jueves, 25 de septiembre de 2014

95.01.01 Valdorba, el valle desconocido

EUSKAL HERRIA ESCONDIDA

Valdorba, el valle desconocido

A apenas 20 kilómetros de Pamplona se extiende una de las zonas menos transitadas de Navarra

JAVIER EDER Pamplona 19 SEP 1998

El valle menos conocido de Navarra no se encuentra en ningún lugar recóndito del Pirineo, sino en pleno centro de la comunidad, no lejos de Pamplona y junto a la principal carretera del territorio. Como en el relato de Poe, se oculta mejor lo que queda más al alcance de la vista.

Veinte kilómetros al sur de Pamplona, en la carretera a Tudela, desde el Carrascal hasta Tafalla y desde Artajona a la Val de Aibar, se extiende la Valdorba, un espacio de unos doscientos kilómetros cuadrados, apenas transitado y en parte despoblado, cuya seca y adusta belleza dicen desconocer la mayoría de los navarros. Las sorpresas que guarda la Valdorba no se agotan en sí mismas: quien se adentre hasta lo más recóndito del valle en su parte serrana y siga adelante por pistas y caminos descubrirá en el mismo corazón de la comunidad foral las umbrías, manantiales y frondosidades boscosas de la Vizcaya, de la Vizcaya navarra, uno de los ríos de la Val de Aibar. Valdorba (el Valle de las montañas de Orba, que se hallan en su límite oriental) es geológica, histórica, cultural y socialmente territorio de paso, a menudo asolado. En lo geológico y paisajístico hay dos valdorbas: la del somontano del Carrascal (bosque de encinas conocidas como carrascas), a los pies del farallón de la peña Unzué, de vegetación mediterránea, cuyo paisaje va dulcificándose en su caída poco pronunciada hasta convertirse en la antesala de las llanuras de la Ribera, y la Valdorba serrana, hecha de roquedos de arenisca, cuyas laderas están moteadas de bosquetes de encinares, quejigos y robles, por ese tipo de vegetación que se conoce como bocage y que caracteriza a la Navarra Media. Históricamente, la Valdorba somontana fue la avanzada defensiva del Reino de Pamplona y pasa por ser el corredor que atravesaron las invasiones musulmanas, mientras que la serranía del lugar fue primero bastión de emboscados en las guerras entre agramonteses y beaumonteses y luego refugio de las partidas guerrilleras de Espoz y Mina durante la guerra de independencia. Ambas valdorbas fueron teatro de escaramuzas y combates a lo largo de la primera y la última guerra carlista. El valle fue saqueado por el Príncipe de Viana en la guerra civil del siglo XV y, en el XVI, el cardenal Cisneros destruyó castillos y casas fortificadas. A partir de entonces, el enemigo más temible de un territorio con limitados recursos agrícolas y ganaderos ha sido el excedente de población, lo que al cabo ha terminado por precipitar el semiabandono de algunos pueblos y la desaparición de otros (Gaudiriain, Echano, Ariamain, Arrazubi, Endara). En lo cultural y artístico, la Valdorba es tierra de tránsito del Pirineo al Ebro, surcada por uno de los ramales del Camino de Santiago. Como secuela del Camino quedan en el valle, de por sí ya adornado con algunos recios palacios de cabo de armería, perlas cultivadas del mejor Románico rural navarro, la singularidad dramática de sus crucificados de traza gótica, retablos barrocos, restos de hospitales jacobeos y airosas espadañas. A todo lo anterior hay que unir el color local que en la arquitectura popular pone la abundancia de arenisca en la comarca: el entramado de lajas de sus tejados montañeses, la solidez del caserío en las aldeas, el empedrado de alguna que otra callejuela, las escalinatas y pasajes, el inexcusable reloj solar en tantos pueblos. Conviene ganar altura para tener una buena perspectiva sobre el valle. Desde el Carrascal se llega a Unzué y, a pie, se asciende a la peña en una media hora. La peña no sólo tiene vistas al somontano; también es un balcón que da a los alrededores de Pamplona. Cerca de Tafalla, la elevación de Pueyo ofrece una panorámica del accidentado terreno serrano y de sus caídas hacia el llano. También el Alto de Lerga, al que puede accederse desde el mismo valle por Olleta, es un mirador que merece el viaje. De poco a aquí, el territorio valdorbés queda flanqueado en el horizonte por los molinos gigantes de los parques eólicos del Perdón y Guerinda. A los distintos parajes de la zona se accede desde el tramo de carretera que va desde Tiebas a Tafalla. Cinco ramales comarcales salen de la N-121 y se adentran en el valle. Dado lo poco transitado de las carreteras, la bicicleta es un vehículo ideal para dichos recorridos. El primer desvío, viniendo desde Pamplona, se toma a la altura del Carrascal y conduce a Unzué, cuya iglesia y crucifijo gótico merece verse. Desde Unzué se llega a Olóriz, que tiene a sus afueras la ermita de San Pedro, antigua iglesia del desaparecido pueblo de Echano, exponente privilegiado, en su portada, del Románico rural navarro influido por la escuela de Jaca. Al final de la carretera se encuentra Bariáin y antes de llegar allí se pasa por el embalse de Mairaga. Desde esta primera entrada a la Valdorba, tomando por Solchaga, se puede enlazar con la segunda carretera de acceso, la que lleva a la serranía y parte desde Barasoain y Garinoain. En Barasoain se encuentran varias casonas nobiliarias, entre ellas la de los Azpilicueta. A un kilómetro de Garinoain, en dirección a Leoz, se encuentra la ermita y antiguo monasterio de Catalain. Las figuras esculpidas (modillones) que sustentan el tejado de su abside (donde un mulo relincha y una hiena ríe con sin igual expresividad) la emparentan con la iglesia de Artaiz, lugar en el que se encuentran algunas de las figuras más fabulosas de todo el bestiario Románico navarro. Los siguientes pueblos, en las riberas y barrancos del río Leoz, con el bocage y algunos rebaños de ovejas a la vista, nos adentran de lleno en la Valdorba serrana. Orisoain y sobre todo Artariain muestran su laberíntico y encrespado trazado medieval, sus tejados de laja y la resistencia de sus casas al abandono. Más adelante, Iracheta cuenta con la curiosidad de su sólido hórreo en el centro del pueblo, considerado por algunos como prerrománico y, más probablemente, construido entre los siglos XII y XIII, tal vez para fines comunitarios. Leoz, casi al final de la carretera, es la cabeza del valle. Pero la carretera sigue y, a la izquierda de Uzquita, asciende para cambiar drásticamente de paisaje y desembocar en Sabaiza (fuente y merendero), una de los reservas forestales mejor cuidadas de la comunidad foral. Desde Sabaiza, por pistas y caminos se llega a Guetádar, Usumbeltz, Julio, Arteta, Loya... A los más frondosos lugares de la Vizcaya, afluente del Aragón, en la Val de Aibar. Quedan dos ramales valdorbeses más al sur: el que entra a Sansoain, Bezquiz y Amatriáin, y el que lleva a Olleta, siguiendo el río Sansoain, donde empieza a verdear la huerta y donde se cazan perdices, faisanes, codornices, conejos. Y aún podríamos hablar de una Valdorba más: la más suave, la del triángulo que queda entre Tafalla, Artajona y Muruarte de Reta.