miércoles, 13 de noviembre de 2013

70.07.11 Y en La Bizkaia se apareció hasta Dios

Aunque esta entrada la publicamos en el apartado de leyendas, es real y veraz lo que aquí se cuenta. Y esto no pasa ni en la otra Vizcaya, ni siquiera en Bilbao.

Este sucedido ocurrió en en el pueblo de mas arriba de La Bizkaia.

En un anochecer de finales finales de otoño, en un día nevado y estando toda la familia ya en el rezo del rosario alrededor de la mesa de la cocina, la familía era extensa y además de los abuelos y un tío mutilzarra, vivía en la casa un matrimonio y sus seis hijos.

Oscuro ciego en el exterior, y un candil de aceite con luz tenue y bamboleante, toda la familia acabando ya el quinto misterio, y casi a punto de comenzar la letanía...

"toc, toc, toc..." pegaron en la puerta de la casa.
- ¿Quien puede ser a estas horas y con este frío?, Anda Manuel baja a ver quien es.

Manuel bajo con el candil, y abrió la puerta viendo un personaje con abrigo y barba, en la que brillaban algunos copos de nieve. Canso y aterido, helado de frío.

Le acompaño a la cocina al piso superior, donde toda la familia a oscuras, vieron al trasluz del candil que Manuel llevaba detrás del forastero, una figura alargada por la sombra y del abrigo, prenda no muy habitual en aquellos tiempos y aquellos lugares, menos para la familia, pobres renteros que eran del Amo, del Duque de Granada de Ega. Si que un abrigo como aquel, mucho mas nuevo y elegante traía algunas veces el sr. Duque, que no se dignaba acercar mas de una vez cada dos años a La Bizkaia.

Padre le preguntó al forastero recién llegado que quien era.

"Soy Dios", le contestó.

En aquellos tiempos tan religiosos y de poca relación con el resto del mundo, los Mayores lo creyeron, sobre todo Abuela y Madre, también las hijas. Los hijos, lo que dijera Padre.

Se encerraron en casa, y allí estuvieron todos. Para agradar a Dios, pusieron bien de comida y de leña en el fuego, hasta que a pesar del frío, todos estaban sudando y sudando.

Los ganados se quedaban sin que comer. Dios le dijo a Padre que no se preocupara, que sacara el ganado de los establos que San Isidro se encargaría de ellos.

Ademas de comer mucho y bien, con tanto calor como el fuego daba, también se pusieron a beber vino, cada vez mas, y el que mas lo hacía era Dios.

Fué una de las épocas, ni el abuelo recordaba, en que mas tiempo había estado sin parar de nevar en La Bizkaia, pasaban ya dos semanas y media, y aquello no cambiaba, los ganados habían "pasado" los sembrados, y aunque tenían suficiente leña y comida, algunas cosas empezaban a faltar.

Además, viendo como la abuela, madre e hija, tenían que cocinar y fregar y hacer la casa, y los hombres tenían que hacer estillas, y subir la leña, y atender cutos y gallinas, y conejos y palomas, todos tenían que hacer menos Dios. Este solo hacía comer el mejor jamón y el mejor guisau que la abuela y madre, con esmero le preparaba; y no digamos nada de como estaba bajando el vino en el pellejo.

A uno de los hijos se le ocurrió que que en la biblia no ponía nada de que a Dios le gustase el vino.

Y como había que bajar a comprar algunas cosas a Sada, Padre le dijo que a la vuelta entrara en Getadar, a decirle al cura que había aparecido Dios.

Una vez realizada la compra, antes de subir al pueblo, el hijo entró en Getadar, fue a la casa parroquial, y le dijo al cura que Dios estaba en su casa. Y claro..., el cura le dijo que sí.

Pero cuando le contó de como se comía los mejores pollos y conejos, de como estaba dando con el jamón, y sobre todo de como acababa todas las noches contento de más con el vino del pellejo; el cura cogió el bastón, y acompañando al hijo, subió al pueblo.

Fueron a la casa, y allí en la cocina estaba Dios reunido con toda la familia. El cura sin mediar palabra, le arreó cuatro bastonazos en la espalda, y al ver todos como el cura le atizaba...,  ¡¡ quisieron matarlo ¡¡.

Pero entonces el cura les dijo: "¡¡ Antes le teníais que haber matau ¡¡, ahora, ¡¡ venga ranca de aquí, y que no te volvamos a ver ¡¡.

No sabemos si Dios habra estado por La Bizkaia, porque dicen que está en todas partes, pero ¡¡ Nunca mas se le vió ¡¡

Nos lo contó José María Beorlegui Beorlegui "Clavel", vecino de Eslaba y nacido en Sabaiza en lo mas alto de La Bizkaia.