Santa Criz, una necrópolis romana de incineración en
Eslava (Navarra)
Armendáriz Aznar, Rosa María;
Mateo Pérez, María Rosario;
Sáenz de Albéniz Arregui, María Pilar
Sancho el
Fuerte, 21-9º A
31007
Iruñea
La prospección
sistemática llevada a cabo en el término municipal de Eslava (Navarra) durante
los años 1994/1995, permitió obtener nuevos datos sobre el poblamiento de este
lugar en época romana: se localizaron varias villas y numerosos asentamientos
de menor entidad, aunque igualmente relacionados con la economía agropecuaria.
Todo ello cobra especial interés si tenemos en cuenta que todos estos hallazgos
se articulan en torno a un núcleo central constituido por el yacimiento
denominado “Santa Criz”. De ese yacimiento, situado en un cerro del mismo
nombre, se tienen noticias desde el año 1917, cuando J. Castrillo publica un
miliario procedente de este lugar. Las publicaciones posteriores siguen
haciendo referencia a hallazgos sueltos realizados en la zona, pero nunca al
yacimiento como tal. El examen de prospección minuciosa llevado a cabo por las
abajo firmantes, aportó numerosas pruebas que evidencian un potencial
arqueológico ignorado hasta el momento, así como la existencia de una
necrópolis, también de época romana, de la que no se conocía dato alguno. Por
este motivo y con el apoyo del Gobierno de Navarra, se han llevado a cabo dos
campañas de excavación (1995-1996), centradas principalmente en la citada necrópolis.
Los datos extraídos de las mismas, aunque provisionales, unidos a los
importantes restos epigráficos de índole funeraria hallados en el lugar
permiten asegurar la existencia de la segunda necrópolis de incineración de
época romana en el conjunto de la arqueología navarra.
1994/1995 urteetan Nafarroako Eslaba udalerrian egindako zundaketa sistematikoak bertako erromatar garaiko biziguneari buruzko datu berriak bideratu zituen: zenbait v i l l a e aurkitu ziren, bai eta nekazaritza ekonomiarekin zerikusia zuten garrantzi gutxiagoko beste zenbait eraikin ere. Horrek guztiak interes berezia du aurkikuntza guztiak gune baten inguruan egituraturik daudela kontutan hartzen badugu, hots, “Santa Criz” izeneko aztarnategian. 1917. urtetik jadanik, izen bereko muinoan dagoen aztarnategi horren berri genuen, J. Castrillok bertan aurkitu miliar harriari buruz idatzi zuelarik. Ondoko agerkariek eskualde horretan egindako aurkikuntza solteen berri ematen jarraitu zuten, baina inoiz ez zuten aztarnategi batez zehazki hitz egiten. Behean izenpetzen dugunok burutu dugun zundatze-azterketa xeheak gaur arte ezezaguna zen aberastasun arkeologikoa agerian jartzen duten froga anitz azaltzeaz gainera, erromatar garaiko nekropolis baten existentzia nabarmendu du, beroni buruzko daturik batere ezagutzen ez zelarik. Horregatik, eta Nafarroako Gobernuaren laguntzaz, bi indusketa kanpaina bururatu dira (1995-1996), gehienbat aipatu nekropolis horren inguruan. Bertatik lortu diren datuek, behin-behinekoak badira ere, bertan aurkitu heriotzaren inguruko hondar epigrafiko garrantzitsuekin batera, Nafarroako arkeologiaren multzoan erromatar garaiko bigarren errauste nekropolisa dela segurtamena ematen dute. Giltz-Hitzak: Erromatar aldia. Nekropolisa. Mausoleoa. Erraustea. Eslaba. Nafarroa.
(Este mismo texto
está también traducido al inglés).
Isturitz, 9, 1997
La presente comunicación tiene
por objeto dar a conocer la necrópolis romana de Santa Criz situada en el
término municipal de Eslaba (Navarra).
Creemos que los resultados
obtenidos, tanto en las prospecciones como en las excavaciones llevadas a cabo
en esta zona, aun siendo provisionales, pueden aportar nuevos datos que
enriquezcan el panorama del mundo funerario de época romana en Euskalerria.
Dentro de la Comunidad Foral de Navarra, aparte de ésta de Eslava, únicamente
contamos con la existencia de otra necrópolis de incineración romana: la de
Iturissa (Espinal), ubicada en pleno Saltus Vasconum. Por ello las excavaciones
de Santa Criz contribuirán claramente a progresar en este panorama tan escaso
en datos hasta el momento.
