otros drechos a nos pertenescient o pertenecer dementes». Se especifica seguidamente este amplio campo del patrimonio real, que comprende tierras de labor, casas, molinos, hornos, montes, bardenas, sotos, prados, hierbas, aguas, castillos, torres y demás
fortalezas 6.

Queda pues aclarada, con bastante precisión, la misión de este nuevo «oficial» o empleado de la administración. Vemos que el nombramiento real se refiere, en primer lugar, a los bienes del propio patrimonio del rey, herencia de sus antepasados principalmente, que alcanza los primeros tiempos de la Reconquista. Por supuesto, los castillos y los palacios reales, comenzando por los de Pamplona y Olite, exigirían cuantiosos gastos, lo mismo que el mantenimiento de los hombres de armas, etc.

Mi trabajo sigue, un poco por encima, las cuentas de los patrimoniales, hasta 1440, como ya se ha indicado 7. En cuanto a los registros de los recibidores, forman una valiosa colección dentro de la Sección de Comptos, junto con los de los tesoreros, merinos, almirantes, bailes, comisarios, etcétera 8. Los ingresos en especie y en dinero, obtenidos por estos oficiales reales, toman la denominación de pechas, cuarteles, ayudas, préstamos, peajes, etc.

Allí donde actúa el patrimonial, el que más nos interesa ahora, se crea la primera base para fijar el concepto de «desolado», que por fuerza ha de equipararse con la villa, aldea o lugar abandonado. Los libros de fuegos, monedaje y ayudas reales, se encargan de corroborar esta situación. Las vacilaciones surgen, cuando existe algún morador aislado, como ocurre frecuentemente.

La ausencia de concejo de hecho, puede servir de criterio racional en tales casos, pero no siempre esta apreciación es absolutamente válida o segura. Hay también situaciones de difícil encasillamiento por uno u otro motivo. Me refiero sobre todo a edificaciones de tipo defensivo, como torres o castillos destruidos, desaparecidos o abandonados, molinos, etcétera. En algún caso, el recibidor suele recordar a la antigua villa desaparecida por guerras o estrategia.

Respecto a los ya citados Libros de Fuegos, su existencia se justifica periódicamente, por la conveniencia de poner al día la administración de la Hacienda Real, al compás de los altibajos en la población. Frecuentemente, se debe esto a necesidades perentorias del momento. En el caso de la merindad de Pamplona, por ejemplo, los reyes nombran 8 comisarios en 20 de noviembre de 1427, para tal comisión, debiendo gobernarse también por los libros de «fuegos antiguos». En su manejo, se advierten frecuentemente pequeñas diferencias en las grafías de unos a otros, lo que a veces induce a error de interpretación. Esto se debe a fallos de los que hacían las encuestas, habla popular más o menos viciado, etc. No ha de extrañar pues, que los investigadores cometamos algunos errores en este punto, si la cosa no está muy clara. No faltan en nuestros días apellidos que responden a viejos desolados, cuyo nombre ha sobrevivido por este motivo, más o menos en su forma primitiva.

Consignamos tres hechos de importancia, que contribuyeron a la despoblación que se observa en la época elegida para nuestro trabajo. El primero es la famosa peste de 1348, que dejó un trágico recuerdo en nuestra tierra, lo mismo que en el resto de España y Europa 9. Se observa en la relación de desolados, un elevado porcentaje en la parte norte, sobre todo en la merindad de Sangüesa. Se acusan otras mortandades como las de 1369 y 1422, de menos cuantía. Otro hecho es la invasión castellana de 1378. El episodio culminante en esta fecha, es el asedio de Pamplona, que sigue a la destrucción de muchos lugares. El tercer hecho es la guerra de 1429-30 con Castilla, casi al final del período que hemos escogido. Queda ya un poco lejana la llamada Guerra de la Navarrería de Pamplona, en 1276, con su eco en los libros de la administración y documentos en general, de los encartados o «banidos», nobles de calidad muchos de ellos y dueños de tierras y lugares, frecuentemente abandonados o destruidos. En algún caso, como en el de la repoblación de Huarte-Araquil, a mediados del siglo XIV, se hace, lógicamente, a base del abandono de las indefensas aldeas próximas, que pasan para siempre a la categoría de desolados.

