Antigüedades
del Castillo de Javier y sus contornos
Ara
sepulcral de Rocaforte (Navarra).
Francisco
Escalada s.j.
I.
La enriscada y hoy pequeña villa de Rocaforte—doscientos habitantes—tuvo en la
antigüedad no pequeña importancia por juntarse a sus pies dos vías romanas; la
que por el Oriente venía de la parte de Jaca, y la del Sur, que atravesaba (no
lejos de la histórica villa de Sos, donde naciera Fernando el Católico) la
sierra de Peña; y una vez aquí unidas, se encaminaban a la ya entonces
renombrada Pompeyopolis o Pamplona.
Era,
pues, entonces Rocaforte un concurrido trivium o cruce,y para protegerle y
conservar expéditas las comunicaciones, tenían los romanos en él numerosa
guarnición y fuerte castillo, y en su alrededor y a su amparo se extendía por
el llano una nutrida población, de la que se encuentran, a cada paso, en
jurisdicción
de
Sangüesa y Liédena, multitud de vestigios, cuya importancia crece de día en día
(1).
Según
el historiador Moret, S. J. (Lib. 7, cap. 8), fué en 1132 cuando Alfonso el
Batallador obligó a los de Rocaforte o Burgo viejo, en fuerza de privilegios, a
que bajasen a poblar el llano, donde había de alzarse la sonriente Sangüesa,
arrullada por las ondas cristalinas del río Aragón.
Rodaron
los tiempos, y en el siglo XVI hallamos que era Señor de la villa y Castillo de
Rocaforte el Vizconde de Zolina don Jerónimo Garro, casado con doña Ana Jaso de
Azpilcueta, propietaria del Castillo y Señorío de Javier y sobrina del Apóstol de
las Indias San Francisco Javier. De aquí el que hasta hace poco, Rocaforte y
Javier formasen un mismo Ayuntamiento y corriesen la misma suerte, pues ambos
castillos fueron demolidos a principios del siglo XVI por mandato del férreo y
célebre Cardenal Cisneros, Regente de España; sólo que el castillo de Javier,
por ser una reliquia veneranda, se conserva hoy en todo el explendor de su
grandeza, mientras que el de Rocaforte no ha vuelto a levantar cabeza, y como
según el refrán del arbol caído todos hacen leña, así todos acuden a él en
busca de piedra para toda clase de obras.
En
las casas son de ver todavía multitud de columnas y restos arquitectónicos; y
en una de ellas, llamada casa de Pardies, y prestando sus servicios en el
fogón, tuve la suerte venturosa de hallar la presente ara sepulcral, que sus
simpáticos dueños me regalaron para este Museo Javierino, y que traje con
placer singular el 11 de Marzo de 1920.
II.
El ara en cuestión, es una piedra rectangular, que mide 34 cm de alta por 15 de
diámetro (sic) y tiene dos inscripciones romanas en otras tantas caras, en
general bien conservadas. Como el hallazgo es de gran importacia, se sacaron
varias fotografías, que remitimos a la Real Academia de la Historia. Examinolas
el docto Académico D. Manuel Gómez Moreno, discípulo aprovechado del célebre epigrafista
alemán Hubner, y he aquí el resultado de las observaciones.
La
inscripción de letras grandes, que ponemos la primera, es la más antigua y
parece remontarse al siglo primero. Está concebida en los siguiente términos:
XIII
D.
M. P. Lectura: « Diis
Manibus Positum (Ofrenda
(F)
ESINE a los dioses Manes) Fesine (o
Fesina)
TALIA
(L) de los Taíalos».
ORUM
Esta
Señora pagana es la que mandó fabricar el ara en honor de los dioses Manes, y
su apellido o nombre gentílico está designado por la palabra Trialorum.
Las dos letras que van entre paréntesis no se pueden ya leer y se
han suplido. Y ¿qué significa el número XIII que encabeza la inscripción? De
suyo es cosa rara y no suele hallarse en esta clase de monumentos. Será quizá
la fecha consignada según la era cántabra?
La
segunda inscripción, que es más larga, pero más reciente también comparada con
la primera, pues según el Sr. Gómez Moreno puede ser de los siglos III o IV,
contiene una nueva dedicación del ara a los dioses Manes por los sucesores de
la familia primitiva. Dice así, supliendo
con minúsculas las letras de las abreviaturas y poniendo entre paréntesis
aquellas que ya no se pueden leer:
VALeriaCOR
NELIANA
SOROSISuae Lectura:
«Valeria Corneliana a su triste
(J) OVIANI ET (F) hemana
Joviana y a su triste hija Ves-
ILIE VISTIN (E) tina».
MER (ENTIBUS)
Nótese
que el epíteto meréntibus es principalmente cristiano; esa buena Valeria no
sentía aun el calor vivificante del cristianismo, pero se hallaba ya bajo su
bienhechora influencia. Además; esta inscripción nos revela el modo de
pronunciar el latín que se usaba entonces, pues como los que labraban las aras
eran gente del pueblo, esculpían las palabras, no como se debían escribir, sino
según sonaban en la pronunciación. Así vemos escrito en la ara Joviani por
Jovianae; filie por filiae; y Vistini
por, quizá, Justiniae.
