lunes, 18 de junio de 2012

02.00.20 Escalada - Arqueologia en la zona - FEscalada


Antigüedades del Castillo de Javier y sus contornos

Ara sepulcral de Rocaforte (Navarra).
Francisco Escalada s.j.

I. La enriscada y hoy pequeña villa de Rocaforte—doscientos habitantes—tuvo en la antigüedad no pequeña importancia por juntarse a sus pies dos vías romanas; la que por el Oriente venía de la parte de Jaca, y la del Sur, que atravesaba (no lejos de la histórica villa de Sos, donde naciera Fernando el Católico) la sierra de Peña; y una vez aquí unidas, se encaminaban a la ya entonces renombrada Pompeyopolis o Pamplona.

Era, pues, entonces Rocaforte un concurrido trivium o cruce,y para protegerle y conservar expéditas las comunicaciones, tenían los romanos en él numerosa guarnición y fuerte castillo, y en su alrededor y a su amparo se extendía por el llano una nutrida población, de la que se encuentran, a cada paso, en jurisdicción
de Sangüesa y Liédena, multitud de vestigios, cuya importancia crece de día en día (1).

Según el historiador Moret, S. J. (Lib. 7, cap. 8), fué en 1132 cuando Alfonso el Batallador obligó a los de Rocaforte o Burgo viejo, en fuerza de privilegios, a que bajasen a poblar el llano, donde había de alzarse la sonriente Sangüesa, arrullada por las ondas cristalinas del río Aragón.

Rodaron los tiempos, y en el siglo XVI hallamos que era Señor de la villa y Castillo de Rocaforte el Vizconde de Zolina don Jerónimo Garro, casado con doña Ana Jaso de Azpilcueta, propietaria del Castillo y Señorío de Javier y sobrina del Apóstol de las Indias San Francisco Javier. De aquí el que hasta hace poco, Rocaforte y Javier formasen un mismo Ayuntamiento y corriesen la misma suerte, pues ambos castillos fueron demolidos a principios del siglo XVI por mandato del férreo y célebre Cardenal Cisneros, Regente de España; sólo que el castillo de Javier, por ser una reliquia veneranda, se conserva hoy en todo el explendor de su grandeza, mientras que el de Rocaforte no ha vuelto a levantar cabeza, y como según el refrán del arbol caído todos hacen leña, así todos acuden a él en busca de piedra para toda clase de obras.

En las casas son de ver todavía multitud de columnas y restos arquitectónicos; y en una de ellas, llamada casa de Pardies, y prestando sus servicios en el fogón, tuve la suerte venturosa de hallar la presente ara sepulcral, que sus simpáticos dueños me regalaron para este Museo Javierino, y que traje con placer singular el 11 de Marzo de 1920.

II. El ara en cuestión, es una piedra rectangular, que mide 34 cm de alta por 15 de diámetro (sic) y tiene dos inscripciones romanas en otras tantas caras, en general bien conservadas. Como el hallazgo es de gran importacia, se sacaron varias fotografías, que remitimos a la Real Academia de la Historia. Examinolas el docto Académico D. Manuel Gómez Moreno, discípulo aprovechado del célebre epigrafista alemán Hubner, y he aquí el resultado de las observaciones.

La inscripción de letras grandes, que ponemos la primera, es la más antigua y parece remontarse al siglo primero. Está concebida en los siguiente términos:

XIII
D. M. P.           Lectura: « Diis Manibus Positum (Ofrenda
(F) ESINE        a los dioses Manes) Fesine (o Fesina)
TALIA (L)       de los Taíalos».
ORUM

Esta Señora pagana es la que mandó fabricar el ara en honor de los dioses Manes, y su apellido o nombre gentílico está designado por la palabra Trialorum. Las dos letras que van entre paréntesis no se pueden ya leer y se han suplido. Y ¿qué significa el número XIII que encabeza la inscripción? De suyo es cosa rara y no suele hallarse en esta clase de monumentos. Será quizá la fecha consignada según la era cántabra?

La segunda inscripción, que es más larga, pero más reciente también comparada con la primera, pues según el Sr. Gómez Moreno puede ser de los siglos III o IV, contiene una nueva dedicación del ara a los dioses Manes por los sucesores de la familia primitiva. Dice así, supliendo con minúsculas las letras de las abreviaturas y poniendo entre paréntesis aquellas que ya no se pueden leer:

VALeriaCOR
NELIANA
SOROSISuae                     Lectura: «Valeria Corneliana a su triste
(J) OVIANI ET (F)                           hemana Joviana y a su triste hija Ves-
ILIE VISTIN (E)                               tina».
MER (ENTIBUS)

Nótese que el epíteto meréntibus es principalmente cristiano; esa buena Valeria no sentía aun el calor vivificante del cristianismo, pero se hallaba ya bajo su bienhechora influencia. Además; esta inscripción nos revela el modo de pronunciar el latín que se usaba entonces, pues como los que labraban las aras eran gente del pueblo, esculpían las palabras, no como se debían escribir, sino según sonaban en la pronunciación. Así vemos escrito en la ara Joviani por Jovianae; filie por filiae; y Vistini por, quizá, Justiniae.