Los documentos de Comptos utilizados, sobre todo a partir de 1425, que recojo en los Catálogos publicados hasta la fecha, son bastante expresivos en general, permitiendo huir un poco de los datos un tanto escuetos de los patrimoniales o de los recibidores de las merindades. Así, pueden ofrecernos noticias de donaciones reales, arriendos, permutas, pleitos, etc., que afectan de uno u otro modo al Patrimonio Real. Dada la relativa flexibilidad de este trabajo, avanzo en algunos casos hasta casi fines del siglo XV, en la explotación de los catálogos citados, cuando las guerras civiles, iniciadas con las diferencias entre Juan I de Navarra y su hijo, el Príncipe de Viana, se traducen en numerosas despoblaciones. Hecho dramático es por ejemplo, la destrucción de Rada en 1455.

Debo decir, que mi trabajo no ha sido contrastado con la visita a los desolados que menciono, quedando para otros este necesario complemento de ubicación y demás en cada caso 10. En cuanto a la castellanía de San Juan o Ultrapuertos, no encuentro desolados propiamente dichos; solamente, algunos solares o casas «desoladas» o «vacantes». Me disculpo por los errores que puedan ser observados, como le ocurre a Altadill, dada la variedad de las grafías con que aparecen muchos lugares, advirtiendo una vez más, que mi intención no pasa de ofrecer un catálogo ligero que pueda servir de ayuda a otros en alguna forma. En este momento, José Javier Uranga prepara su tesis doctoral, precisamente sobre este tema de los desolados en Navarra. En general, señalo si figuran en la obra de Altadill.
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Nota.- Se han extraído los correspondientes a “Gure Lurra”, la Val d’Oibar
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ABAIZ.—Ver AVAIZ.

ALDEA.—En val de Aibar. No se puede considerar totalmente despoblado, aunque no existía concejo propiamente dicho en 1428, según el Libro de Fuegos. Residía en esta fecha un tal Sancho Périz con su suegro, pagando 17 sueldos y pico por cuarter. Entregaba 10 cahíces de trigo anuales a mosén Oger de Mauleón, dedicándose a la labranza. El abad vivía en Santa Cecilia o Cicilia. En los últimos 30 años habían sido abandonadas 10 casas. En 1445, el rey ordena al tesorero y al recibidor de Pamplona, tener en cuenta las deudas al citado caballero, así como las rentas de varias abadías, permutadas por las de Aldea (Cat., t. XLVI, núm. 397). En 1488, figura en las cuentas de un cuarter acordado por el Reino, junto con los despoblados de Peña, Xavierre, Santa Cicilia, Guetadar y Loya (Cat., t. XLVIII, número 804). En el «compto» de 1368, sobre la ayuda de los 20.000 florines, se dice que existían 4 labradores y ningún hidalgo. Altadill lo cita y sitúa entre Lerga y Abaiz.

ARTETA.—Figura en el Libro de Fuegos de la merindad de Sangüesa, de 1428, en val de Aibar, con un solo morador. Como ocurría también en 1402, según el recibidor de Sangüesa. En 1433, se habla de un pechero del arcediano de Santa María de Pamplona, y de que se había dado a tributo a un tal Cabdet. En el Libro de Fuegos de 1366 figura entre Izco y Loya. En 1368 vivían 3 familias.

AVAIZ.—Figura en el Libro de Fuegos de la merindad de Sangüesa, en val de Aibar, año 1428, junto con otros desolados como Savaiza, Irangot y Husumbelza. En 1368, según el registro del préstamo al rey, había dos labradores, y figura entre Aldea y Lerga. En 1366 había tres fuegos. Cita Altadill, con noticias desde 1205.

BERROYA.—En val de Aibar. Figura en el Libro de Fuegos de la merindad de Sangüesa, de 1428, residiendo un tal García Ochoa, que pagaba pecha a las órdenes de Roncesvalles y San Juan, a ésta, 11 robos de pan «meitadenco», es decir, mitad trigo y mitad cebada. No es un desolado completo propiamente.