A pesar de que esta comunicación
esta orientada a la exposición de los datos obtenidos en la excavación de la
necrópolis, evidentemente el estudio no se puede desligar del entorno en el que
se encuentra, esto es la ciudad que le dio origen.
MARCO GEOGRAFICO
El yacimiento de Santa Criz se
localiza en el término municipal de Eslava, en el centro de la Val de Aibar,
zona que representa la transición entre las estribaciones surpirenaicas y el
comienzo de la depresión del Valle del Ebro. Dista de Pamplona 56 Km. Desde el
punto de vista administrativo y judicial pertenece a la Merindad de Sangüesa y
al partido Judicial de Aoiz, respectivamente.
Geológicamente, el municipio
consta de dos pequeñas alineaciones serranas, una situada al Norte y otra al
Sur, separadas por una parte central mas baja y llana. La primera se
corresponde con un sinclinal colgado, prolongación oriental del de Barásoain, y
la segunda con el frente abrupto de una cresta aresnicosa del Oligoceno
profundamente erosionado en sus partes de margas y arcillas, lo que explica que
la parte llana del término en que se conservan extensos manchones de glacis
cubiertos de derrubios. El sistema hidrográfico es pobre, basado principalmente
en las aguas que desde los numerosos barrancos discurren hasta el rio Indusi.
En esta sierra situada al Sur,
citada mas arriba, y denominada Sierra de Arbiñaga se localiza el yacimiento
romano de Santa Criz. Se trata de un altozano de 544 m/s.n.m. que parece una
espléndida plataforma, caracterizada por una privilegiada visibilidad. A pesar no
estar situado junto a un curso de agua de gran entidad, sus necesidades
hídricas se verían satisfechas por los dos pequeños riachuelos que pasan a sus
pies y por el manantial de la Fuente del Moro, situada a poca distancia. Además
es una zona con recursos cinegéticos abundantes (caza menor), siendo el terreno
cultivable de gran calidad.
Actualmente el cerro se halla inculto,
y ocupado en algunas zonas de matorral
mediterráneo.
Así pues, el cerro de Santa Criz
es una pieza mas en el rosario de cerros, de dirección Este-Oeste, que
flanquean la Sierra de Arbiñaga, desde Gallipienzo hasta el Alto de Lerga.
Por el momento, en tres de estas
formaciones se localizan restos de poblamiento:
-
en Santa Criz (Eslava)
-
debajo del asentamiento de los Casquilletes de
San Juan, de época romana (Gallipienzo)
-
en el desolado de Abaiz (Lerga)
Las excavaciones realizadas hasta
el momento en Santa Criz han permitido estructurar el hábitat en dos zonas
neurálgicas:
- la necrópolis, que ocupa la vaguada existente a
los pies de la ciudad. Actualmente la zona se dedica al cultivo de cereal (Fot.
1)
- la plataforma del cerro, ocupada por edificios
importantes, posiblemente pertenecientes al foro (Fot. 2).
HISTORIA DE LAS INVESTIGACIONES
La bibliografía sobre hallazgos
arqueológicos en el término de Santa Criz no es amplia:
La primera cita bibliográfica de
la que tenemos noticia se produce en 1917 cuando el señor J. Castrillo publica
la aparición de un miliario de Maximo y Maximino (año 238 d.C.), procedente del
paraje denominado Fuente de los Moros (1). En 1928 J. Altadill recoge esta
noticia en De re geographica-historica.
Vías y vestigios romanos en Navarra (2), donde añade la existencia en este
lugar de numerosos fragmentos de urnas cinerarias y restos de huesos
calcinados. En 1934 el Padre Escalada (3), que interpreta el miliario citado
mas arriba, menciona haber observado in
situ “restos muy notables de edificios, como capiteles, fustes de columnas,
lápidas, cipos, etc”. En este mismo sentido B. Taracena y L. Vázquez de Parga
(4) citan varios restos de estructuras hallados en superficie: dos capiteles toscanos
y uno corintio, un fuste en escama adosado a una jamba y otros acanalados.
Estos elementos motivaron la
realización de la primera intervención arqueológica en este lugar, llevado a
cabo en setiembre de 1944 por estos dos estudiosos. La “exploración”, como
ellos mismos la denominaron, permitió sacar a la luz restos de varios muros de
viviendas, uno de los cuales correspondería a un atrio con impluvium, un gran basamento de templo y abundantísimos restos de TSH. El informe completo de esta
exploración nunca llegó a publicarse (5).