Hagamos alto aquí y dejemos las demás antigüedades que tanto han de realzar el abolengo de este venerando e histórico Castillo de Javier, que con tanta munificencia restauró en el ocaso del siglo XIX la malograda Duquesa de Villahermosa, para nuevos artículos; pero sirva el presente de toque de alarma, a la vez que de científica vulgarización para que las gentes no destruyan por ignorancia tantas antigüedades como se encuentran por estos contornos de Navarra y Aragón y que hallarían albergue en este Castillo, cuna venturosa de San Francisco Javier, Apóstol de las Indias y el Japón.

(Castillo de Javier; 12 de Marzo de 1921).
(Bol. de la R. Acad. de la Hist.)
FRANCISCO ESCALADA, S. J.

(1) Al escribir estas líneas se está descubriendo precísamente una extensión grandísima de mosaicos geométricos pertenecientes a la época romana, en la
posesión del Sr. de Casa Nagore (?), residente en Liédena. En tiempo  oportuno  daremos a la Real Academia de la Historia preciosas noticias (a).
(a) Los mosaicos se hallan en terrenos propiedad del Sr. D. Nicanor Pérez de Obanos, hacendado de Liédena, el cual ha dado grandes facilidades para los trabajos de investigación; y no contento con ello, ha realizado por su cuenta las exploraciones sucesivas en unión con el Sr. Delegado de esta Comisión en dicho punto D. José Oyaga, mereciendo por ello los plácemes que no le ha escaseado esta Comisión de Navarra. (Nota de la Redacción).



La Arqueología en la villa de Javier
(Francisco Escalada)
(«Boletín de la Academia de la Historia») (Boletín de la Comisión de Monumentos)


I
SU SITUACIÓN

Célebre es en todo el mundo la pequeña villa de Javier, por haber nacido en su legendario Castillo San Francisco Javier, el descendiente de héroes, el Profesor ilustre de París, el Apóstol de las Indias y el Japón, que logró con su talento  formidable poner en contacto la ideología oriental con la occidental.

A esa gloria imperecedera e inmarcesible de ser la cuna de tan gran Santo viene a dar nuevo realce la Arqueología, merced a notables descubrimientos logrados en los contornos de la histórica villa.

Fijaremos ante todo su posición exacta en el espacio, mediante las perspicaces coordenadas geográficas.

Se halla, pues, enclavada la villa de Javier a los dos grados, treinta minutos y cuarenta y cinco segundos de longitud    oriental del meridiano de Madrid, y a los cuarenta y dos grados, treinta y siete minutos y treinta segundos de latitud norte. Su altura sobre el nivel medio de la tranquila playa de Alicante (mar Mediterráneo), es, según los señores científicos, Cirujeda y San Millán, miembros del instituto Geográfico de Madrid—con cuya amistad nos honramos—de cuatrocientos setenta y dos metros y ocho milímetros. Esta cota, que deja marcada un clavo metálico, propiedad de la Confederación Hidrológica del Ebro, está situada en el jardín que da acceso al histórico castillo de Javier y lleva el número mil ciento trece.

De tan renombrado Castillo hemos escrito ya en diversas obras; baste, pues, recordar ahora que su parte antigua—el castillo viejo de los historiadores—se remonta a los comienzos de la reconquista pirenáica, por l o que sus dueños disfrutaban el gran privilegio de Cabo dearmería, que era la primera nobleza del antiguo y hazañoso reino de Navarra.


II
ANTIGÜEDADES VARIAS

Viniendo ahora a los nuevos descubrimientos arqueológicos pertenecientes a la época romana, los reducimos a tres clases, por completarse los unos a los otros, realzándose mutuamente y aumentándose así su importancia histórica.

Al Norte de la villa y castillo de Javier se tiende—de Este a Oeste— una estrecha y fértil vega. En ese sitio y término de E l Cuadrón hemos descubierto los cimientos de una población romana. Entre ellos y sus alrededores hemos encontrado abundante cerámica de la época, dardos, flechas, una urna cineraria de barro, la tubería de la fábrica de cerámica, ruedas de molino para desmenuzar la tierra y bastantes monedas romanas. Es una de ellas un gran bronce, de treinta y un milímetros de diámetro. En el anverso lleva un bellísimo busto del emperador Maximino (235 a 238 años), con esta inscripción circular:
IMP(erator)
MAXIMINUS
PIUS
AUG(ustus)

En el reverso el mismo Emperador sentado sobre una silla y en actitud de ofrecer sacrificios, y la siguiente leyenda:

SALUS
AUGUSTII
S(enatu)
C(onsulto)

Interpretación:  Emperador Maximino ° Pío ° Augusto — La salud de Augusto ° Por decreto del Senado.