BESOYLLA O BESOLLA.—En la merindad de Sangüesa, valle de Ibargoiti. Figura, por ejemplo, en las cuentas del recibidor de 1409, midiéndose la pecha según el robo de la «mesura de Sangüesa», algo mayor que el de Pamplona. En el Libro de Fuegos de 1428 figura Ollaz u Olaz, equivalente a Basaolaz, otra de las grafías con que aparece este despoblado. (Véase OLAZ). En 1366 se dice en el Libro de Fuegos que había 3 labradores. Contaba con 2 en 1368, no pudiendo pues considerarse despoblado en esta fecha. (Reg. 127, fol. 200). Cita Altadill con los nombres de Basolaz, Basollaz y Basaollaz, afirmando que fue agregado a Lumbier en 1497. Otro Bassaolaz figura en val de Aibar, en 1366, entre Aibar y Santa Cilia.

EL REAL.—Próximo a Sangüesa y al río Onsella, que pasó a poder del rey de Aragón antes del año 1368, explicándose su situación, así: «El Real fue rendido al rey de Aragón», hablándose también del próximo lugar de Undués. No figura por consiguiente en los registros posteriores, excepto para hablar de las diferencias y arreglos con Aragón, como ocurre en 1340, 1344 y 1351. En la primera de estas fechas, hay diferencias, interviniendo don Lop de Gurrea, «qui tenia las juntas de Aragon plegadas sobre la dicha villa de Sangüesa». En 1344, tiene lugar las vistas del baile de Tudela con el Gobernador de Aragón, a causa del pleito con Sangüesa. En este mismo año, es llamado el señor de Xavier, para hacer un arreglo (Cat., t. LII, núms. 418, 501, 517 y 622).

GARDELAIN.—En val de Aibar, contaba en 1401 con un solo labrador, que pagaba pecha, tomándolo el patrimonial y poniéndolo en arriendo o tributo sus términos, excepto en lo que cayese bajo la jurisdicción del recibidor, respetando también los derechos de los fijosdalgo del lugar, si los hubiese. El arriendo se hace por tres años y 10 cahíces de trigo, que debían presentarse en Pamplona. Los arrendados se comprometen a no cortar árboles ni hacer carbón, aunque podían tomar la leña seca (Reg. 264). En 1404 nadie quería tomarlo en arriendo, a causa del pleito con algunos fijosdalgo que se decían vecinos (Reg. 270). En 1415, se informa de que el rey recibía anteriormente 10 carneros, 17 cahíces de trigo y algún dinero, siendo tributadas las heredades a los abades de Leache y Moriones. En 1435, se tributa a Petriquín de Galar, de Sada, por 6 años y 30 libras anuales perteneciendo ahora a Joancoxe de Suescun, que falleció sin hijos legítimos, por lo que había pasado el lugar al patrimonio real. En 1433, lo toma a tributo García de Azpilcueta, de Sada, por 6 años (Reg. 426). En 1471, se confirma la propiedad del desolado a su hijo Pedro de Azpilcueta, hijo de Miguel, escudero y capitán de la fortaleza de Sada (Idoate, Cat., tomo XLVIII, núm. 407). En 1368, había 3 hidalgos y 1 labrador (Reg. 127). En 1366 había 4 fuegos.

IRANGOT O YRANGOT.—En val de Aibar, figura en el Libro de Fuegos de la merindad de Sangüesa de 1428, con otros tres desolados: Abaiz, Sabaiza y Husumbelza. En el Libro de Fuegos de 1366, figura con un vecino. También se llama Irangoiti. En 1368, figura Irangot con un hidalgo solamente. Cita Altadill, situándolo cerca de Leache.

LOYA.—En val de Aibar, próximo a Moriones, en 1428 había un solo morador, Miquel Ximénez de Arteta, que pagaba su pecha en trigo y cebada. Ya en 1413 había un solo pechero realenco, y aparece entre Sada y Ayesa. En 1488 figuraba como despoblado con otros del valle, como Peña, Xavierre, Santa Cecilia, Aldea y Guetadar (Idoate, Cat., t. XLVIII, núm. 804). En 1368 consta con un solo labrador, lo mismo que en 1366, Libro de Fuegos, figurando entre Arteta y Ayesa.

OLAZ U OLLAZ.—En val de Aibar, donado según el recibidor de Sangüesa en 1433, a Johan de Uriz, escudero y maestre del hostal de la reina, con su jurisdicción baja y mediana, situándose «cerqua Santa Cecillia ». En 1457 se informa de que estaba despoblado a causa de la guerra civil y que sus habitantes obedecieron al Príncipe de Viana. En el mismo caso se encontraba Osumbelza, abandonado. (Idoate, Cat., t. XLVII, número 1.105). Véase BASAOLAZ.

