lunes, 2 de julio de 2012

02.85.02 Santa Criz - Necrópolis - rMmApS


Santa Criz, una necrópolis romana de incineración en Eslava (Navarra)

Armendáriz Aznar, Rosa María;
Mateo Pérez, María Rosario;
Sáenz de Albéniz Arregui, María Pilar
Sancho el Fuerte, 21-9º A
31007 Iruñea

La prospección sistemática llevada a cabo en el término municipal de Eslava (Navarra) durante los años 1994/1995, permitió obtener nuevos datos sobre el poblamiento de este lugar en época romana: se localizaron varias villas y numerosos asentamientos de menor entidad, aunque igualmente relacionados con la economía agropecuaria. Todo ello cobra especial interés si tenemos en cuenta que todos estos hallazgos se articulan en torno a un núcleo central constituido por el yacimiento denominado “Santa Criz”. De ese yacimiento, situado en un cerro del mismo nombre, se tienen noticias desde el año 1917, cuando J. Castrillo publica un miliario procedente de este lugar. Las publicaciones posteriores siguen haciendo referencia a hallazgos sueltos realizados en la zona, pero nunca al yacimiento como tal. El examen de prospección minuciosa llevado a cabo por las abajo firmantes, aportó numerosas pruebas que evidencian un potencial arqueológico ignorado hasta el momento, así como la existencia de una necrópolis, también de época romana, de la que no se conocía dato alguno. Por este motivo y con el apoyo del Gobierno de Navarra, se han llevado a cabo dos campañas de excavación (1995-1996), centradas principalmente en la citada necrópolis. Los datos extraídos de las mismas, aunque provisionales, unidos a los importantes restos epigráficos de índole funeraria hallados en el lugar permiten asegurar la existencia de la segunda necrópolis de incineración de época romana en el conjunto de la arqueología navarra.


1994/1995 urteetan Nafarroako Eslaba udalerrian egindako zundaketa sistematikoak bertako erromatar garaiko biziguneari buruzko datu berriak bideratu zituen: zenbait v i l l a e aurkitu ziren, bai eta nekazaritza ekonomiarekin zerikusia zuten garrantzi gutxiagoko beste zenbait eraikin ere. Horrek guztiak interes berezia du aurkikuntza guztiak gune baten inguruan egituraturik daudela kontutan hartzen badugu, hots, “Santa Criz” izeneko aztarnategian. 1917. urtetik jadanik, izen bereko muinoan dagoen aztarnategi horren berri genuen, J. Castrillok bertan aurkitu miliar harriari buruz idatzi zuelarik. Ondoko agerkariek eskualde horretan egindako aurkikuntza solteen berri ematen jarraitu zuten, baina inoiz ez zuten aztarnategi batez zehazki hitz egiten. Behean izenpetzen dugunok burutu dugun zundatze-azterketa xeheak gaur arte ezezaguna zen aberastasun arkeologikoa agerian jartzen duten froga anitz azaltzeaz gainera, erromatar garaiko nekropolis baten existentzia nabarmendu du, beroni buruzko daturik batere ezagutzen ez zelarik. Horregatik, eta Nafarroako Gobernuaren laguntzaz, bi indusketa kanpaina bururatu dira (1995-1996), gehienbat aipatu nekropolis horren inguruan. Bertatik lortu diren datuek, behin-behinekoak badira ere, bertan aurkitu heriotzaren inguruko hondar epigrafiko garrantzitsuekin batera, Nafarroako arkeologiaren multzoan erromatar garaiko bigarren errauste nekropolisa dela segurtamena ematen dute. Giltz-Hitzak: Erromatar aldia. Nekropolisa. Mausoleoa. Erraustea. Eslaba. Nafarroa.

(Este mismo texto está también traducido al inglés).


Isturitz, 9, 1997


La presente comunicación tiene por objeto dar a conocer la necrópolis romana de Santa Criz situada en el término municipal de Eslaba (Navarra).

Creemos que los resultados obtenidos, tanto en las prospecciones como en las excavaciones llevadas a cabo en esta zona, aun siendo provisionales, pueden aportar nuevos datos que enriquezcan el panorama del mundo funerario de época romana en Euskalerria. Dentro de la Comunidad Foral de Navarra, aparte de ésta de Eslava, únicamente contamos con la existencia de otra necrópolis de incineración romana: la de Iturissa (Espinal), ubicada en pleno Saltus Vasconum. Por ello las excavaciones de Santa Criz contribuirán claramente a progresar en este panorama tan escaso en datos hasta el momento.