De las monedas de plata halladas, damos también, por vía de muestra, un denario del emperador Domiciano (imperó del año 81 al 96), admirablemente conservado, como también lo está el bronce descrito. Lleva en el anverso la imagen del Emperador con este lema:
IMP(erator)
CAES(ar)
DOMIT(ianus)
AUG(ustus)
GERM(anicus)
TR(ibunicia)
P(otestate)
               VI
/
Ostenta en el reverso la imagen del Emperador con talar vestimenta, de pie sobre una barca y disparando el arco bélico. La leyenda reza del modo siguiente:

 IMP(erator) XIIII
CO(n) S(ul) XIII
(CEN(sor)
P(ater)
P(atriae)
S(enatu)
C(onsulto)

Traducción: Emperador ° César ° Domiciano ° Augusto ° Germánico ° Ejerciendo la potestad Tribunicia por sexta vez ° Siendo triunfador por catorce veces ° Cónsul trece veces ° Censor ° Padre de la patria ° Con autorización del Senado °.

Fué, pues, acuñado este denario el año ochenta y siete, que coincide con el trece consulado del emperador Domiciano, en que ejercía la potestad tribunicia por sexta vez.

Y basten al presente estas dos muestras, dejando las demás monedas para el catálogo, que tenemos entre manos, sobre el rico Museo Numismático Javierino.

Otro de los hallazgos, más importantes, consiste en una estela romana de piedra, perteneciente al siglo tercero, la cual confirma el culto que, según los historiadores, daban los Vascos a la diosa luna. De tan preciosa estela hemos publicado ya un detenido estudio en nuestro primer volumen de Documentos Históricos del Castillo de Javier y sus Mayorazgos, a donde remitimos al curioso lector, bastando, por tanto, al presente, copiar la interesante inscripción en este lugar. Dice así:
                                                          
                                                           DOMINO
CONIV
GI LEUCADIO
FEMINA
CLIASTE
LULIMO
POSUIT
MARITO
AN NORUM
LXXV

Traducción: A mi señor cónyuge y marido Leucadio, que falleció de setenta y cinco años, consagra este monumento su mujer Cliaste Lulimo.

En la parte superior de la estela va esculpida la diosa luna que, según los gentiles, tenía la dulce misión de velar el sueño de los difuntos e impedir la profanación de las tumbas. Por eso la representaban bajo la forma de una hermosísima virgen sentada sobre un carro de plata, atravesando los espacios en él, tirado por dos bellos corceles negros, símbolos de la noche. Sentir que recogió el gran Epico romano en este maravilloso verso:

Luna que nocturnos alta regebat equos.

Complemento grandioso de ambos descubrimientos viene a ser el tercero por su significación extraordinaria.

Veámoslo. Paralelas a los Pirineos y de Este a Oeste corren las sierras, primero de Leire, en que se alza el antiguo y hoy ruinoso monasterio del mismo nombre, y más al sur la de Peña y Sos. Entre ellas, y separando las cuencas de los ríos Aragón y Onsella, se levanta una accidentada colina desde donde se descubre bello y dilatado paisaje que termina por el Oeste en la volcánica Iga de Monreal, y las Peñas de Santo Domingo, en el Este. Uno de los puntos más atrayentes de esa colina se halla en término y al Sur de la villa de Javier, y se llama El Castellar. Precisamente en esa eminencia y parte oriental es donde hemos descubierto las ruinas de un templo romano. Los restos más importantes son dos trozos grandes de columna corintia. Uno de ellos sirve, al presente, de pila de agua bendita en la parroquia de Javier, y el otro se halla emplazado —como precioso elemento arquitectónico—en el jardín del Castillo de la misma Villa y ante su almenada y militar fachada. Este fuste se conserva en su estado primitivo y sin modificación alguna, y entre ambos dan la altura total que tendrían las columnas del antiguo y desaparecido templo romano-corintio.

Mide ese pedazo de fuste que adorna el frondoso jardín un metro y siete centímetros; su diámetro es de cincuenta y cuatro centímetros y ostenta la superficie cilíndrica veinticuatro estrías. Dos pedazos grandes de capitel, que también logramos descubrir en el mismo lugar, fueron destruidos ¡ay! por manos ignaras.

Tenemos, pues, que hubo, allá en las lejanías de la dominación romana, una población junto a la villa y Castillo de Javier, enclavada en su fértil y sonriente vega de E l Cuadrón, a la que daba animación y exuberante vida una frecuentada y bulliciosa vía de comunicaciones, sobre quienes extendía su mano protectora la divinidad que recibía las adoraciones de sus devotos en el templo que se erguía majestuoso sobre la próxima eminencia de El Castellar; deidad que, si nos atenemos al miliario descubierto recientemente al pie de esa mencionada altura, no fué otra que el dios de la guerra—el fiero Marte—a cuya tutela poderosa confió, sin duda alguna, el emperador César Augusto, que vino a España, sojuzgó toda la región y echó los cimientos de Zaragoza (Caesar-Augusta), la obediencia y fidelidad de los indómitos pueblos vasco-cántabros.