Hagamos
alto aquí y dejemos las demás antigüedades que tanto han de realzar el abolengo
de este venerando e histórico Castillo de Javier, que con tanta munificencia
restauró en el ocaso del siglo XIX la malograda Duquesa de Villahermosa, para
nuevos artículos; pero sirva el presente de toque de alarma, a la vez que de
científica vulgarización para que las gentes no destruyan por ignorancia tantas
antigüedades como se encuentran por estos contornos de Navarra y Aragón y que
hallarían albergue en este Castillo, cuna venturosa de San Francisco Javier,
Apóstol de las Indias y el Japón.
(Castillo
de Javier; 12 de Marzo de 1921).
(Bol.
de la R. Acad. de la Hist.)
FRANCISCO ESCALADA, S. J.
(1) Al escribir estas líneas se está descubriendo precísamente
una extensión grandísima de mosaicos geométricos pertenecientes a la época romana, en la
posesión del Sr. de Casa Nagore (?), residente en Liédena. En
tiempo oportuno daremos a la Real Academia de la Historia preciosas noticias (a).
(a) Los mosaicos se hallan en terrenos propiedad del Sr. D.
Nicanor Pérez de Obanos, hacendado de Liédena, el cual ha dado grandes
facilidades para los trabajos de investigación; y no contento con ello, ha realizado
por su cuenta las exploraciones sucesivas en unión con el Sr. Delegado de esta
Comisión en dicho punto D. José Oyaga, mereciendo por ello los plácemes que no le
ha escaseado esta Comisión de Navarra. (Nota de la
Redacción).
La Arqueología en la villa de Javier
(Francisco Escalada)
(«Boletín de la Academia de la Historia») (Boletín
de la Comisión de Monumentos)
I
SU SITUACIÓN
Célebre es en todo el
mundo la pequeña villa de Javier, por haber nacido en su legendario Castillo
San Francisco Javier, el descendiente de héroes, el
Profesor ilustre de París, el
Apóstol de las Indias y el Japón, que
logró con su talento formidable poner en
contacto la ideología oriental con la occidental.
A esa gloria
imperecedera e inmarcesible de ser la cuna de tan gran Santo viene a dar nuevo
realce la Arqueología, merced a notables descubrimientos logrados en los
contornos de la histórica villa.
Fijaremos ante todo
su posición exacta en el espacio, mediante las perspicaces coordenadas
geográficas.
Se halla, pues,
enclavada la villa de Javier a los dos grados, treinta minutos y cuarenta
y cinco segundos de longitud
oriental del meridiano de Madrid, y a los cuarenta
y dos grados, treinta y siete minutos y treinta segundos
de latitud norte. Su altura sobre el nivel medio de la tranquila playa de
Alicante (mar Mediterráneo), es, según los señores científicos, Cirujeda y San
Millán, miembros del instituto Geográfico de Madrid—con cuya amistad nos
honramos—de cuatrocientos setenta y dos metros y ocho milímetros. Esta cota,
que deja marcada un clavo metálico, propiedad de la Confederación
Hidrológica del Ebro, está situada en el jardín que da acceso al
histórico castillo de Javier y lleva el número mil
ciento trece.
De tan renombrado
Castillo hemos escrito ya en diversas obras; baste, pues, recordar ahora que su
parte antigua—el castillo viejo de
los historiadores—se remonta a los comienzos de la reconquista pirenáica, por l
o que sus dueños disfrutaban el gran privilegio de Cabo
dearmería, que era la primera nobleza del antiguo y
hazañoso reino de Navarra.
II
ANTIGÜEDADES VARIAS
Viniendo ahora a los nuevos descubrimientos
arqueológicos pertenecientes a la época romana, los reducimos a tres clases,
por completarse los unos a los otros, realzándose mutuamente y aumentándose así
su importancia histórica.
Al Norte de la villa y castillo de Javier se
tiende—de Este a Oeste— una estrecha y fértil vega. En ese sitio y término de E
l Cuadrón hemos descubierto los cimientos de una población romana. Entre
ellos y sus alrededores hemos encontrado abundante cerámica de la época,
dardos, flechas, una urna cineraria de barro, la tubería de la fábrica de
cerámica, ruedas de molino para desmenuzar la tierra y bastantes monedas romanas.
Es una de ellas un gran bronce, de treinta y un milímetros de diámetro. En el
anverso lleva un bellísimo busto del emperador Maximino (235 a 238 años), con
esta inscripción circular:
IMP(erator)
MAXIMINUS
PIUS
AUG(ustus)
En el reverso el mismo Emperador sentado sobre una
silla y en actitud de ofrecer sacrificios, y la siguiente leyenda:
SALUS
AUGUSTII
S(enatu)
C(onsulto)
Interpretación: Emperador
Maximino ° Pío ° Augusto — La salud de Augusto ° Por decreto del Senado.