En 1961 J. Maluquer de Motes (6)
en la I Reunión de Arqueólogos del Distrito Universitario de Zaragoza, cita a
Santa Criz entre las ciudades que, junto a Andelos, Cara. Etc. “constituían una
serie de municipios romanos propios de la ya romanizada Navarra Media”. Según
el autor en estas zonas la forma de vida hispano-romana pervivió hasta época
visigoda. En este mismo año J.M.Blazquez publica en la Revista Príncipe de
Viana (7) un artículo sobre los relieves de Los Casquilletes de San Juan de
Gallipienzo ya conocidos por J. Castrillo (8). Entre estos grandes sillares
decorados con motivos vegetales Blázquez establece dos conjuntos: uno
recuperado de Gallipienzo y otro de las ruinas de Santa Criz.
En la década de los 70 continuaron las noticias sobre
diversos hallazgos en este lugar. Mª Angeles Mezquiriz publica la existencia de
un pasador iberorromano adquirido por el Museo de Navarra en agosto de 1959
(9), García Bellido (10) publica una lápida en la que figura un dispensator
publicus y también un miliario de Probo. En el trabajo realizado por Carmen
Castillo en 1981 sobre las fuentes epigráficas del Museo de Navarra (11), se
hallan dos inscripciones inéditas, de carácter funerario, halladas igualmente
en Santa Criz. En 1986 el lugar de Artamaleta, situado cerca de Santa Criz es
noticia (12) al ser catalogado como yacimiento protohistórico, lo que dio lugar
a prospecciones puntuales en la zona, dirigidas por el Departamento de Prehistoria
e Historia Antigua de la Universidad de Navarra. De estas investigaciones no
queda constancia escrita.
RESULTADO DE LAS
PROSPECCIONES
En 1987, con motivo de la realización de un trabajo
universitario, una de las integrantes delequipo efectuó una propección
sistemática del cerro y aledaños, pudiendo observar entre otros aspectos en el
campo recien labrado, la existencia de restos de cerámicas asociadas a cenizas
y huesos quemados.
Este hecho nos indujo a llevar a cabo una prospección
sistemática que afectase a todo el término, prospección que tuvo lugar entre
septiembre de 1994 y febrero de 1995 con el permiso del Gobierno de Navarra y
con ayuda económica de la Sociedad de Estudios Vascos. Esta labor se completó
con numerosas indagaciones entre los vecinos de la zona. Las labores de
prospección permitieron obtener nuevos datos sobre el poblamiento de este lugar
en época romana: se localizó toda una red de asentamientos compuesta por
yacimientos igualmente relacioados con la economía agropecuaria . Todo ello
cobra especial interés si tenemos en cuenta que todos estos hallazgos se
articulan en torno a un núcleo central constituido por el yacimiento de Santa
Criz.
Algunos de estos asentamientos se encuentran jalonando un
actual camino de herradura que discurre a los pies del cerro, por su cara
norte, y que posiblemente pueda estar enmascarando un antiguo camino romano,
máxime si tenemos en cuenta que en sus proximidades se encontró uno de los
miliarios antes referidos.
En la cara Sur contamos también con otro camino, denominado
“Camino viejo de Gallipienzo” (por proceder de este punto) igualmente jalonado
por restos humanos de distinta entidad. Entre ellos destaca el hallazgo de otro
miliario. Este camino, en las proximidades del asentamiento de Los Casquilletes
de San Juan (Gallipienzo) y de las minas de cobre de igual nombre, presenta
enlosado de piedra irregular.
Evidentemente la factura actual de estos caminos rústicos
hace difícil atestiguar de manera fehaciente su origen.
De cualquier modo, las evidencias detectadas hacen posible
la existencia de una vía romana en la zona que bien pudiera ser la denominada
de “La Canal de Berdún”, o uno de los ramales que unían Caesaraugusta con el
Cantábrico.
EXCAVACION
(1995-1996)
La primera campaña de excavación tuvo lugar entre el 24 de
mayo y 30 de junio de 1995. El trabajo fue realizado por dos obreros,
contratados gracias a una subvención de Diputación, y por las tres arqueólogas
que suscriben esta comunicación.