Por lo que dejamos expuesto aparece claro la gran importancia que tuvo en la antigüedad el territorio que hoy lleva el nombre de Javier. Esa importancia se agigantaría sobre manera si la población romana, que hemos descubierto, hubiera estado emplazada a la vera de alguna de las muchas vías públicas con que contaba el gran imperio romano; y esto es, precisamente, lo que ocurre en nuestro caso.

I I I
MILIARIO DE CÉSAR AUGUSTO OCTAVIANO

Propiamente no es un miliario entero, sino la parte superior del miliario total, que sería, a juzgar por sus dimensiones, tan grande como el de Caracalla, anteriormente reseñado. Esta parte mide un metro y siete centímetros de alta y cincuenta centímetros de diámetro, ya que es cilíndrica. Le hallé también en el término de Castiliscar, al Oeste y cosa de dos kilómetros y medio de la Villa, cerca de la ermita antigua de San Román y a la vera del camino, adonde le habían sacado de unas heredades próximas.

Afortunadamente se halla la inscripción toda entera en este trozo del miliario, que es de piedra caliza, y no hay por qué lamentarse de la  pérdida de lo que falta. La inscripción está repartida en seis líneas: sus letras miden una altura de ciento seis milímetros; en algunas partes se hallan bastante borrosas, debido al deterioro de la piedra por los accidentes atmosféricos. Ello ha sido causa de la dificultad que hemos experimentado en su lectura; pero una vez ya vencida se puede dar por bien empleado el largo tiempo invertido, pues nos ha puesto en posesión de un importantísimo descubrimiento histórico, como luego tendremos la dulce satisfacción de saborear.

La inscripción está concebida en estos términos:

IMP(erator) CAESAR DIVI
AUGVS(tus) F(ilius) Co(n) S(ulatu) XII
TRIBUNIC(ia) POTES(tate) XVIIII
IMP(eratore) XIII PONTIFEX
MA(ximus) SU(bstruxit) L(ongam) VI(am)
M(illia passuum) CXX

Traducción: El Emperador César, Augusto, hijo del Divino (Julio César) investido del poder consular por duodécima vez, ejerciendo ladécima nona vez la potestad Tribunicia, Imperator por la décima tercera vez, siendo Pontífice Máximo; construyó desde los cimientos una larga vía (militar) de ciento veinte millas.

En estos términos puede fijarse definitivamente la lectura de la inscripción, después de haberla repetidas veces lavado y aun aplicado diversos reactivos con el fin de expulsar la tupida y dura costra de líquenes que las cubría y después, también, de haberla examinado en la obscuridad a la luz de un foco eléctrico aplicado en diversas direcciones para poder aprovechar las sombras que proyectaban las letras.

El miliario es, sin duda ninguna, del emperador César Augusto; pues, además de indicarlo la misma inscripción, lo denuncian la hermosura y tamaño de las letras, propias del aureo siglo de la literatura romana.

Fecha de la inscripción. Tenemos varios argumentos, sacados de ella misma, que nos ayudan a fijar con exactitud el año en que la esculpieron y fué erigido tan importante monumento. Por de pronto se llama ya en ella Augusto a César Octaviano. Este nombre, que después fué título honorífico para los emperadores sucesivos, en Octaviano se convirtió en nombre propio y fué la excelencia más ilustre con que pudo obsequiarle el Senado romano: como que significa cosa sagrada y sobrehumana y sólo se aplicaba a los templos y a los objetos del culto, según aquellos versos de Ovidio:

Lo sagrado llamaron augusto los mayores
Y augustos aún son llamados los templos
Consagrados por manos de sacerdotes (1).

Ahora bien, ese título le fué concedido a Octaviano por el Senado el año 27 antes de Jesucristo, cuando, después de haber derrotado a sus rivales, entró en Roma triunfador. Por consiguiente, es posterior a esta
fecha el monumento.

Se dice, también, en la inscripción que ya entonces poseía César Augusto la dignidad de Pontífice Máximo. A este propósito nos refieren Suetonio, Dion Casio y otros historiadores romanos que esa dignidad la conservó el triunviro Marco Lépido hasta su muerte, acaecida el año 741 de la fundación de Roma y 13 antes de Jesucristo; y fué entonces cuando asumió para sí Augusto esa dignidad, convertida luego en título honorífico de los emperadores que le sucedieron.

El monumento es, por consiguiente, posterior al año 13, antes de Jesucristo.