De las monedas de plata halladas, damos también,
por vía de muestra, un denario del emperador Domiciano (imperó del año 81 al
96), admirablemente conservado, como también lo está el bronce descrito. Lleva en
el anverso la imagen del Emperador con este lema:
IMP(erator)
CAES(ar)
DOMIT(ianus)
AUG(ustus)
GERM(anicus)
TR(ibunicia)
P(otestate)
VI
/
Ostenta en el reverso la imagen del Emperador con
talar vestimenta, de pie sobre una barca y disparando el arco bélico. La
leyenda reza del modo siguiente:
IMP(erator) XIIII
CO(n) S(ul) XIII
(CEN(sor)
P(ater)
P(atriae)
S(enatu)
C(onsulto)
Traducción: Emperador ° César ° Domiciano ° Augusto
° Germánico ° Ejerciendo la potestad Tribunicia por sexta vez ° Siendo
triunfador por catorce veces ° Cónsul trece veces ° Censor ° Padre de la patria
° Con autorización del Senado °.
Fué, pues, acuñado este denario el año ochenta y
siete, que coincide con el trece consulado del emperador Domiciano, en que
ejercía la potestad tribunicia por sexta vez.
Y basten al presente estas dos muestras, dejando
las demás monedas para el catálogo, que tenemos entre manos, sobre el rico
Museo Numismático Javierino.
Otro de los hallazgos, más importantes, consiste en
una estela romana de piedra, perteneciente al siglo tercero, la cual confirma
el culto que, según los historiadores, daban los Vascos a la diosa luna. De tan
preciosa estela hemos publicado ya un detenido estudio en nuestro primer volumen
de Documentos Históricos del Castillo de Javier y sus Mayorazgos, a
donde remitimos al curioso lector, bastando, por tanto, al presente, copiar la
interesante inscripción en este lugar. Dice así:
DOMINO
CONIV
GI LEUCADIO
FEMINA
CLIASTE
LULIMO
POSUIT
MARITO
AN NORUM
LXXV
Traducción: A mi señor cónyuge y marido Leucadio,
que falleció de setenta y cinco años, consagra este monumento su mujer Cliaste
Lulimo.
En la parte superior de la estela va esculpida la
diosa luna que, según los gentiles, tenía la dulce misión de velar el sueño de
los difuntos e impedir la profanación de las tumbas. Por eso la representaban
bajo la forma de una hermosísima virgen sentada sobre un carro de plata, atravesando
los espacios en él, tirado por dos bellos corceles negros, símbolos de la
noche. Sentir que recogió el gran Epico romano en este maravilloso verso:
Luna que nocturnos alta regebat equos.
Complemento grandioso de ambos descubrimientos
viene a ser el tercero por su significación extraordinaria.
Veámoslo. Paralelas a los Pirineos y de Este a Oeste corren
las sierras, primero de Leire, en que se alza el antiguo y hoy ruinoso
monasterio del mismo nombre, y más al sur la de Peña y Sos. Entre
ellas, y separando las cuencas de los ríos Aragón y Onsella, se levanta una
accidentada colina desde donde se descubre bello y dilatado paisaje que termina
por el Oeste en la volcánica Iga de Monreal, y las Peñas de Santo Domingo, en
el Este. Uno de los puntos más atrayentes de esa colina se halla en término y
al Sur de la villa de Javier, y se llama El Castellar. Precisamente en
esa eminencia y parte oriental es donde hemos descubierto las ruinas de un
templo romano. Los restos más importantes son dos trozos grandes de
columna corintia. Uno de ellos sirve, al presente, de pila de agua bendita en
la parroquia de Javier, y el otro se halla emplazado —como precioso elemento
arquitectónico—en el jardín del Castillo de la misma Villa y ante su almenada y
militar fachada. Este fuste se conserva en su estado primitivo y sin
modificación alguna, y entre ambos dan la altura total que tendrían las
columnas del antiguo y desaparecido templo romano-corintio.
Mide ese pedazo de fuste que adorna el frondoso
jardín un metro y siete centímetros; su diámetro es de cincuenta y cuatro
centímetros y ostenta la superficie cilíndrica veinticuatro estrías. Dos
pedazos grandes de capitel, que también logramos descubrir en el mismo lugar,
fueron destruidos ¡ay! por manos ignaras.
Tenemos, pues, que hubo, allá en las lejanías de la
dominación romana, una población junto a la villa y Castillo de Javier,
enclavada en su fértil y sonriente vega de E l Cuadrón, a la que daba
animación y exuberante vida una frecuentada y bulliciosa vía de comunicaciones,
sobre quienes extendía su mano protectora la divinidad que recibía las adoraciones
de sus devotos en el templo que se erguía majestuoso sobre la próxima eminencia
de El Castellar; deidad que, si nos atenemos al miliario descubierto
recientemente al pie de esa mencionada altura, no fué otra que el dios de la
guerra—el fiero Marte—a cuya tutela poderosa confió, sin duda alguna, el emperador
César Augusto, que vino a España, sojuzgó toda la región y echó los cimientos
de Zaragoza (Caesar-Augusta), la obediencia y fidelidad de los indómitos
pueblos vasco-cántabros.