Aunque los objetivos planteados para la misma fueron
varios, la excavación estuvo determinada por los importantes restos hallados en
la necrópolis y por el continuado deterioro arqueológico que sufre anualmente
esta zona debido al laboreo agrícola (mientras el cerro permanece inculto).
Así pudimos intervenir en la zona escalonada, de acceso a
la ciudad, donde se procedió a la limpieza y excavación de la estructura
muraria. En la zona de la ladera del cerro, junto a tres grandes sillares que
afloraban en superficie se relizó una cata. Fruto de la misma fue el hallazgo
de restos constructivos importantes, pertenecientes a una estructura
arquitectónica, de gran envergadura y naturaleza aun indeterminada. La
existencia de una columna estriada y de un espléndido capitel corintio formando
parte de la cimentación nos hablan de dos momentos constructivos separados en
el tiempo.
Pero nuestra intervención se centró principalmente en la
zona Este de la necrópolis. A este lugar le denominamos sector I (fot.3).
MAUSOLEO I
Se trata de la cimentación de una estructura rectangular.
En su parte Norte está formada por sillares de calcarenita
de tonalidad dorada, que presentan molduras finamente talladas (Fot.4). La
parte posterior, al Sur, la constituyen varias hiladas de sillarejo que se
adaptan perfectamente a los citados sillares. En su lado derecho, sin embargo,
el lienzo de sillarejo ofrece una especie de vano, que posiblemente fuera
ellugar de acceso al mausoleo. Esta idea se confirma por la aparición en la
esquina sur de este vano, de tres grandes clavos que debieron sujetar el
vástago de madera de la puerta.
En cuanto a la ornamentación del edificio, hemos citado
las molduras de la parte Norte. En altura debió colocarse una hermosa cornisa,
de la que observamos los restos al pie del mismo mausoleo. La parte sur
recubría al interior y al exterior sus muros de piedra con estucos coloreados,
ocultando así la modestia de estos, que de otro modo hubiesen estado en total
disonancia con la parte de sillares moldeados.
En su parte interior procedimos a rebajar dos niveles de
sedimento:
Nivel I. Fruto de estas labores fue el hallazgo de los
restos de una incineración que se localiza a 1,40 m. del lado Norte y situada
casi en el centro del mausoleo. Se trata de una mancha carbonosa de
aproximadamente 0,5 m. que presenta una tierra muy compactada. Sobre ella se
encuentran huesos quemados, asi como numerosos clavos de hierro y chinchetas,
algunas de ellas de bronce; casi todos estos metales presentan sus cabezas
hacia el interior y la punta al exterior, colocándose unos juntos / sobre otros
y entre los restos humanos.
El ajuar recogido se reduce a una hebilla de hierro de
forma rectangular, a un pequeño anillo de bronce y a unresto metálico
totalmente alterado por la temperatura.
Se recuperaron restos de una vasija de TSH de la que
resulta imposible adivinar la forma; la existencia de sedimento
arqueológicamente fertil a unas cotas tan superficiales evidentemente acarrea
que los restos se encuentren deteriorados, por el sometimiento de los mismos al
continuo laboreo agrícola.
En cuanto a la parte interior situada al sur del mausoleo,
únicamente pudimos confirmar que se hallaba totalmente cubierta de piedras,
procedentes con toda seguridad del derrumbe de los muros.
Nivel II. El segundo nivel excavado parcialmente en la
campaña de 1996 ha ofrecido nuevos datos consistentes en la individualización
de tres nuevas zonas con restos de carbón y huesos calcinados. Estas
incineraciones, en dos casos, aparecen desprovistas tanto de ajuar como de urna.
Solo en una de ellas (ubicada en la parte Noreste del mausoleo) (Fot. 9)
presentó claramente esta conjunción: pudo identificarse una mancha carbonosa
sobre la que se disponía gran cantidad de huesos calcinados. Debajo de este
lecho se localizó una vasija de cerámica pigmentada en posición invertida. Esta
pieza se hallaba introducida en una cavidad practicada en el nivel del suelo y
que había sido revestida por pequeños cantos rodados. El borde de la vasija
apoyaba directamente sobre un suelo de estos mismos cantos. En la parte
superior de la Cavidad, y rodeándola se encontraron numerosos troncos de madera
carbonizada. Junto a los habituales clavos de hierro y las chinchetas se
localizó una cuenta de collar y un troso de plomo informe debido, con toda
probabilidad, al calor.