Además, según la inscripción, ejercía Augusto el Consulado por duodécima vez, dato precioso por la importancia que tenía esa dignidad anual entre los romanos para fijar las fechas cronológicas; resultando así los célebres Fasti Consulares. Según ellos, sólo dos emperadores obtuvieron el Consulado más de diez veces. Domiciano, que le consiguió 17 veces y Augusto, 13; aunque no falten historiadores que afirmen con César Cantú que este último se hizo otorgar el Consulado año por año 21 veces, y luego a perpetuidad. Sabemos, por otra parte, que el duodécimo consulado de César Augusto tuvo lugar el año quinto antes de Jesucristo. Fecha exacta en que se esculpió la inscripción de este grandioso e importantísimo miliario.

A esta misma conclusión se llega también teniendo presente otro cargo público que, a la sazón, desempeñaba Augusto. Ejercía la Potestas Tribunicia por décima nona vez. Como esa dignidad se la confirió el Senado por primera vez el año 23 antes de Jesucristo, y siendo, como era, anual y continuada, la ejercía por décima nona vez el año 749 de la fundación de Roma y quinto antes de Jesucristo, fecha exacta que anuncia a la posteridad la longeva ancianidad de este precioso miliario, con cuya presencia tanto se honra al venerando castillo de Javier.

La importancia de la inscripción, considerada a la luz de la historia, es enorme por el descubrimiento sensacional que nos revela. Ella nos enseña que el emperador César Augusto, sobrino e hijo adoptivo del divino Julio César, construyó desde los cimientos una larga vía militar que tenía ciento veinte millas de longitud. Ahora ocurre preguntar: ¿Desde dónde y hasta dónde? Punto es éste de tanta importancia que bien merece ser ilustrado todo cuanto se pueda, y para lograrlo acudiremos a nuevas fuentes.

La milla romana, no siempre ni en todas partes alcanzó la misma longitud. Siguiendo al esclarecido Padre Fita, Presidente que fué de laReal Academia de la Historia, cuyo nombre, según frase de Menéndez y Pelayo, es legión y siempre grata su memoria a todos los amantes de la cultura patria, la milla constaba en unas partes de siete, y en otras, de ocho estadios. El estadio comprendía ciento veinte pasos. En el famoso itinerario, llamado de Antonino Pío, que tanto afecta a España, la milla tiene ocho estadios, y esto era lo corriente entre nosotros, según nos enseña San Isidoro en sus Etimologías; dando sus noticias por resultado que la milla de ocho estadios alcanzaba la longitud de mil seiscientos setenta y dos metros.

Según estos datos, la gran vía militar. de ciento veinte millas que, según nuestro miliario, construyó por entero—o de nueva planta, que diríamos tratando de edificios—el emperador César Augusto, arroja un total de doscientos kilómetros, más seiscientos cuarenta metros.

Considerando ahora: que en esta región del Noroeste de España el centro o capital (conventus jurídicus) era, a la sazón, Caesar-Augusta (la moderna Zaragoza). Que ateniéndonos hoy a un mapa de carreteras, desde Zaragoza por Gallur, Egea de los Caballeros, Castiliscar, Sangüesa y Monreal hasta Pamplona (la antigua Pompelo, y más antiguamente aún Beleia e Iruña) se cuentan doscientos dos kilómetros de longitud, que vienen a ser el equivalente de las ciento veinte millas. Que en la mayor parte del trayecto coincidían, por punto general, el trazado y la dirección de entrambas vías, antigua y moderna, como lo demuestran los nuevos hallazgos que hemos logrado descubrir ya entren en esta cuenta unos ocho miliarios, de que daremos razón, Dios mediante, tiempo andando; ya nos refiramos a dos trozos supervivientes de la antigua via Romana, que hemos tenido el emocionante placer de hallar y contemplar: uno en término de Castiliscar, junto a la ermita antigua de San Román, y el segundo en Campo Real, jurisdicción de Sos del Rey Católico.

Podemos afirmar, y afirmamos, que el emperador César Augusto, que estuvo personalmente en España haciendo la guerra a los cántabros el año veintiséis al veinticinco antes de Jesucristo, y que palpó las muchas dificultades de la empresa, mandó construír, a tenor de la presente inscripción, una grande y larga vía militar, que partiendo de Caesar- Augusta (ciudad fundada por él y que llevaba su nombre) a Pompelo (Pamplona) por entre montañas y precipicios, con el fin de asegurar por ese medio la pacificación del territorio subyugado.

Esta nuestra explicación se ve ampliamente confirmada por el miliario transcrito más arriba. Esa piedra miliaria, ingente y secular, dedicada al emperador Caracalla, conserva aún, como auténtica oficial, esta cifra: M(illia) P(assuum) L X X I I I . Milla 74, que equivale, según el cómputo ya indicado, a 123 kilómetros, más 728 metros. Ahora bien: el mapa de carreteras nos señala desde Zaragoza a Castiliscar, que se encuentra unos tres kilómetros más adelante del miliario de que tratamos 125 kilómetros, constituyeudo así una prueba palmaria de cuanto venimos exponiendo.