Por lo que dejamos expuesto aparece claro la gran
importancia que tuvo en la antigüedad el territorio que hoy lleva el nombre de
Javier. Esa importancia se agigantaría sobre manera si la población romana, que
hemos descubierto, hubiera estado emplazada a la vera de alguna de las muchas
vías públicas con que contaba el gran imperio romano; y esto es, precisamente,
lo que ocurre en nuestro caso.
I
I I
MILIARIO
DE CÉSAR AUGUSTO OCTAVIANO
Propiamente no es un miliario entero, sino la parte
superior del miliario total, que sería, a juzgar por sus dimensiones, tan
grande como el de Caracalla, anteriormente reseñado. Esta parte mide un metro y
siete centímetros de alta y cincuenta centímetros de diámetro, ya que es
cilíndrica. Le hallé también en el término de Castiliscar, al Oeste y cosa de
dos kilómetros y medio de la Villa, cerca de la ermita antigua de San Román y a
la vera del camino, adonde le habían sacado de unas heredades próximas.
Afortunadamente se halla la inscripción toda entera
en este trozo del miliario, que es de piedra caliza, y no hay por qué
lamentarse de la pérdida de lo que
falta. La inscripción está repartida en seis líneas: sus letras miden una
altura de ciento seis milímetros; en algunas partes se hallan bastante
borrosas, debido al deterioro de la piedra por los accidentes atmosféricos.
Ello ha sido causa de la dificultad que hemos experimentado en su lectura; pero
una vez ya vencida se puede dar por bien empleado el largo tiempo invertido,
pues nos ha puesto en posesión de un importantísimo descubrimiento histórico,
como luego tendremos la dulce satisfacción de saborear.
La inscripción está concebida en estos términos:
IMP(erator) CAESAR DIVI
AUGVS(tus) F(ilius) Co(n) S(ulatu) XII
TRIBUNIC(ia) POTES(tate) XVIIII
IMP(eratore) XIII PONTIFEX
MA(ximus) SU(bstruxit) L(ongam) VI(am)
M(illia passuum) CXX
Traducción: El Emperador César, Augusto, hijo del
Divino (Julio César) investido del poder consular por duodécima vez, ejerciendo
ladécima nona vez la potestad Tribunicia, Imperator por la décima tercera vez,
siendo Pontífice Máximo; construyó desde los cimientos una larga vía (militar)
de ciento veinte millas.
En estos términos puede fijarse definitivamente la
lectura de la inscripción, después de haberla repetidas veces lavado y aun
aplicado diversos reactivos con el fin de expulsar la tupida y dura costra de
líquenes que las cubría y después, también, de haberla examinado en la
obscuridad a la luz de un foco eléctrico aplicado en diversas direcciones para
poder aprovechar las sombras que proyectaban las letras.
El miliario es, sin duda ninguna, del emperador
César Augusto; pues, además de indicarlo la misma inscripción, lo denuncian la
hermosura y tamaño de las letras, propias del aureo siglo de la literatura
romana.
Fecha de la inscripción. Tenemos varios argumentos,
sacados de ella misma, que nos ayudan a fijar con exactitud el año en que la
esculpieron y fué erigido tan importante monumento. Por de pronto se llama ya
en ella Augusto a César Octaviano. Este nombre, que después fué título
honorífico para los emperadores sucesivos, en Octaviano se convirtió en nombre
propio y fué la excelencia más ilustre con que pudo obsequiarle el Senado
romano: como que significa cosa sagrada y sobrehumana y sólo se aplicaba a los
templos y a los objetos del culto, según aquellos versos de Ovidio:
Lo sagrado llamaron augusto los mayores
Y augustos aún son llamados los templos
Consagrados por manos de sacerdotes (1).
Ahora bien, ese título le fué concedido a Octaviano
por el Senado el año 27 antes de Jesucristo, cuando, después de haber derrotado
a sus rivales, entró en Roma triunfador. Por consiguiente, es posterior a esta
fecha el monumento.
Se dice, también, en la inscripción que ya entonces
poseía César Augusto la dignidad de Pontífice Máximo. A este propósito nos
refieren Suetonio, Dion Casio y otros historiadores romanos que esa dignidad la
conservó el triunviro Marco Lépido hasta su muerte, acaecida el año 741 de la
fundación de Roma y 13 antes de Jesucristo; y fué entonces cuando asumió para
sí Augusto esa dignidad, convertida luego en título honorífico de los
emperadores que le sucedieron.
El monumento es, por consiguiente, posterior al año
13, antes de Jesucristo.
