En Julio de 2012 recibimos mails de MªPilar
Sáez de Albéniz Arregui, una de las Arqueólogas del equipo de Santa Criz,
comentando sobre lo que habíamos publicado. Nos alegró que se pusiese en
contacto con nosotros y transcribimos aquí un resumen de sus mails, (Los textos en rojo los hemos puesto nosotros).
Al final se pregunta si estaremos ante la Ciudad Baskona de NEMANTURISA. Nosotros, que muy poco sabemos, hemos oído de 3 o 4 localizaciones, una de ellas en Sofuentes. Acaba de ser confirmado, este octubre de 2012 por ARANZADI, el hallazgo de los restos de ITURISSA en Auritz-Burguete, ya antes establecido por Mª Angeles Mezquiriz.
Soy Pilar Sáez de Albéniz Arregui, una de las directoras del yacimiento
de Santa Criz de Eslava y llevo ya casi veinte años por ese valle.
Me
gusta la zona, y por supuesto estoy seducida por la ciudad de Santa Criz, tanto
a nivel personal como profesional. Por ello, y porque nuestro tiempo de ocio es
destinado en gran parte a investigar sobre el lugar, me encuentro un domingo de
julio a las cinco de la tarde buscando datos que apoyen una de nuestras líneas
de investigación.
También
me parece positiva vuestra invitación a que se os comunique cualquier cosa que
nos parezca menos oportuna o acertada sobre esto que expresáis. Por ello, a
título personal, me tomo la confianza de manifestaros la necesidad de tener precaución a la hora de exponer en un medio como
internet algunos datos, especialmente gráficos, que no hacen sino guiar a los
furtivos hasta aquellos materiales o estructuras que deseamos proteger. Sí
el yacimiento no se publicita, no se publica en la prensa o en otros medios, es
porque nuestros más de veinte años de experiencia indican el peligro de hacerlo
antes de tener montada una buena infraestructura (ya en proyecto).
Cada arqueólogo sabe como siente
el Patrimonio y qué desea para el mismo. El castro lo
descubrimos nosotras en 1994, momento en el que realizamos la primera
campaña de prospección sistemática, y lo excavamos en 2007 como consta en la
documentación del Departamento de Cultura; las
fotografías que mostráis, el plano a colores de los lienzos de muralla, también
lo hicimos nosotras para el Plan Director (en 2005).
Somos
arqueólogas de profesión, de manera “oficial” ¡que no es un pecado! Y nos lo
hemos tenido que currar mucho, por cierto. También y sobre todo, somos
arqueólogas de alma, porque tenemos la fortuna de amar nuestra profesión. Tal
vez, un poco apasionadas, es verdad, pero… ¿qué hay de una vida sin pasión? Evidentemente,
si hubiésemos querido enriquecernos a otro nivel no nos dedicaríamos a esto y
mucho menos nos dejaríamos el pellejo aquí. Hace tiempo que hubiésemos volado.
Bueno,
pues con la misma pasión que vivimos y disfrutamos Santa Criz y su entorno, lo
sufrimos. Cada vez estoy más convencida de que tú no
eliges a los lugares, que son ellos los que te eligen a ti. Y Santa Criz, inevitablemente, corre ya por nuestras venas,
forma parte de nuestra existencia.
Llegamos a este lugar pasando la veintena, con
la frescura de quien cree que puede cambiar algunas cosas, con la ilusión de
crear algo nuevo. Surgió entonces el enamoramiento y a día de hoy, tras algunas
veleidades, crudas infidelidades e intensos momentos de goce, estamos llevando
una relación de amor y compromiso esperando llegar juntos al final. Así lo siento
en mis entrañas.
Soñábamos con arrancar a esa tierra un espacio de
serenidad, de acogimiento, de encuentro de personas del presente con otras que
siguen estando vivas entre las piedras. Fue por eso que pusimos un sillar junto
a los cipreses, en la necrópolis: para que todos nos pudiésemos sentar a
pensar, a leer, a mirar, a esperar... Ese sillar y la vegetación fueron el
inicio de algo especial que deseábamos compartir.