A la izquierda de esta incineración se detectó una
segunda, en este caso desprovista de urna pero con la peculiaridad de
encontrarse claramente delimitada por dos losetas de piedra formando un ángulo
abierto hacia el sur.
La tercera incineración es mas confusa: los restos humanos
y los carbones aparecen mas dispersos, pudiendo estar circunscritos, de algún
modo, por una formación oval de piedras. Sin embargo, este punto todavía no
puede certificarse con plena seguridad.
Unacuarta vasija, sin restos óseos, se recuperó del ángulo
sureste de este mismo Mausoleo I. Aunque todavía no se ha procedido a su
estudio podemos decir que se trata de una jarra TSH.
MAUSOLEO II
Esta estructura también tiene forma rectangular, aunque
sus dimensiones son menores.
Presenta toda ella muros de sillarejo, sin encontrarse
junto a ellos resto de estuco. De ello se deduce queno debió estar enlucidoen
época romana (fot. 5)
En su interior y en su parte central, se encontraron
troncos totalmente carbonizados, algunos de los cuales todavía se encontraban
unidos por clavos de hierro. Sobre ellos identificamos los restos de dos
incineraciones (Fot. 6)
En la última campaña se ha levantado parcialmente el
sedimento que colmata la estructura, no encontrándose tampoco restos cerámicos
asociados a los restos humanos. Asimismo los ajuares son prácticamente
inexistentes si exceptuamos un pequeño arito de oro que se recuperó entre los
huesos.
MAUSOLEO III
Descubierto en esta última campaña de 1996, de momento no
ha podido ser excavado en su parte interior. Por este motivo se ha conservado
la capa de derrumbre que cubre la estructura, preservando de este modo el nivel intacto subyacente hasta la próxima
campaña (fot.7).
Sobre este derrumbe se hallaron restos de dos vasijas: una de cerámica común de tonalidad gris y otra de engobe rojo (fot.8); los fragmentos que completan los envases deben encontrarse entre el derrumbe o en el propio interior del mausoleo.
Un dato que ha podido demostrarse en la segunda campaña ha
sido la existencia de un pavimento que se presenta circundando las tres
estructuras. Este suelo topográficamente es bastante desigual así como en su
factura. En algunas zonas está elaborado a base de pequeñas piedras de forma
irregular y en otras con cantos rodados.
Desgraciadamente hasta el momento no se han detectado
elementos de cultura material como cerámicas o metales que puedan permitirnos
aventurar una datación. Los escasos restos metálicos encontrados apenas ofrecen
poco mas que su importancia en la tierra. Posiblemente haya sido la humedad que
presenta todo el pavimento la que ha acelerado el deterior del metal.
Sin embargo, las evidencias cerámicas se hallan
relativamente en buenas condiciones.
Vasijas localizadas sobre el pavimento
-
Vasija N.1. La primera vasija, hallada en 1995, responde a una jarra con
carena, cuello moldurado y dos asas de cinta. Aparece recubierta en el exterior
por un englobe de tonalidad naranja muy degradado y prácticamente inexistente
salvo en pequeñas zonas. Esta vasija guarda paralelos con la forma Mezquiriz 1.
Seencontraba situada junto al muro oeste delMausoleo II y señalada por una
serie de losetas de piedra arenisca que la circundaban.
-
Vasija N.2. La segundapieza, relativamente completa se halló entre los
Mausoleos I y III, en el pavimento anteriormente descrito. Debido al laboreo
agrícola parte de este envase ha desaparecido, conservándose la parte del
borde, lo que evidencia su posición invertida (Fot.10). Se trata de una forma
globular con boca pequeña y cuello moldurado. La variedad de la pasta es propia
de las cerámicas comunes.
A este exiguo catálogo de piezas poco mas puede añadírsele
si no es un reducido lote de fragmentos cerámicos de variedades diversas, que
abarcan desde el tipo común de cocina, pasando por la dolia, hasta la pigmentada o común de mesa. Es preciso añadir, sin
embargo, unos pocos fragmentos de cerámica de “cáscara de huevo”, aparecidos en
el nivel de relleno, no asociados a ninguna estructura aunque si cercanos a una
incineración.
Restos de tres incineraciones han sido igualmente
detectados en el exterior de los mausoleos, sin que hayan podido ser todavía
despejados.