A pesar de que esta comunicación esta orientada a la exposición de los datos obtenidos en la excavación de la necrópolis, evidentemente el estudio no se puede desligar del entorno en el que se encuentra, esto es la ciudad que le dio origen.



MARCO GEOGRAFICO

El yacimiento de Santa Criz se localiza en el término municipal de Eslava, en el centro de la Val de Aibar, zona que representa la transición entre las estribaciones surpirenaicas y el comienzo de la depresión del Valle del Ebro. Dista de Pamplona 56 Km. Desde el punto de vista administrativo y judicial pertenece a la Merindad de Sangüesa y al partido Judicial de Aoiz, respectivamente.

Geológicamente, el municipio consta de dos pequeñas alineaciones serranas, una situada al Norte y otra al Sur, separadas por una parte central mas baja y llana. La primera se corresponde con un sinclinal colgado, prolongación oriental del de Barásoain, y la segunda con el frente abrupto de una cresta aresnicosa del Oligoceno profundamente erosionado en sus partes de margas y arcillas, lo que explica que la parte llana del término en que se conservan extensos manchones de glacis cubiertos de derrubios. El sistema hidrográfico es pobre, basado principalmente en las aguas que desde los numerosos barrancos discurren hasta el rio Indusi.

En esta sierra situada al Sur, citada mas arriba, y denominada Sierra de Arbiñaga se localiza el yacimiento romano de Santa Criz. Se trata de un altozano de 544 m/s.n.m. que parece una espléndida plataforma, caracterizada por una privilegiada visibilidad. A pesar no estar situado junto a un curso de agua de gran entidad, sus necesidades hídricas se verían satisfechas por los dos pequeños riachuelos que pasan a sus pies y por el manantial de la Fuente del Moro, situada a poca distancia. Además es una zona con recursos cinegéticos abundantes (caza menor), siendo el terreno cultivable de gran calidad.

Actualmente el cerro se halla inculto, y ocupado en algunas zonas  de matorral mediterráneo.

Así pues, el cerro de Santa Criz es una pieza mas en el rosario de cerros, de dirección Este-Oeste, que flanquean la Sierra de Arbiñaga, desde Gallipienzo hasta el Alto de Lerga.



Por el momento, en tres de estas formaciones se localizan restos de poblamiento:
-        en Santa Criz (Eslava)
-        debajo del asentamiento de los Casquilletes de San Juan, de época romana (Gallipienzo)
-        en el desolado de Abaiz (Lerga)

Las excavaciones realizadas hasta el momento en Santa Criz han permitido estructurar el hábitat en dos zonas neurálgicas:
-     la necrópolis, que ocupa la vaguada existente a los pies de la ciudad. Actualmente la zona se dedica al cultivo de cereal (Fot. 1)
-     la plataforma del cerro, ocupada por edificios importantes, posiblemente pertenecientes al foro (Fot. 2).


HISTORIA DE LAS INVESTIGACIONES

La bibliografía sobre hallazgos arqueológicos en el término de Santa Criz no es amplia:

La primera cita bibliográfica de la que tenemos noticia se produce en 1917 cuando el señor J. Castrillo publica la aparición de un miliario de Maximo y Maximino (año 238 d.C.), procedente del paraje denominado Fuente de los Moros (1). En 1928 J. Altadill recoge esta noticia en De re geographica-historica. Vías y vestigios romanos en Navarra (2), donde añade la existencia en este lugar de numerosos fragmentos de urnas cinerarias y restos de huesos calcinados. En 1934 el Padre Escalada (3), que interpreta el miliario citado mas arriba, menciona haber observado in situ “restos muy notables de edificios, como capiteles, fustes de columnas, lápidas, cipos, etc”. En este mismo sentido B. Taracena y L. Vázquez de Parga (4) citan varios restos de estructuras hallados en superficie: dos capiteles toscanos y uno corintio, un fuste en escama adosado a una jamba y otros acanalados.