En
1917 el Padre Escalada, y anteriormente Castrillo, habían publicado el hallazgo
de alguna pieza. También que a mediados de siglo y en los años 60 Vázquez de
Parga, Taracena y Maluquer de Motes hicieron alguna cata sondeo. Gracias a
ellos pudimos todos entender que ese lugar tenía relevancia. Y los datos de
esas publicaciones se fueron repitiendo sin necesidad de saber donde estaba
siquiera Eslava. Cuando nosotras llegamos la ciudad estaba “virgen”. No se había realizado una excavación arqueológica
(fueron tres catas sondeo las realizadas hasta entonces) ni un proyecto.
Comenzamos en 1994 pidiendo permiso para hacer una prospección y en 1995 para
hacer los primeros sondeos. Nos concedieron el permiso y comenzamos a buscar el
dinero para pagar a los dos obreros (nosotras no cobrábamos, aunque pagábamos las herramientas,
la gasolina y demás de nuestro dinero). El año siguiente, 1995,
volvimos a conseguir un poco de dinero e hicimos la segunda campaña en
idénticas condiciones que las anteriores.
Solicas estábamos,
y solicas tiramos hacia adelante creyendo en Santa Criz. Porque al
final no es creer en uno o en otro, es creer en el yacimiento. Bueno, he dicho
que estábamos solas, pero no, la gente de Eslava nos abrió las puertas de su
casa y de su corazón desde el primer momento, especialmente los más mayores.
Así que nos fuimos encariñando, no sólo con el yacimiento y el valle, sino
también con la gente del pueblo. Creo que a ellos les pasó lo mismo. Quiero pensar así. TODO ello, pasó a
formar parte de un proyecto de vida que se iniciaba para nosotras, algo más
tiernas que ahora, y ha estado caminando junto y en nosotras.
Esa
presencia nuestra, no se ve, pero ha estado ahí, irreductible, cada uno de
estos años.
Por eso me enfadé, no con vosotros, por supuesto, por la futilidad de algunas acciones. En este caso la propiedad intelectual tiene más que ver
con LA LEALTAD y EL RESPETO HACIA LOS DEMÁS, hacia el esfuerzo, el trabajo y la
capacidad de unas trabajadoras (no
es fácil, que todavía se perciben muchos prejuicios) que con otra cosa. En este mundillo, hasta hace poco, había la costumbre de
respetar el yacimiento donde excavaba un compañero, especialmente porque estos
pasan a formar parte de la vida del arqueólogo. Igual que antes sucedía
en el Valle de Arce, que el primero que encontraba un
panal lo señalaba con una cruz y los siguientes en encontrarlo jamás tocaban
esa miel. Pues así, nosotras siempre hemos
seguido la vieja tradición de la lealtad. Nuestro rollo no va de
competitividad, competencias y similares. De salir en el periódico o querer
hacer una macroexcavación para sacar pasta y lucirnos. Disfrutamos más con
otras cosas.
Entiendo que tal vez tengamos
diferentes opiniones sobre la “propiedad intelectual”. Yo, sólo puedo decir que
existe y es legal, y que más nos vale a algunos cuyo máximo poder es habernos
zafado del medio y seguir creyendo que, a pesar de todo, los sueños SE CUMPLEN. Sólo hay que perseguirlos, no
valen los abandonos. Yo también experimento, más que
considero, que el conocimiento es de todos. Por eso, en la medida que ha sido posible hasta el momento, lo hemos
compartido con las personas que se acercaban, especialmente si eran de
pueblos cercanos. Aunque estuviésemos en nuestro trabajo (aunque esté a cielo
abierto, necesitamos la misma concentración que otros trabajadores en el suyo)
tratábamos de recibirlos de la manera más agradable, aunque tuviésemos un
problemón, aunque estuviésemos en un momento delicado de la excavación, con
jaqueca, reñidos (un equipo de arqueología con tanta gente diferente da mucho
juego. Aunque, con los de Eslava estamos bien, bien, la verdad) almorzando o lo
que sea. No sé, habéis llegado y os hemos recibido con todo el cariño que hemos
tenido, aun suponiendo esto que nuestra jornada se alargaría un tiempo más,
fuera de horario, para terminar cosas que no se pueden dejar sin finiquitar y porque como todos, nosotras también tenemos que “rendir”
cuentas. Estamos encantadas de hacerlo, pero lo hacemos porque nos sale
del corazón.