Además, según la inscripción, ejercía Augusto el
Consulado por duodécima vez, dato precioso por la importancia que tenía esa
dignidad anual entre los romanos para fijar las fechas cronológicas; resultando
así los célebres Fasti Consulares. Según ellos, sólo dos emperadores obtuvieron
el Consulado más de diez veces. Domiciano, que le consiguió 17 veces y Augusto,
13; aunque no falten historiadores que afirmen con César Cantú que este último
se hizo otorgar el Consulado año por año 21 veces, y luego a perpetuidad.
Sabemos, por otra parte, que el duodécimo consulado de César Augusto tuvo lugar
el año quinto antes de Jesucristo. Fecha exacta en que se esculpió la
inscripción de este grandioso e importantísimo miliario.
A esta misma conclusión se llega también teniendo
presente otro cargo público que, a la sazón, desempeñaba Augusto. Ejercía la
Potestas Tribunicia por décima nona vez. Como esa dignidad se la confirió el
Senado por primera vez el año 23 antes de Jesucristo, y siendo, como era, anual
y continuada, la ejercía por décima nona vez el año 749 de la fundación de Roma
y quinto antes de Jesucristo, fecha exacta que anuncia a la posteridad la
longeva ancianidad de este precioso miliario, con cuya presencia tanto se honra
al venerando castillo de Javier.
La importancia de la inscripción, considerada a la
luz de la historia, es enorme por el descubrimiento sensacional que nos revela.
Ella nos enseña que el emperador César Augusto, sobrino e hijo adoptivo del
divino Julio César, construyó desde los cimientos una larga vía militar que
tenía ciento veinte millas de longitud. Ahora ocurre preguntar: ¿Desde dónde y
hasta dónde? Punto es éste de tanta importancia que bien merece ser ilustrado
todo cuanto se pueda, y para lograrlo acudiremos a nuevas fuentes.
La milla romana, no siempre ni en todas partes
alcanzó la misma longitud. Siguiendo al esclarecido Padre Fita, Presidente que
fué de laReal Academia de la Historia, cuyo nombre, según frase de Menéndez y
Pelayo, es legión y siempre grata su memoria a todos los amantes de la cultura
patria, la milla constaba en unas partes de siete, y en otras, de ocho
estadios. El estadio comprendía ciento veinte pasos. En el famoso itinerario,
llamado de Antonino Pío, que tanto afecta a España, la milla tiene ocho estadios,
y esto era lo corriente entre nosotros, según nos enseña San Isidoro en sus
Etimologías; dando sus noticias por resultado que la milla de ocho estadios
alcanzaba la longitud de mil seiscientos setenta y dos metros.
Según estos datos, la gran vía militar. de ciento
veinte millas que, según nuestro miliario, construyó por entero—o de nueva
planta, que diríamos tratando de edificios—el emperador César Augusto, arroja
un total de doscientos kilómetros, más seiscientos cuarenta metros.
Considerando ahora: que en esta región del Noroeste
de España el centro o capital (conventus jurídicus) era, a la sazón,
Caesar-Augusta (la moderna Zaragoza). Que ateniéndonos hoy a un mapa de
carreteras, desde Zaragoza por Gallur, Egea de los Caballeros, Castiliscar,
Sangüesa y Monreal hasta Pamplona (la antigua Pompelo, y más antiguamente aún
Beleia e Iruña) se cuentan doscientos dos kilómetros de longitud, que vienen a
ser el equivalente de las ciento veinte millas. Que en la mayor parte del
trayecto coincidían, por punto general, el trazado y la dirección de entrambas
vías, antigua y moderna, como lo demuestran los nuevos hallazgos que hemos
logrado descubrir ya entren en esta cuenta unos ocho miliarios, de que daremos
razón, Dios mediante, tiempo andando; ya nos refiramos a dos trozos
supervivientes de la antigua via Romana, que hemos tenido el emocionante placer
de hallar y contemplar: uno en término de Castiliscar, junto a la ermita
antigua de San Román, y el segundo en Campo Real, jurisdicción de Sos del Rey Católico.
Podemos afirmar, y afirmamos, que el emperador
César Augusto, que estuvo personalmente en España haciendo la guerra a los
cántabros el año veintiséis al veinticinco antes de Jesucristo, y que palpó las
muchas dificultades de la empresa, mandó construír, a tenor de la presente inscripción,
una grande y larga vía militar, que partiendo de Caesar- Augusta (ciudad
fundada por él y que llevaba su nombre) a Pompelo (Pamplona) por entre montañas
y precipicios, con el fin de asegurar por ese medio la pacificación del
territorio subyugado.
Esta nuestra explicación se ve ampliamente
confirmada por el miliario transcrito más arriba. Esa piedra miliaria, ingente
y secular, dedicada al emperador Caracalla, conserva aún, como auténtica
oficial, esta cifra: M(illia) P(assuum) L X X I I I . Milla 74, que equivale,
según el cómputo ya indicado, a 123 kilómetros, más 728 metros. Ahora bien: el mapa
de carreteras nos señala desde Zaragoza a Castiliscar, que se encuentra unos
tres kilómetros más adelante del miliario de que tratamos 125 kilómetros,
constituyeudo así una prueba palmaria de cuanto venimos exponiendo.