OLAZ.—Figura en el Libro de Fuegos de 1428 dentro del valle de Urraul con otros 22 desolados que se enumeran al final, aunque es dudosa su existencia, al menos con esta grafía. Cita Altadill, ubicándolo cerca de Lumbier, pudiendo referirse a otro de este nombre, Ollaz u Olaz, de val de Aibar.

OSUMBELZA.—Ver USUMBELZA.

SAN SALVADOR DE LEIRE (?) .—Realmente no se trata de un despoblado, pero figura en la relación de los existentes en val de Urraul en 1428, que se abre con Uztárroz-Andurra, manifestándose que habían quedado deshabitadas dos casas, sin duda de los pecheros que vivían aquí secularmente. En el siglo XVII se habla incluso de algún alcalde legerense (Idoate, Rincones..., t. I). Es dudoso pues que se pueda hablar de «desolado », hallándose en cambio muy próximo el de Benasa, también perteneciente al monasterio, que no figura en los libros de fuegos, por ser muy antiguo.

SANTA CECILIA, SANTA CICILIA O SANTA CILIA.—En val de Aibar; había 9 fuegos en 1428, figurando unido a Aibar en 1366 y 1368. Aparece como despoblado muy avanzado el siglo XV; hay noticia de 1488, en que figura como tal junto con Peña, Xavier, Aldea, Guetadar y Loya (Idoate, Cat., t. XLVIII, núm. 804). Cita Altadill como Cilia.

SAVAIZA O SABAIZA.—Figura como desolado en 1428 en val de Aibar, junto con Abaiz, Irangot y Husunbelza. En 1366 contaba con 5 fuegos. Actualmente figura como entidad administrativa.

USUMBELZA U OSUMBELZA.—En val de Aibar, en 1404, dice el recibidor de la merindad de Sangüesa, que la pecha solía ser 10 carneros; se habla del arriendo de las heredades de los labradores muertos, pagando en trigo. En 1409 se arrienda al lugar de Sabaiza, muy próximo. En 1413 dice el recibidor que «non mora ninguno». En 1428, figura en el Libro de Fuegos con otros tres desolados. No figura en el Libro del Monedaje de 1350, ni en el Libro de Fuegos de 1366. El recibidor dice este año, que había aquí un pechero «entegro» y dos pechas de mujer.

XAVIER.—En val de Aibar; puede considerarse despoblado relativamente, por lo que dice el Libro de Fuegos de 1428: «Por quanto en el dicho logar de Xavier no ay otro alguno sino el seynor del palacio, que es pupillo». Le correspondía pagar 32 sueldos en calidad de «cuartel». Sin embargo, no figura en la relación de desolados. En 1488, se otorga un cuarter moderado con destino a la embajada a los reyes de Castilla, figurando las aldeas de Xavierre (debe ser el de val de Aibar), Peña, Santa Cicilia o Santa Cilia, Aldea, Loya y alguna otra, que estaban despobladas, según se afirma (Idoate, Cat., t. XLVIII, núm. 804). Puede consultarse a Escalada, Cros, Recondo, etc. En 1366, según el Libro de Fuegos, «no ay laurador ninguno». Lo mismo que en Moriones y Guetadar. En el Libro de préstamo al rey con motivo de la conquista de Guipúzcoa, se cita a los dueños del palacio, los Sada, y a Gil Martínez. Hay otro Xavier en val de Lónguida.