Por otra parte, esta zona de calle ha aportado importantes
elementos constructivos principalmente sillares. Algunos de ellos presentan
molduras, decoraciones de palmetas (fot 12)
Y diferentes motivos escultóricos, resaltando entre ellos
una pieza singular, posiblemente parte de un cipo: en ella serepresenta, en
altorelieve, un rostro humano inscrito en un haz de pétalos. La talla de la
piedra es tosca y los rasgos escuetos y sintéticos (Fot. 11)
En esta misma matriz de tierra se localizó asimismo
un fragmento de inscripción en el que se aprecian claramente las letras AIP perfectamente
labradas en una correcta capital cuadrata (fig. 13).
En estamisma zona, junto al Mausoleo I, fue hallada
años atrás un ara votiva dedicada a los dioses pero cuya transcripción es
dificultosa (Fot. 14).
Los datos aportados por estos hallazgos epigráficos
vienen a engrosar el nutrido lote de inscripciones procedentes de este lugar y
zonas colindantes (13).
CONCLUSIONES
Dos meses de excavación arqueológica en un
yacimiento, evidentemente no pueden aportar resultados concluyentes, máxime
cuando la segunda de estas campañas ha sido clausurada recientemente. Por ello,
y puesto que además no hemos podido disponer del tiempo suficiente para el
análisis de los datos y su estudio ante la inminente celebración de este
coloquio, hemos preferido simplemente notificar la existencia y evidente
potencialidad de este sitio.
La excavación de parte de la estructura muraria, la
localización de la necrópolis y la excavación parcial de estructuras propias
del foro de una ciudad amortizaron con creces la campaña de 1996 .
En el presente año, la excavación en área de un
sector de la necrópolis ha permitido la articulación de los espacios funerarios
así como la naturaleza de las incineraciones y la presencia de varias vasijas,
vacías y en posición invertida.
El trabajo, sin embargo, no ha hecho mas que
comenzar. Las labores realizadas no suponen sino meros arañazos en la totalidad
del asentamiento.
Una interpretación global de Santa Criz necesitará
de nuevas campañas, las cuales esperamos realizar próximamente, así como del
análisis de huesos, carbones y metales que están ya proyectados y confirmados.
Notas:
(1)
J. Castrillo, “Hallazgo
histórico. Piedra Milliaria y fragmento de otras piedras”, BCMNa, 8(1917), p.33.
(2)
J. Altadill, “De
Re Geographico-historica. Vías y vestigios romanos en Navarra”, Pamplona, 1928.
Pp.56-58.
(3)
F. Escalada, “La arqueología
en la villa de Javier (Navarra)”, BAH, CIV, 1934, p.282 y 285.
(4)
B. Taracena y L.
Vázquez de Parga, “Romanización”, Excavaciones en Navarra, I, 1947, pp.108-109.
(5)
Las abajo
firmantes pudimos examinar los escasos restos materiales fruto de esta
intervención, que se hallan depositados en los fondos del Museo de Navarra con
fecha de 1958.
(6)
J. Maluquer de
Motes, “Las actividades arqueológicas en Navarra”, I Reunión de Arqueólogos del
Distrito Universitario de Zaragoza, Caesaraugusta, 17-20, 1961-1962, p.186.
(7)
J.M. Blázquez, “Los
relieves de los Casquilletes de San Juan (Gallipienzo)”. Revista Príncipe de
Viana 1961.
(8)
J. Castrillo, op.
Cit.
(9)
Mª Angeles
Mezquiriz, “Prospecciones Arqueológicas de Navarra”, Príncipe de Viana, 1970,
p.65-66.
(10)
A. García y
Bellido, “Tres miliarios romanos de Navarra y una lápida de un “dispensator” de
Eslava”. Homenaje a J.E. Uranga, Pamplona, 1971, p. 385-391.
(11)
Castillo C. y Gómez
Pantoja, “Inscripciones romanas en Navarra”, 1981
(12)
Diario de
Navarra: “Un importante santuario de la Edad del Bronce en Eslava”, Pamplona,
21 y 25 de mayo de 1986.
(13)
L’Anneé
Epigraphique, París, 1961, 348; A. García y Bellido, “Tres miliarios romanos de
Navarra y la lápida de un dispensator de Eslava”. Homenaje a J.E. Uranga,
Pamplona, 1971, p. 385-391 = BRAH 168 (1971) 188; C. Castillo y J.
Gómez-Pantoja, “Inscripciones romanas del Museo de Navarra”, 1981, n.40-41; C.
Castillo, “Comunicación del III Congreso General de Historia de Navarra, 1994,
en prensa.