(1) Sancta
vocant augusta Patres, augusta vocantur Templa sacerdotum rite dicata manu.
(Fasti I.)
IV
MILIARIO
DEL EMPERADOR CARACALLA
A l Sur de Castiliscar, noble Villa aragonesa, en
el término llamado Pilato, por un corral allí cercano que lleva su
denominación, y a la vista de la carretera Sangüesa-Gallur (cosa de kilómetro y
medio al Sudoeste), tuvo la fortuna de hallar, no ha mucho quien esto escribe,
un grandioso miliario romano, partido en dos pedazos; y a su lado un pedazo también
de otro miliario, su hermano.
Mis acompañantes, don Pedro Tafalla y un ancianito,
a quien dicen Espartero (a los cuales debo dar y de hecho doy desde estas
columnas las más afectuosas gracias por sus notables servicios, en lo que al
presente atañe), me dijeron que no ha muchos años partió un labrador en dos
pedazos ambas piedras con el fin de aprovechar la parte cilíndrica para molón o
cilindro con que desterronar sus heredades, llevándose el que mejor le pareció,
y en la actualidad ha quedado ya sin letras. Poco después se llevó asimismo
otro labrador la otra parte cilíndrica que aún restaba con el mismo objeto, y
se hubiera consumado la dolorosa profanación si no hubiera sido por la
intervención de quien escribe y gracias también a la cooperación activa de la
simpática Corporación municipal y su digno Secretario, que supieron mostrarse
en esta ocasión, según frase corriente, a la altura de las circunstancias.
El miliario superviviente se halla en la actualidad
en el museo Arqueológico del renombrado castillo de Javier (Navarra), centro
cultural de toda la región; y a donde, para mejor seguridad, a la vez que honra
de la patria, he logrado trasladarle, no sin grandes sacrificios y
dificultades.
Características. El miliario—verdadero monumento
romano por sus grandiosas dimensiones—es de piedra caliza y mide 2,58 metros de
alto por 65 centímetros de diámetro en su parte cilíndrica, pues lo que hace de
pedestal y estuvo en otras edades hincado en la tierra forma un cuadrado con 64
centímetros de lado. La inscripción está encerrada dentro de trece líneas y sus
letras alcanzan sesenta y seis milímetros de altura. Tanto este miliario como
su infeliz compañero desaparecido (aunque permanece aún en el mismo lugar del
sacrificio su base cuadrada) han estado derechos hasta que en estos últimos
años roturaron aquél, por cierto, miserable terreno peñascoso que disfrutaron
ellos en paz por tantos siglos como honorífica morada.
La inscripción. N o sin gran trabajo y largos
exámenes he conseguido leerla por completo, en cuya ímproba tarea no puedo
callar la colaboración del benemérito y en estas lides veterano Padre Francisco
Naval, que tantos laureles viene cortando en el recóndito a la vez que dilatado
campo epigráfico. Ha costado tanto la lectura de la inscripción porque, además
de los consiguientes deterioros causados por la acción destructora del tiempo,
se hallaba ella tan cubierta por una fuerte capa de líquenes, incrustados en la
piedra, que en muchas partes ocultaban las letras por completo. Después de
someter la inscripción a varias lociones y aplicarla diversos reactivos, pude,
al fin, lanzar el famoso eureka y tener hoy la satisfacción de presentársela a
la docta Corporación de la Academia de la Historia. He aquí su contenido:
IMP(eratori) CAES(sari)
DIV(i) SEV(eri) PER(tinacis) F(ilio)
DIV(i) M(arci) AU(relii) NEP(oti)
DIV(i) ANT(onini) PII PRON(epoti)
DIV(i) HAD(riani) ABN(epoti)
DIV(i) TRA(iani) PART(ici) ET
DIV(i) NER(vae) ABNEP(oti)
MA(rco) AUR(elio) ANT(onino) PIO FEL(ici)
AUG(usto)
PART(ico) MAX(imo) BRI(tannico) TRAC(ico)
MAX(imo)
GER(manico) P(ontifici) M(aximo)
TRIB(uniciae) P(otestatis) XVII
IMP(eratore) III CO(n)S(ulatu) IIII P(atri) P(atriae) PRO
CONS(uli)
M(illia) P(assuum) LXXIIII
Traducción: A l emperador César, hijo del divino
Severo Pértinax, nieto del divino Marco Aurelio, biznieto del divino Antonino
Pío, tataranieto del divino Adriano (cuarto nieto), del divino Trajano el
Pártico, y quinto nieto del divino Nerva: A Marco Aurelio Antonino, Pío, Feliz.
Augusto, Pártico Máximo, Británico, Tracio Máximo, Germánico, al Pontífice
Máximo, ejerciendo la Potestad Tribunicia por décima séptima vez, la de
Imperátor por tercera vez y por cuarta vez el Consulado, al Padre de la Patria,
al Procónsul. Milla setenta y cuatro.