Florencio IDOATE

Notas:
1 IDOATE, F., Poblados y despoblados o desolados en Navarra en 1534 y 1S00. "Príncipe de Viana" 1967 nos. 108-109.
2 Para más adelante dejo el estudio de otros materiales, sobre todo de la sección de Procesos del Archivo General.
3 IDOATE, F., Catálogo de la Sección de Comptos del Archivo General de Navarra, t. XXXVII-L. Los anteriores corresponden a J. R. CASTRO. Aunque no se utilicen en este trabajo, de alcance limitado, doy numerosos datos sobre tan amplio tema, sobre todo en las siguientes obras: Rincones de la Historia de Navarra, 3 vols. Pamplona, 1954, 1956 y 1966; El Señorío de Sarria, Pamplona, 1959; Catálogo Documental de la Ciudad de Corella, Pamplona, 1964; Cendeas en Navarra, "Príncipe de Viana" (1973); Los Cartularios Reales, Pamplona, 1974. Destaco lo que aparece sobre esta materia en El Señorío de Sarria, por lo que toca a los desolados de Valdizarbe y comarcas próximas.
4 ALTADILL, J., LOS despoblados, "Bol. de la Comisión de Monumentos de Pamplona", años 1917-1925.
Pueden ser citados aquí, además, autores como ARIGITA,, Colección de Documentos inéditos para la Historia de Navarra; CASTRO, Catálogo del Archivo General de Navarra,t. I-XXXVI; FUENTES, Catálogos de los Archivos Eclesiásticos de Tudela y del Archivo Municipal; GARCÍA LARRAGUETA, El Gran Priorado de Navarra de la Orden de San Juan de Jerusalén; GOÑI GAZTAMBIDE, Catálogos del Becerro Antiguo y del Becerro Menor de Leire y del Archivo Catedral de Pamplona; LACARRA, Documentos para el estudio de la reconquista y repoblación del valle del Ebro, Colección Diplomática de Irache, etc.; MARICHALAR, Colección Diplomática del rey don Sancho VIH el Fuerte; MORET, Anales del Reino de Navarra; UBIETO, Colección Diplomática de Pedro I de Aragón y de Navarra; UBIETO, Cartulario de San Juan de la Peña; YANGUAS Y MIRANDA, Diccionario de Antigüedades del Reino de Navarra, 4 vols.; LÓPEZ SELLES, T., Contribución a un catálogo de ermitas de Navarra, en Rev. "Príncipe de Viana", núms. 10-18, años 1972-1974. Este trabajo tiene un mérito extraordinario por el esfuerzo que supone además, el estudio sobre el terreno en todos los casos.
5 AGN, Sección de Comptos, Reg. 264, fol. III v.
6 ZABALO, La administración del Reino de Navarra en el siglo XIV, Pamplona, 7 El último registro consultado del patrimonial, es el 426, que comprende los años 1435-1440. Se aprecia en estas cuentas, la labor de este oficial desde los tiempos de Peire de Villava, y luego de su familiar Martín de Villava, para investigar en lo posible las irregularidades o negligencias de los recibidores hasta 1400, en que asume el patrimonial sus nuevas funciones. También, se hacen eco de pleitos que surgen al chocar con situaciones viciosas u oscuras.
8 Corresponden a los Reg. núms. 259 y 416, que comienza con la merindad de Tudela, y sigue con las de Olite, Sangüesa, Pamplona y las Montañas, y Estella, más la casteúania de Ultrapuertos. Seguidamente, está el "compto" del procurador-fiscal, que recoge diversos emolumentos, procedentes del sello, homicidios, penas y calonias, adulterios, mancebas de los clérigos, etc. En cualquiera de estos libros, pueden figurar datos de más o menos interés para nuestro objeto.
9 El último libro que se refiere a esto es el de J. CARRASCO, La población de Navarra en el siglo XIV (Pamplona, 1973), que recoge la bibliografía sobre el tema de población en general, a la que me remito. Ofrece textos de libros de monedaje de 1330 y 1350, y Libro de Fuegos de 1366. Lo que más parece interesa como precedente, es lo relativo a 1350, 1353, 1363 y 1366, que se prestan a un análisis detenido, como lo hace el autor. Por lo que toca a los desolados, no me entretengo en citar los que figuran en "Apéndice Estadistico", a partir de 1330, que se señalan puntualmente en las correspondientes relaciones de pueblos, siendo de consulta fácil.
Insisto sobre la obra de J. ZABALO, La administración del reino de Navarra en el siglo XIV (Pamplona, 1973), que nos ofrece un cuadro muy completo de la maquinaria de la administración, incluyendo, lógicamente, el Tribunal de la Cámara de Comptos, procuradores, patrimoniales y recibidores, cuyos "comptos" hemos utilizado. La lectura de este libro, es la mejor preparación para los medievalistas que quieran internarse en el estudio de la administración medieval e instituciones.
10 De la situación de los castillos, torres y cuevas en la época que estudiamos, nos informa cumplidamente un documento de 1415.