lunes, 4 de junio de 2012

08.04.02 Iglesia Santa Elena de Abaiz


Iglesia de Santa Elena de Abaiz
Anteriormente con advocación a La Santa Cruz.


Como es habitual, las ruinas de la pequeña iglesia de  Abaiz , manifiestan claramente las consecuencias de las vicisitudes demográficas que han caracterizado el poblamiento del lugar. Tras el primer abandono, la articulación medieval del edificio fue readaptada a los gustos barrocos en la reconstrucción realizada en el siglo XVII. Después, su segundo despoblamiento ha terminado por provocar el colapso de la cubierta y la ruina total del edificio, volviendo a adquirir especial protagonismo los elementos medievales realizados en piedra, frente a las adicciones barrocas, de ladrillo y yeso, casi totalmente perdidas.



 No obstante, los restos del edificio, sobre todo el exterior, manifiestan unas características que se salen de la norma y definen un conjunto sumamente peculiar e insólito. La mayor parte de la construcción está realizada con sillares de grandes dimensiones, muy irregulares, pero perfectamente escuadrados. Encajan unos con otros a la perfección sin necesidad apreciable de argamasas.

Al fondo Santa Agata, San Miguel y Arangoiti muy difuminado.

Los muros son sorprendentemente gruesos, conformando una especie de plataforma sobre el mismo escarpe rocoso, de la que destaca una gran torre cilíndrica al norte, con escalera central de caracol en forma de elipse helicoidal.




Se accede a la ella a través del interior del templo, cruzando una pesada puerta de doble abocinamiento escalonado y perfil semicircular.



 Por el lado oriental, el muro testero aparece reforzado por los contrafuertes de reducido resalte que recorren los centros del paño, no sus extremos como es frecuente en el románico.


Por el otro lado, mas transformado, parece suceder lo mismo. Los demás contrafuertes conservados no coinciden con la distribución interna. 
La portada tampoco sigue los modelos habituales. De hecho, esta embutida bajo un arco de descarga sumamente irregular, abriendo el conjunto un vano de altura desproporcionada.


Por último, la cabecera combina el testero recto al exterior ya comentado con un semicilindro interior, aspecto este insólito en el panorama arquitectónico de Nabarra.



Sobre un zócalo o primer nivel de hiladas de sillería monumental se construyen muros de sillarejo que terminan por definir la torre campanario, las vertientes de la cubierta en el hastial occidental y las partes altas de los muros. Da la impresión de que todo el basamento del edificio es anterior a la definición románica del templo, conformando una edificación atípica de gran interés.

Sea como fuere, hoy, una vez desplomadas las bóvedas de lunetos barrocas, subsisten, casi milagrosamente, tres arcos transversales apuntados propios de la construcción románica.

Su sección rectangular se embute progresivamente en el muro hasta prácticamente desaparecer en él, recordando articulaciones frecuentes en la zona, del refrectorio de La Oliva a la parroquial de Carcastillo, a algunos ejemplos rurales  seriados de la vecina Baldorba (Benito), como las parroquiales de Bézquiz o Amunarrizketa. También conserva alguno de los estribos primitivos que iban asociados a cada uno de los arcos. A este tipo de estructura arquitectónica se debía vincular primitivamente una cubierta de madera a dos aguas. El citado modelo constructivo se extendió por la arquitectura parroquial a partir de las construcciones monásticas cistercienses, y posteriormente de las órdenes mendicantes, por lo que su vigencia cronológica es muy amplia.

Como ya se ha apuntado, conserva también la portada de ingreso medieval, integrada por un gran arco de descarga irregular, bajo el que se inscribe un interesantísimo tímpano monolítico sobre zapatas lisas, embutido en un arco sin resaltes ni molduras, y dibujado por un profundo y fino dovelaje.


Tanto el crismón como lo que parece una inscripción de grafismos irregulares han sido diana de la puntería de los cazadores, que han terminado de desfigurar completamente su fisonomía primitiva. Una pena.


Por el lado izquierdo parece adivinarse una cifra, quizá de un año 104+, lo que descarta su realización medieval¿?. El dovelaje del arco es sumamente peculiar, ya que esas dovelas estrechas, largas y profundas son habituales en el primer románico, se observan por ejemplo en la puerta de entrada de la capilla primitiva del castillo de Loarre. Esa vinculación nos llevaría como cronología orientativa para portada y zócalo perimetral a la primera mitad del siglo XI o incluso antes (dentro de fórmulas prerrománicas que se evidenciarían asimismo en el aparejo del muro envolvente), asociado quizá el edificio en el espacio y el tiempo, al monasterio de San Pedro de Abaiz, donado en 1094 a Leire.

Para el templo mas tardío, la ausencia de repertorios decorativos, así como la propia simplicidad de los elementos arquitectónicos conservados, impiden concretar la cronología aproximada de su construcción. Como sabemos, las cubiertas de madera a dos aguas perduraron, asociadas a construcciones humildes y pragmáticas, durante toda la Edad Media. No obstante la combinación de arcos transversales apuntados y secciones rectangulares nos remite a otras iglesias del entorno como la parroquial de  Carcastillo  y otras construcciones tanto del Bajo Aragón como de la  Baldorba (Benito) . En relación a ellas se puede proponer una simple orientación cronológica desde los últimos años del siglo XII hasta avanzado el XIII.
(Texto de Carlos J. Martinez Alava)

Posiblemente, parte de este edificio, sea uno de los mas antiguos que se conservan en Nabarra.

Los contrafuertes de su cara oriental, no han impedido que se abra todo el muro de arriba a abajo, mas hacia su cara norte.


Ya en los 40, fueron llevadas desde esta iglesia hasta Eslaba, una talla gótica de la virgen, una original pila bautismal, un sepulcro liso y las campanas. La pila bautismal de piedra, se sitúa ahora en la iglesia de Eslaba en el nicho del lado del evangelio, con base circular moldurada fuste cilíndrico rematado en capitel, taza semiesférica gallonada y baquetón superior. También llevada de Abaiz, en una hornacina de la nave se aloja una imagen de Nuestra Señora sedente con el Niño, gótica del siglo XIV con policromía ya del siglo XIX. 

Sobre este templo, mas bien ruinas en 2011, se ha producido un grave conflicto entre el Pueblo de Lerga, y el párroco y vecinos de Eslaba.