NOTAS EXPLICATIVAS.—En la séptima línea tiene la
inscripción un error. Se lee, y muy claro ABNEP(oti) como en la quinta línea, y
debiera leerse ADNEP(oti), que significa quinto nieto.
El miliario está dedicado al emperador Marco
Aurelio Antonino, y este nombre puede ofrecer serias dificultades, como me las
ofreció a mí, al principio, cuando aún teníaque luchar con la obscuridad de las
letras. Después caí en la cuenta de que su verdader o nombre era Basiano. En
efecto, nos dice Dión Casio y otros historiadores romanos, que su padre,
Septimio Severo, una vez que logró deshacerse de los rivales al tronoimperial,
se presentó al Senado como hermano de Marco Aurelio y de Cómodo, injertándose bonitamente
por este motu proprio en la gloriosa familia imperial de los Flavio- Antoninos.
De aquí el que a su hijo y sucesor Basiano, conocido en la historia por el
emperador Caracalla, a causa de su vestimenta, se le diga en la inscripción
descendiente de tan ilustre estirpe y se le apropien sus nombres.
El ponerse en la inscripción en dativo el nombre
del Emperador y sus títulos honoríficos, manifiesta claramente que el monumento
l e fué erigido por las ciudades circunvecinas. Y el que de este Emperador, que
por otra parte no se distinguió por sus gloriosas hazañas—aunque aun hoy,
evoquen en Roma su nombre las ruinosas termas de Caracalla—se hallen tantos
miliarios en España, da la sensación de que quizá se le erigieron a causa de su
famoso decreto—aunque dado según los historiadores con miras económicas—por el
que concedía el tan estimado derecho de ciudadanía, a todos los súbditos libres
del dilatado imperio Romano.
Por l o demás, su cuarto consulado, a que alude la
inscripción, corresponde, según los Fastos, al año 213; y en él, por
consiguiente, se ha de colocar la erección del tan grandioso y estimable
monumento.
V
MILIARIO
DEL EMPERADOR MAXIMINO Y SU HIJO
En la villa de Eslava (Navarra), al Sur de ella y
en el término de Pisaldea, se halló hace varios años este miliario en el arroyo
formado por la Fuente de los Moros, que aun conserva su arco romano de medio punto.
La inscripción que perdura en buen estado, reza del
modo siguiente:
IMP(erator) CAESAR ° C(ajus) IVLIVS VERVS
MAXIMINVS ° P(ius) ° F(elix) ° AUG(ustus) ° GERMAN
ICVS MAXIMVS ° DACICVS
MAXIMVS ° SARMATVCVS MAX
IMVS ° PONTIFEX MAXIMVS
TRIBVNICIE POTESTATIS V ° IMP(erator) II
P(ater) P(atriae) ° C(on)S(ul) ° PROCO(n)S(ul) ET C(ajus) IVLIVS VERVS
MA
XIMVS ° NOBILISSIMVS CAESAR ° GER
MANICVS MAXIMVS ° DACICUS MA
XIMVS ° SARMATICVS MAXIMVS °
PRINCEPS IVVENTVTIS ° FILIUS D(omini)
N(ostri)
IMP(eratoris) C(aI) IVLI VERI MAXIMINI ° P(ius) ° F(elix)
AUG(ustus) °
Traducción: El emperador César, Cayo, Julio, Vero,
Maximino, Pío, Feliz, Augusto, Germánico Máximo, Dácico Máximo, Sarmático
Máximo,Pontífice Máximo, que obtuvo la Potestad Tribunicia por quinta vez, la
de Imperátor por segunda vez, Padre de la Patria, Cónsul, Procónsul: y Cayo,
Julio, Vero, Máximo, Nobilísimo César, Germánico Máximo, Dácico Máximo, Sarmático
Máximo, Principe de la Juventud,hijo de nuestro Señor el Emperador Cayo, Julio,
Vero, Maximino, Pío, Feliz, Augusto.
Características: Este miliario monolítico es de
piedra caliza obscura y mide 1,95 metros de alto por 0,42 centímetros de
diámetro en su parte cilíndrica, pues la base es cuadrada. Las letras, bien
conservadas, tienen una altura de 43 milímetros. Se conserva en la actualidad
en el Museo Provincial de Pamplona.
Como se ve por la inscripción, es del emperador
Maximino y su hijo Máximo (235-238). Conviene hacer algunas advertencias sobre
la inscripción para mayor claridad. En la línea cuarta se lee: SARMATVCVS en
vez de SARMATICVS, que debiera de haber esculpido el artista: asimismo grabó
TRIBVNICIE por TRIBVNICIAE en la línea sexta. En la penúltima línea puso IVLI
en vez de IVLII. También ha sido discutido
el final de la sexta línea; pero he de añadir que
hoy está muy claro ytal como va copiado más arriba.