Estos elementos motivaron la realización de la primera intervención arqueológica en este lugar, llevado a cabo en setiembre de 1944 por estos dos estudiosos. La “exploración”, como ellos mismos la denominaron, permitió sacar a la luz restos de varios muros de viviendas, uno de los cuales correspondería a un atrio con impluvium, un gran basamento de templo y abundantísimos restos de TSH. El informe completo de esta exploración nunca llegó a publicarse (5).

En 1961 J. Maluquer de Motes (6) en la I Reunión de Arqueólogos del Distrito Universitario de Zaragoza, cita a Santa Criz entre las ciudades que, junto a Andelos, Cara. Etc. “constituían una serie de municipios romanos propios de la ya romanizada Navarra Media”. Según el autor en estas zonas la forma de vida hispano-romana pervivió hasta época visigoda. En este mismo año J.M.Blazquez publica en la Revista Príncipe de Viana (7) un artículo sobre los relieves de Los Casquilletes de San Juan de Gallipienzo ya conocidos por J. Castrillo (8). Entre estos grandes sillares decorados con motivos vegetales Blázquez establece dos conjuntos: uno recuperado de Gallipienzo y otro de las ruinas de Santa Criz.




En la década de los 70 continuaron las noticias sobre diversos hallazgos en este lugar. Mª Angeles Mezquiriz publica la existencia de un pasador iberorromano adquirido por el Museo de Navarra en agosto de 1959 (9), García Bellido (10) publica una lápida en la que figura un dispensator publicus y también un miliario de Probo. En el trabajo realizado por Carmen Castillo en 1981 sobre las fuentes epigráficas del Museo de Navarra (11), se hallan dos inscripciones inéditas, de carácter funerario, halladas igualmente en Santa Criz. En 1986 el lugar de Artamaleta, situado cerca de Santa Criz es noticia (12) al ser catalogado como yacimiento protohistórico, lo que dio lugar a prospecciones puntuales en la zona, dirigidas por el Departamento de Prehistoria e Historia Antigua de la Universidad de Navarra. De estas investigaciones no queda constancia escrita.


RESULTADO DE LAS PROSPECCIONES

En 1987, con motivo de la realización de un trabajo universitario, una de las integrantes delequipo efectuó una propección sistemática del cerro y aledaños, pudiendo observar entre otros aspectos en el campo recien labrado, la existencia de restos de cerámicas asociadas a cenizas y huesos quemados.

Este hecho nos indujo a llevar a cabo una prospección sistemática que afectase a todo el término, prospección que tuvo lugar entre septiembre de 1994 y febrero de 1995 con el permiso del Gobierno de Navarra y con ayuda económica de la Sociedad de Estudios Vascos. Esta labor se completó con numerosas indagaciones entre los vecinos de la zona. Las labores de prospección permitieron obtener nuevos datos sobre el poblamiento de este lugar en época romana: se localizó toda una red de asentamientos compuesta por yacimientos igualmente relacioados con la economía agropecuaria . Todo ello cobra especial interés si tenemos en cuenta que todos estos hallazgos se articulan en torno a un núcleo central constituido por el yacimiento de Santa Criz.

Algunos de estos asentamientos se encuentran jalonando un actual camino de herradura que discurre a los pies del cerro, por su cara norte, y que posiblemente pueda estar enmascarando un antiguo camino romano, máxime si tenemos en cuenta que en sus proximidades se encontró uno de los miliarios antes referidos.

En la cara Sur contamos también con otro camino, denominado “Camino viejo de Gallipienzo” (por proceder de este punto) igualmente jalonado por restos humanos de distinta entidad. Entre ellos destaca el hallazgo de otro miliario. Este camino, en las proximidades del asentamiento de Los Casquilletes de San Juan (Gallipienzo) y de las minas de cobre de igual nombre, presenta enlosado de piedra irregular.

Evidentemente la factura actual de estos caminos rústicos hace difícil atestiguar de manera fehaciente su origen.

De cualquier modo, las evidencias detectadas hacen posible la existencia de una vía romana en la zona que bien pudiera ser la denominada de “La Canal de Berdún”, o uno de los ramales que unían Caesaraugusta con el Cantábrico.


EXCAVACION (1995-1996)

La primera campaña de excavación tuvo lugar entre el 24 de mayo y 30 de junio de 1995. El trabajo fue realizado por dos obreros, contratados gracias a una subvención de Diputación, y por las tres arqueólogas que suscriben esta comunicación.