(1)    Sancta vocant augusta Patres, augusta vocantur Templa sacerdotum rite dicata manu. (Fasti I.)



IV
MILIARIO DEL EMPERADOR CARACALLA

A l Sur de Castiliscar, noble Villa aragonesa, en el término llamado Pilato, por un corral allí cercano que lleva su denominación, y a la vista de la carretera Sangüesa-Gallur (cosa de kilómetro y medio al Sudoeste), tuvo la fortuna de hallar, no ha mucho quien esto escribe, un grandioso miliario romano, partido en dos pedazos; y a su lado un pedazo también de otro miliario, su hermano.

Mis acompañantes, don Pedro Tafalla y un ancianito, a quien dicen Espartero (a los cuales debo dar y de hecho doy desde estas columnas las más afectuosas gracias por sus notables servicios, en lo que al presente atañe), me dijeron que no ha muchos años partió un labrador en dos pedazos ambas piedras con el fin de aprovechar la parte cilíndrica para molón o cilindro con que desterronar sus heredades, llevándose el que mejor le pareció, y en la actualidad ha quedado ya sin letras. Poco después se llevó asimismo otro labrador la otra parte cilíndrica que aún restaba con el mismo objeto, y se hubiera consumado la dolorosa profanación si no hubiera sido por la intervención de quien escribe y gracias también a la cooperación activa de la simpática Corporación municipal y su digno Secretario, que supieron mostrarse en esta ocasión, según frase corriente, a la altura de las circunstancias.

El miliario superviviente se halla en la actualidad en el museo Arqueológico del renombrado castillo de Javier (Navarra), centro cultural de toda la región; y a donde, para mejor seguridad, a la vez que honra de la patria, he logrado trasladarle, no sin grandes sacrificios y dificultades.

Características. El miliario—verdadero monumento romano por sus grandiosas dimensiones—es de piedra caliza y mide 2,58 metros de alto por 65 centímetros de diámetro en su parte cilíndrica, pues lo que hace de pedestal y estuvo en otras edades hincado en la tierra forma un cuadrado con 64 centímetros de lado. La inscripción está encerrada dentro de trece líneas y sus letras alcanzan sesenta y seis milímetros de altura. Tanto este miliario como su infeliz compañero desaparecido (aunque permanece aún en el mismo lugar del sacrificio su base cuadrada) han estado derechos hasta que en estos últimos años roturaron aquél, por cierto, miserable terreno peñascoso que disfrutaron ellos en paz por tantos siglos como honorífica morada.

La inscripción. N o sin gran trabajo y largos exámenes he conseguido leerla por completo, en cuya ímproba tarea no puedo callar la colaboración del benemérito y en estas lides veterano Padre Francisco Naval, que tantos laureles viene cortando en el recóndito a la vez que dilatado campo epigráfico. Ha costado tanto la lectura de la inscripción porque, además de los consiguientes deterioros causados por la acción destructora del tiempo, se hallaba ella tan cubierta por una fuerte capa de líquenes, incrustados en la piedra, que en muchas partes ocultaban las letras por completo. Después de someter la inscripción a varias lociones y aplicarla diversos reactivos, pude, al fin, lanzar el famoso eureka y tener hoy la satisfacción de presentársela a la docta Corporación de la Academia de la Historia. He aquí su contenido:

IMP(eratori) CAES(sari)
DIV(i) SEV(eri) PER(tinacis) F(ilio)
DIV(i) M(arci) AU(relii) NEP(oti)
DIV(i) ANT(onini) PII PRON(epoti)
DIV(i) HAD(riani) ABN(epoti)
DIV(i) TRA(iani) PART(ici) ET
DIV(i) NER(vae) ABNEP(oti)
MA(rco) AUR(elio) ANT(onino) PIO FEL(ici) AUG(usto)
PART(ico) MAX(imo) BRI(tannico) TRAC(ico) MAX(imo)
GER(manico) P(ontifici) M(aximo) TRIB(uniciae) P(otestatis) XVII
IMP(eratore) III CO(n)S(ulatu) IIII P(atri) P(atriae) PRO
CONS(uli)
M(illia) P(assuum) LXXIIII


Traducción: A l emperador César, hijo del divino Severo Pértinax, nieto del divino Marco Aurelio, biznieto del divino Antonino Pío, tataranieto del divino Adriano (cuarto nieto), del divino Trajano el Pártico, y quinto nieto del divino Nerva: A Marco Aurelio Antonino, Pío, Feliz. Augusto, Pártico Máximo, Británico, Tracio Máximo, Germánico, al Pontífice Máximo, ejerciendo la Potestad Tribunicia por décima séptima vez, la de Imperátor por tercera vez y por cuarta vez el Consulado, al Padre de la Patria, al Procónsul. Milla setenta y cuatro.