VI
MILIARIO
DE FLAVIO VALERIO SEVERO
A l o largo de la mencionada cañada o vega
javierina, corría—en dirección Este-Oeste—esa anunciada calzada romana, como l
o demuestra, sin género de duda, una preciosa, a la par que simpática piedra
miliaria,descubierta recientemente con ocasión de las obras del canal de Las
Bardenas. Arranca esa importantísima arteria de riego fluvial del pantano de
Yesa (Navarra), pasa por el término y a vista de la villa de Javier (mil cien
metros de distancia), y al practicar el desmonte se dio con el insospechable
tesoro, que nos apresuramos a reconocer y luego a transportar a nuestro museo
Javierino para que repose tranquilo al lado de sus otros hermanos de profesión.
Mide el precioso miliario un metro y ochenta y dos
centímetros, y,como sucede ordinariamente, la base es cuadrada y el resto
cilíndrico. La inscripción se halla en magnífico estado de conservación, a
pesar de las constantes y seculares acometidas del arado agrícola, y dice así:
D(ivo) ° N(ostro)
FLAVIO ° VAL(erio)
SEVERO ° D(evoto)
N(uminis) ° B(elli) ° C(aius) ° L(ucius)
°
Versión: A nuestro divino Señor, el emperador
Flavio Valerio Severo, como tan devoto del dios de la guerra (el fiero Marte),
consagra este monumento Cayo Lucio.
La C y la L de la última sigla o renglón están
cinceladas bastante más abajo del resto de la línea, como puede observarse en
la adjuntalámina, en la que se advierten algún que otro rasgo moderno sin
importancia.
En la época a que se refiere este miliario comenzó
el emperador Diocleciano por asociarse para el gobierno del imperio varios
colegas con el título de Césares. Uno de éstos fué, en 305, Flavio Valerio, de
humilde origen, pero de acreditado valor militar. En 306 l e añadió el
emperador Galeno el nuevo título de Augusto, encomendándole el gobiernode
Italia y Africa.
En 307, abandonado por las legiones que
capitaneaba, fué condenado a muerte y ejecutado por orden de su rival Majencio.
Quizá algún beneficio que dispensó a la nación
hispana fué causa de que se le dedicara esa memoria.
La calzada romana, que denuncia el presente
hallazgo, pasaba por Javier, procedente, a l o que parece, de Jaca y con
dirección a Pamplona a l o largo del r ío Aragón y por su margen izquierda;
pues sabido es que esas dos ciudades eran de reconocida importancia en aquella
remota antigüedad.
TROZOS DE
UN MILIARIO
Sacado de “La Arqueología en la villa de
Javier”
(Conclusión)
VII
FRANCISCO ESCALADA
Siguiendo la dirección Este del miliario de Eslava
y andando cosa de hora y media por el vallecito que riega el riachuelo Indusi,
se llega a los Casquilletes de San Juan, término ya de la villa de
Gallipienzo (Navarra), y entre unas eras de trillar modernas y varias ruinas
antiguas se hallan restos romanos, siendo muy importantes varios trozos que, no
hay duda, pertenecen a un miliario romano. En esos pedazos se leen varias
letras sueltas, siendo la más principal F . DIVI . NER . hijo del divino Nerva.
Conclusiones: Constando por Hübner (I. H. L.) que
en Santacara había varios miliarios (el municipio Karense de las
inscripciones); que el camino obvio es por San Martín de Unx, Abáix, Fuente de
los Moros, Casquilletes de San Juan, Aibar y Sangüesa la Vieja (hoy
Rocafuerte), punto en que afluían las vías romanas de Caesar-Augusta (
Zaragoza) por Egea de los Caballeros y Castiliscar, más la que venía de Jaca, a
lo largo del río Aragón, para encaminarse a Pompelo (Pamplona); parece que estos
miliarios indican el trazado de otra via Santacara-Sangüesa la Vieja; y la
circunstancia de estar el nombre del Emperador en nominativo es señal
manifiesta de que este camino pertenecía a la red oficial de vías del imperio.
Añadamos en confirmación de lo dicho que en Santacris, cerca de la Fuente de
los Moros, y en La Encinosa, no lejos de Eslava, he podido apreciar restos muy
notables de edificios, como capiteles, fustes de columnas, lápidas, cipos, etc
. . . ; y en Aibar una hermosa ara romana del siglo primero, que ya publiqué el
1929 en el BOLETIN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA; y deduciremos por
consecuencia que el emperador Maximino, a fuer de buen General, se preocupó de
conservar expeditas las vías militares.
Hasta aquí los descubrimientos históricos; pero
todavía podemos avanzar más a través de las densas tinieblas que envuelven los
tiempos primitivos, guiados por esa venerable matrona que lleva el nombre grato
de Prehistoria.
Antes, sin embargo, de que se asome ella al
codiciado balcón de la publicidad conviene hacer un alto y darla tiempo para
que se vista sus arreos milenarios y pueda aparecer de ese modo en el escenario
de su nueva vida con el decoro exigido por su dignidad excelsa. Esto ya se
adivina que está pidiendo un nuevo artículo.
FRANCISCO ESCALADA
Correspondiente del «Museum Arqueologicum»
de Berlín