Aunque los objetivos planteados para la misma fueron varios, la excavación estuvo determinada por los importantes restos hallados en la necrópolis y por el continuado deterioro arqueológico que sufre anualmente esta zona debido al laboreo agrícola (mientras el cerro permanece inculto).

Así pudimos intervenir en la zona escalonada, de acceso a la ciudad, donde se procedió a la limpieza y excavación de la estructura muraria. En la zona de la ladera del cerro, junto a tres grandes sillares que afloraban en superficie se relizó una cata. Fruto de la misma fue el hallazgo de restos constructivos importantes, pertenecientes a una estructura arquitectónica, de gran envergadura y naturaleza aun indeterminada. La existencia de una columna estriada y de un espléndido capitel corintio formando parte de la cimentación nos hablan de dos momentos constructivos separados en el tiempo.

Pero nuestra intervención se centró principalmente en la zona Este de la necrópolis. A este lugar le denominamos sector I (fot.3).



MAUSOLEO I

Se trata de la cimentación de una estructura rectangular.

En su parte Norte está formada por sillares de calcarenita de tonalidad dorada, que presentan molduras finamente talladas (Fot.4). La parte posterior, al Sur, la constituyen varias hiladas de sillarejo que se adaptan perfectamente a los citados sillares. En su lado derecho, sin embargo, el lienzo de sillarejo ofrece una especie de vano, que posiblemente fuera ellugar de acceso al mausoleo. Esta idea se confirma por la aparición en la esquina sur de este vano, de tres grandes clavos que debieron sujetar el vástago de madera de la puerta.


En cuanto a la ornamentación del edificio, hemos citado las molduras de la parte Norte. En altura debió colocarse una hermosa cornisa, de la que observamos los restos al pie del mismo mausoleo. La parte sur recubría al interior y al exterior sus muros de piedra con estucos coloreados, ocultando así la modestia de estos, que de otro modo hubiesen estado en total disonancia con la parte de sillares moldeados.

En su parte interior procedimos a rebajar dos niveles de sedimento:

Nivel I. Fruto de estas labores fue el hallazgo de los restos de una incineración que se localiza a 1,40 m. del lado Norte y situada casi en el centro del mausoleo. Se trata de una mancha carbonosa de aproximadamente 0,5 m. que presenta una tierra muy compactada. Sobre ella se encuentran huesos quemados, asi como numerosos clavos de hierro y chinchetas, algunas de ellas de bronce; casi todos estos metales presentan sus cabezas hacia el interior y la punta al exterior, colocándose unos juntos / sobre otros y entre los restos humanos.

El ajuar recogido se reduce a una hebilla de hierro de forma rectangular, a un pequeño anillo de bronce y a unresto metálico totalmente alterado por la temperatura.

Se recuperaron restos de una vasija de TSH de la que resulta imposible adivinar la forma; la existencia de sedimento arqueológicamente fertil a unas cotas tan superficiales evidentemente acarrea que los restos se encuentren deteriorados, por el sometimiento de los mismos al continuo laboreo agrícola.

En cuanto a la parte interior situada al sur del mausoleo, únicamente pudimos confirmar que se hallaba totalmente cubierta de piedras, procedentes con toda seguridad del derrumbe de los muros.


Nivel II. El segundo nivel excavado parcialmente en la campaña de 1996 ha ofrecido nuevos datos consistentes en la individualización de tres nuevas zonas con restos de carbón y huesos calcinados. Estas incineraciones, en dos casos, aparecen desprovistas tanto de ajuar como de urna. Solo en una de ellas (ubicada en la parte Noreste del mausoleo) (Fot. 9) presentó claramente esta conjunción: pudo identificarse una mancha carbonosa sobre la que se disponía gran cantidad de huesos calcinados. Debajo de este lecho se localizó una vasija de cerámica pigmentada en posición invertida. Esta pieza se hallaba introducida en una cavidad practicada en el nivel del suelo y que había sido revestida por pequeños cantos rodados. El borde de la vasija apoyaba directamente sobre un suelo de estos mismos cantos. En la parte superior de la Cavidad, y rodeándola se encontraron numerosos troncos de madera carbonizada. Junto a los habituales clavos de hierro y las chinchetas se localizó una cuenta de collar y un troso de plomo informe debido, con toda probabilidad, al calor.