NOTAS EXPLICATIVAS.—En la séptima línea tiene la inscripción un error. Se lee, y muy claro ABNEP(oti) como en la quinta línea, y debiera leerse ADNEP(oti), que significa quinto nieto.

El miliario está dedicado al emperador Marco Aurelio Antonino, y este nombre puede ofrecer serias dificultades, como me las ofreció a mí, al principio, cuando aún teníaque luchar con la obscuridad de las letras. Después caí en la cuenta de que su verdader o nombre era Basiano. En efecto, nos dice Dión Casio y otros historiadores romanos, que su padre, Septimio Severo, una vez que logró deshacerse de los rivales al tronoimperial, se presentó al Senado como hermano de Marco Aurelio y de Cómodo, injertándose bonitamente por este motu proprio en la gloriosa familia imperial de los Flavio- Antoninos. De aquí el que a su hijo y sucesor Basiano, conocido en la historia por el emperador Caracalla, a causa de su vestimenta, se le diga en la inscripción descendiente de tan ilustre estirpe y se le apropien sus nombres.

El ponerse en la inscripción en dativo el nombre del Emperador y sus títulos honoríficos, manifiesta claramente que el monumento l e fué erigido por las ciudades circunvecinas. Y el que de este Emperador, que por otra parte no se distinguió por sus gloriosas hazañas—aunque aun hoy, evoquen en Roma su nombre las ruinosas termas de Caracalla—se hallen tantos miliarios en España, da la sensación de que quizá se le erigieron a causa de su famoso decreto—aunque dado según los historiadores con miras económicas—por el que concedía el tan estimado derecho de ciudadanía, a todos los súbditos libres del dilatado imperio Romano.

Por l o demás, su cuarto consulado, a que alude la inscripción, corresponde, según los Fastos, al año 213; y en él, por consiguiente, se ha de colocar la erección del tan grandioso y estimable monumento.


V
MILIARIO DEL EMPERADOR MAXIMINO Y SU HIJO

En la villa de Eslava (Navarra), al Sur de ella y en el término de Pisaldea, se halló hace varios años este miliario en el arroyo formado por la Fuente de los Moros, que aun conserva su arco romano de medio punto.

La inscripción que perdura en buen estado, reza del modo siguiente:

IMP(erator) CAESAR ° C(ajus) IVLIVS VERVS
MAXIMINVS ° P(ius) ° F(elix) ° AUG(ustus) ° GERMAN
ICVS MAXIMVS ° DACICVS
MAXIMVS ° SARMATVCVS MAX
IMVS ° PONTIFEX MAXIMVS
TRIBVNICIE POTESTATIS V ° IMP(erator) II
P(ater) P(atriae) ° C(on)S(ul) ° PROCO(n)S(ul) ET C(ajus) IVLIVS VERVS MA
XIMVS ° NOBILISSIMVS CAESAR ° GER
MANICVS MAXIMVS ° DACICUS MA
XIMVS ° SARMATICVS MAXIMVS °
PRINCEPS IVVENTVTIS ° FILIUS D(omini) N(ostri)
IMP(eratoris) C(aI) IVLI VERI MAXIMINI ° P(ius) ° F(elix)
AUG(ustus) °

Traducción: El emperador César, Cayo, Julio, Vero, Maximino, Pío, Feliz, Augusto, Germánico Máximo, Dácico Máximo, Sarmático Máximo,Pontífice Máximo, que obtuvo la Potestad Tribunicia por quinta vez, la de Imperátor por segunda vez, Padre de la Patria, Cónsul, Procónsul: y Cayo, Julio, Vero, Máximo, Nobilísimo César, Germánico Máximo, Dácico Máximo, Sarmático Máximo, Principe de la Juventud,hijo de nuestro Señor el Emperador Cayo, Julio, Vero, Maximino, Pío, Feliz, Augusto.

Características: Este miliario monolítico es de piedra caliza obscura y mide 1,95 metros de alto por 0,42 centímetros de diámetro en su parte cilíndrica, pues la base es cuadrada. Las letras, bien conservadas, tienen una altura de 43 milímetros. Se conserva en la actualidad en el Museo Provincial de Pamplona.

Como se ve por la inscripción, es del emperador Maximino y su hijo Máximo (235-238). Conviene hacer algunas advertencias sobre la inscripción para mayor claridad. En la línea cuarta se lee: SARMATVCVS en vez de SARMATICVS, que debiera de haber esculpido el artista: asimismo grabó TRIBVNICIE por TRIBVNICIAE en la línea sexta. En la penúltima línea puso IVLI en vez de IVLII. También ha sido discutido
el final de la sexta línea; pero he de añadir que hoy está muy claro ytal como va copiado más arriba.