Por
eso, y volviendo a lo de la propiedad intelectual, es lo mismo que cuando
García Márquez firma sus obras aun habiendo empleado el lenguaje y las palabras
que son de todos. Él ha sido quien ha proyectado la obra, la ha hecho crecer en
sus adentros, la ha amado y la ha expresado mediante la pluma suspendida en sus
manos, para hacer que todos podamos participar de semejante maravilla. A mí, que lleve su nombre, me hace pensar que hay gente
impresionante que es capaz de pensar por sí sola, que tiene un alma y un pensamiento libre y que se atreve a mostrarlo
al mundo para que también se cuestione las verdades.
Eso,
evidentemente, no tiene nada que ver con compartir con los demás.
Yéndome
al tema de la desprotección del yacimiento, sé que el mapa de Santa Criz sale
en muchos sitios, pero no en todos se señalan los lienzos de muralla, ahora cubiertos por la vegetación. Vosotros tomasteis legal y lícitamente algo que había sido
expuesto al público, no hay más que
decir. Yo vi, de nuevo, la exposición a la que se sometía este recinto, no sólo
para los expoliadores sino también a la
erosión que sobre el mismo puede provocar el paso de mucha gente y me sentí
fatal. Entiendo que algunos pueden pensar que uno tiene derecho a mirar;
mi sentimiento y obligación es velar por el cuidado del patrimonio (hasta dónde
puedo y me dejan, como queda en evidencia). No sé si
alguien se ha preguntado porque Santa Criz o las arqueólogas, Ayuntamiento de
Eslava, Departamento de Cultura, no salen en la prensa mostrando los hallazgos,
porque no se publica. Esta es la causa: preservar el yacimiento en este momento
de su evolución o trayectoria. No voy a decir más al respecto sino que
esperamos que las circunstancias sean benévolas y se pongan en marcha esas
medidas de protección (que, por cierto, son bastante difíciles; hay gente que por destrozar nos ha destrozado hasta la caseta
de obra).
Hasta que eso sea posible seguiré recordando como sale la
luna por detrás de Zaldinaga, la imagen del cinturón de luces invernales de los
pueblos sobre el valle mientras me pega el viento helado en la cara, los
Pirineos sobresaliendo entre la nieve como heraldos que cuidan de este paisaje,
la burbuja que cada amanecer envuelve a esta ciudad, el sol cobrizo asomando
por Arangoiti y Gallipienzo y la plateada niebla de noviembre helándonos los
ojos. El velo de mariposas que asciende cuando cruzo el Indusi, el sonido de
las esquilas ya en el recuerdo, el trasiego de los tractores. Y al abuelico de
Eslava que llega en el todoterreno del hijo para ver el yacimiento ¡y a las
mozas!, a las mujeres que incluyen una visita a nuestro “centro de operaciones”
en su paseo, al señor que viene a almorzar en el yacimiento, el que llega
preguntando si necesitamos algo, el que dice que qué ocultamos debajo de ese
terrero, al panadero del pueblo cercano que de alguna manera siempre está ahí
sonriente y bienintencionado y a algunos que ya nos han dejado. Recuerdos de
aquel día en que se llevaron el togado para restaurarlo: fue la primera vez en
Navarra en la que un pueblo acudía a ver una pieza y el acontecimiento de su
levantamiento. Avisados de improviso, todos allí reunidos, unos llorando, otros
hablando y otros sacudiendo al político con sus dignas peticiones. Precioso.
Hubiésemos querido avisar a todos los vecinos del valle, dar un vínico y demás,
pero… eso hubiese supuesto anunciar de víspera, por lo menos, la presencia de
una escultura, la primera de la comunidad, que tenía que pasar en Santa Criz
toda la noche. Es lo que tiene: a veces, por proteger algunas cosas, tenemos
que callar otras.