A la izquierda de esta incineración se detectó una segunda, en este caso desprovista de urna pero con la peculiaridad de encontrarse claramente delimitada por dos losetas de piedra formando un ángulo abierto hacia el sur.

La tercera incineración es mas confusa: los restos humanos y los carbones aparecen mas dispersos, pudiendo estar circunscritos, de algún modo, por una formación oval de piedras. Sin embargo, este punto todavía no puede certificarse con plena seguridad.

Unacuarta vasija, sin restos óseos, se recuperó del ángulo sureste de este mismo Mausoleo I. Aunque todavía no se ha procedido a su estudio podemos decir que se trata de una jarra TSH.


MAUSOLEO II

Esta estructura también tiene forma rectangular, aunque sus dimensiones son menores.
Presenta toda ella muros de sillarejo, sin encontrarse junto a ellos resto de estuco. De ello se deduce queno debió estar enlucidoen época romana (fot. 5)



En su interior y en su parte central, se encontraron troncos totalmente carbonizados, algunos de los cuales todavía se encontraban unidos por clavos de hierro. Sobre ellos identificamos los restos de dos incineraciones (Fot. 6)



En la última campaña se ha levantado parcialmente el sedimento que colmata la estructura, no encontrándose tampoco restos cerámicos asociados a los restos humanos. Asimismo los ajuares son prácticamente inexistentes si exceptuamos un pequeño arito de oro que se recuperó entre los huesos.


MAUSOLEO III
Descubierto en esta última campaña de 1996, de momento no ha podido ser excavado en su parte interior. Por este motivo se ha conservado la capa de derrumbre que cubre la estructura, preservando de este modo el  nivel intacto subyacente hasta la próxima campaña (fot.7).

Sobre este derrumbe se hallaron restos de dos vasijas: una de cerámica común de tonalidad gris y otra de engobe rojo (fot.8); los fragmentos que completan los envases deben encontrarse entre el derrumbe o en el propio interior del mausoleo.



Un dato que ha podido demostrarse en la segunda campaña ha sido la existencia de un pavimento que se presenta circundando las tres estructuras. Este suelo topográficamente es bastante desigual así como en su factura. En algunas zonas está elaborado a base de pequeñas piedras de forma irregular y en otras con cantos rodados.

Desgraciadamente hasta el momento no se han detectado elementos de cultura material como cerámicas o metales que puedan permitirnos aventurar una datación. Los escasos restos metálicos encontrados apenas ofrecen poco mas que su importancia en la tierra. Posiblemente haya sido la humedad que presenta todo el pavimento la que ha acelerado el deterior del metal.

Sin embargo, las evidencias cerámicas se hallan relativamente en buenas condiciones.

Vasijas localizadas sobre el pavimento

-        Vasija N.1. La primera vasija, hallada en 1995, responde a una jarra con carena, cuello moldurado y dos asas de cinta. Aparece recubierta en el exterior por un englobe de tonalidad naranja muy degradado y prácticamente inexistente salvo en pequeñas zonas. Esta vasija guarda paralelos con la forma Mezquiriz 1. Seencontraba situada junto al muro oeste delMausoleo II y señalada por una serie de losetas de piedra arenisca que la circundaban.

-        Vasija N.2. La segundapieza, relativamente completa se halló entre los Mausoleos I y III, en el pavimento anteriormente descrito. Debido al laboreo agrícola parte de este envase ha desaparecido, conservándose la parte del borde, lo que evidencia su posición invertida (Fot.10). Se trata de una forma globular con boca pequeña y cuello moldurado. La variedad de la pasta es propia de las cerámicas comunes.

A este exiguo catálogo de piezas poco mas puede añadírsele si no es un reducido lote de fragmentos cerámicos de variedades diversas, que abarcan desde el tipo común de cocina, pasando por la dolia, hasta la pigmentada o común de mesa. Es preciso añadir, sin embargo, unos pocos fragmentos de cerámica de “cáscara de huevo”, aparecidos en el nivel de relleno, no asociados a ninguna estructura aunque si cercanos a una incineración.

Restos de tres incineraciones han sido igualmente detectados en el exterior de los mausoleos, sin que hayan podido ser todavía despejados.