VI
MILIARIO DE FLAVIO VALERIO SEVERO

A l o largo de la mencionada cañada o vega javierina, corría—en dirección Este-Oeste—esa anunciada calzada romana, como l o demuestra, sin género de duda, una preciosa, a la par que simpática piedra miliaria,descubierta recientemente con ocasión de las obras del canal de Las Bardenas. Arranca esa importantísima arteria de riego fluvial del pantano de Yesa (Navarra), pasa por el término y a vista de la villa de Javier (mil cien metros de distancia), y al practicar el desmonte se dio con el insospechable tesoro, que nos apresuramos a reconocer y luego a transportar a nuestro museo Javierino para que repose tranquilo al lado de sus otros hermanos de profesión.

Mide el precioso miliario un metro y ochenta y dos centímetros, y,como sucede ordinariamente, la base es cuadrada y el resto cilíndrico. La inscripción se halla en magnífico estado de conservación, a pesar de las constantes y seculares acometidas del arado agrícola, y dice así:

D(ivo) ° N(ostro)
FLAVIO ° VAL(erio)
SEVERO ° D(evoto)
N(uminis) ° B(elli) ° C(aius) ° L(ucius) °

Versión: A nuestro divino Señor, el emperador Flavio Valerio Severo, como tan devoto del dios de la guerra (el fiero Marte), consagra este monumento Cayo Lucio.

La C y la L de la última sigla o renglón están cinceladas bastante más abajo del resto de la línea, como puede observarse en la adjuntalámina, en la que se advierten algún que otro rasgo moderno sin importancia.

En la época a que se refiere este miliario comenzó el emperador Diocleciano por asociarse para el gobierno del imperio varios colegas con el título de Césares. Uno de éstos fué, en 305, Flavio Valerio, de humilde origen, pero de acreditado valor militar. En 306 l e añadió el emperador Galeno el nuevo título de Augusto, encomendándole el gobiernode Italia y Africa.

En 307, abandonado por las legiones que capitaneaba, fué condenado a muerte y ejecutado por orden de su rival Majencio.

Quizá algún beneficio que dispensó a la nación hispana fué causa de que se le dedicara esa memoria.

La calzada romana, que denuncia el presente hallazgo, pasaba por Javier, procedente, a l o que parece, de Jaca y con dirección a Pamplona a l o largo del r ío Aragón y por su margen izquierda; pues sabido es que esas dos ciudades eran de reconocida importancia en aquella remota antigüedad.




TROZOS DE UN MILIARIO
Sacado de “La Arqueología en la villa de Javier”
(Conclusión)
VII
FRANCISCO ESCALADA
Siguiendo la dirección Este del miliario de Eslava y andando cosa de hora y media por el vallecito que riega el riachuelo Indusi, se llega a los Casquilletes de San Juan, término ya de la villa de Gallipienzo (Navarra), y entre unas eras de trillar modernas y varias ruinas antiguas se hallan restos romanos, siendo muy importantes varios trozos que, no hay duda, pertenecen a un miliario romano. En esos pedazos se leen varias letras sueltas, siendo la más principal  F . DIVI . NER .  hijo del divino Nerva.


Conclusiones: Constando por Hübner (I. H. L.) que en Santacara había varios miliarios (el municipio Karense de las inscripciones); que el camino obvio es por San Martín de Unx, Abáix, Fuente de los Moros, Casquilletes de San Juan, Aibar y Sangüesa la Vieja (hoy Rocafuerte), punto en que afluían las vías romanas de Caesar-Augusta ( Zaragoza) por Egea de los Caballeros y Castiliscar, más la que venía de Jaca, a lo largo del río Aragón, para encaminarse a Pompelo (Pamplona); parece que estos miliarios indican el trazado de otra via Santacara-Sangüesa la Vieja; y la circunstancia de estar el nombre del Emperador en nominativo es señal manifiesta de que este camino pertenecía a la red oficial de vías del imperio. Añadamos en confirmación de lo dicho que en Santacris, cerca de la Fuente de los Moros, y en La Encinosa, no lejos de Eslava, he podido apreciar restos muy notables de edificios, como capiteles, fustes de columnas, lápidas, cipos, etc . . . ; y en Aibar una hermosa ara romana del siglo primero, que ya publiqué el 1929 en el BOLETIN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA; y deduciremos por consecuencia que el emperador Maximino, a fuer de buen General, se preocupó de conservar expeditas las vías militares.

Hasta aquí los descubrimientos históricos; pero todavía podemos avanzar más a través de las densas tinieblas que envuelven los tiempos primitivos, guiados por esa venerable matrona que lleva el nombre grato de Prehistoria.

Antes, sin embargo, de que se asome ella al codiciado balcón de la publicidad conviene hacer un alto y darla tiempo para que se vista sus arreos milenarios y pueda aparecer de ese modo en el escenario de su nueva vida con el decoro exigido por su dignidad excelsa. Esto ya se adivina que está pidiendo un nuevo artículo.

FRANCISCO ESCALADA
Correspondiente del «Museum Arqueologicum»

de Berlín