Por otra parte, esta zona de calle ha aportado importantes elementos constructivos principalmente sillares. Algunos de ellos presentan molduras, decoraciones de palmetas (fot 12)


Y diferentes motivos escultóricos, resaltando entre ellos una pieza singular, posiblemente parte de un cipo: en ella serepresenta, en altorelieve, un rostro humano inscrito en un haz de pétalos. La talla de la piedra es tosca y los rasgos escuetos y sintéticos (Fot. 11)


En esta misma matriz de tierra se localizó asimismo un fragmento de inscripción en el que se aprecian claramente las letras AIP perfectamente labradas en una correcta capital cuadrata (fig. 13).



En estamisma zona, junto al Mausoleo I, fue hallada años atrás un ara votiva dedicada a los dioses pero cuya transcripción es dificultosa (Fot. 14).


Los datos aportados por estos hallazgos epigráficos vienen a engrosar el nutrido lote de inscripciones procedentes de este lugar y zonas colindantes (13).


CONCLUSIONES

Dos meses de excavación arqueológica en un yacimiento, evidentemente no pueden aportar resultados concluyentes, máxime cuando la segunda de estas campañas ha sido clausurada recientemente. Por ello, y puesto que además no hemos podido disponer del tiempo suficiente para el análisis de los datos y su estudio ante la inminente celebración de este coloquio, hemos preferido simplemente notificar la existencia y evidente potencialidad de este sitio.

La excavación de parte de la estructura muraria, la localización de la necrópolis y la excavación parcial de estructuras propias del foro de una ciudad amortizaron con creces la campaña de 1996 .

En el presente año, la excavación en área de un sector de la necrópolis ha permitido la articulación de los espacios funerarios así como la naturaleza de las incineraciones y la presencia de varias vasijas, vacías y en posición invertida.

El trabajo, sin embargo, no ha hecho mas que comenzar. Las labores realizadas no suponen sino meros arañazos en la totalidad del asentamiento.

Una interpretación global de Santa Criz necesitará de nuevas campañas, las cuales esperamos realizar próximamente, así como del análisis de huesos, carbones y metales que están ya proyectados y confirmados.



Notas:
(1)              J. Castrillo, “Hallazgo histórico. Piedra Milliaria y fragmento de otras piedras”, BCMNa, 8(1917), p.33.
(2)              J. Altadill, “De Re Geographico-historica. Vías y vestigios romanos en Navarra”, Pamplona, 1928. Pp.56-58.
(3)              F. Escalada, “La arqueología en la villa de Javier (Navarra)”, BAH, CIV, 1934, p.282 y 285.
(4)              B. Taracena y L. Vázquez de Parga, “Romanización”, Excavaciones en Navarra, I, 1947, pp.108-109.
(5)              Las abajo firmantes pudimos examinar los escasos restos materiales fruto de esta intervención, que se hallan depositados en los fondos del Museo de Navarra con fecha de 1958.
(6)              J. Maluquer de Motes, “Las actividades arqueológicas en Navarra”, I Reunión de Arqueólogos del Distrito Universitario de Zaragoza, Caesaraugusta, 17-20, 1961-1962, p.186.
(7)              J.M. Blázquez, “Los relieves de los Casquilletes de San Juan (Gallipienzo)”. Revista Príncipe de Viana 1961.
(8)              J. Castrillo, op. Cit.
(9)              Mª Angeles Mezquiriz, “Prospecciones Arqueológicas de Navarra”, Príncipe de Viana, 1970, p.65-66.
(10)           A. García y Bellido, “Tres miliarios romanos de Navarra y una lápida de un “dispensator” de Eslava”. Homenaje a J.E. Uranga, Pamplona, 1971, p. 385-391.
(11)           Castillo C. y Gómez Pantoja, “Inscripciones romanas en Navarra”, 1981
(12)           Diario de Navarra: “Un importante santuario de la Edad del Bronce en Eslava”, Pamplona, 21 y 25 de mayo de 1986.
(13)           L’Anneé Epigraphique, París, 1961, 348; A. García y Bellido, “Tres miliarios romanos de Navarra y la lápida de un dispensator de Eslava”. Homenaje a J.E. Uranga, Pamplona, 1971, p. 385-391 = BRAH 168 (1971) 188; C. Castillo y J. Gómez-Pantoja, “Inscripciones romanas del Museo de Navarra”, 1981, n.40-41; C. Castillo, “Comunicación del III Congreso General de Historia de Navarra, 1994, en prensa.