viernes, 15 de junio de 2012

02.00.02 Romanización (en La Val) - Epigrafia de Taracena y Vazquez


Excavaciones en Navarra  (1941 a 1946)
(RPVIANA, Nº 24, pags. 413 a 469)
B. Taracena Aguirre
L. Vázquez de Parga
(Las fotografías pertenecen al archivo de J.E.Uranga)


LA ROMANIZACION   (en   La Val)


Los restos prerromanos de una comarca pueden quizá llegar a conocerse mediante la visita profesional a sus campos de ruinas y practicando excavaciones de prospección, pues en general los yacimientos no son numerosos ni extensos y si se trata de culturas de la Edad del Hierro, dónde los poblados siempre ocuparon altozanos estratégicos, entonces los montones de piedras de sus ruinas, sirviendo de valla para el labrador, se conservan «in situ» denunciando el contorno y perfil de las fortificaciones y hasta el torpe trazado urbano.

Pero el conocimiento de los restos del mundo romano resultará mucho más lento por lo infructuoso de la inspección ocular y porque habrá de hacerse mediante costosas excavaciones, ya que los oppida, vici, y villae ocuparon habitualmente fértiles terrenos de llanura en que la continuidad de residencia o el trabajo del arado han borrado toda huella superficial, las construcciones fueron de gran área y su relativa uniformidad dificulta el hallazgo de características diferenciales que definan la personalidad regional, y tanto más si se agrega que la historia de los siglos de la paz imperial es sólo la de su evolución cultural, que arqueológicamente forma un conjunto cuyos elementos no pueden estudiarse separados, pues distribución demográfica, tamaño y esplendor de las ciudades, obras públicas, explotación de las fuentes de riqueza y perfeccionamiento técnico y artístico estuvieron entonces quizá tan enlazados como en el mundo actual y no es posible estudiarles con la relativa independencia que puede hacerse en culturas inferiores.

Por ello hemos querido prologar la publicación de los restos romanos descubiertos en las excavaciones realizadas en Navarra desde 1941 a 1946, con una sumaria visión de conjunto que sirva de apoyo a los resultados obtenidos y de cómoda información a quien desee valorar cada hallazgo y por ello damos aquí un resumen de las noticias literarias clásicas referentes a la provincia, la localización de los yacimientos que en la región hemos visitado, de los restos epigráficos hasta hoy recogidos o descubiertos y de las noticias publicadas de sus ruinas o hallazgos, aunque recusando en ellas cuanto creemos imaginativo.

En estas páginas nos han servido de principal punto de partida para las noticias monumentales los beneméritos trabajos de D. Julio Altadill (1) y el P. Escalada (2), llenos de interesantes noticias aunque algunas no puedan hoy ser aceptadas, y las colecciones con tanto esfuerzo reunidas en el Museo de la Cámara de Comptos y en el Castillo de Javier, más aún cuando la relación parezca larga y el mapa de Navarra ya bastante poblado de yacimientos, sin duda queda todavía mucho por descubrir (3) hasta que se pueda considerar relativamente completo este sector de la futura Carta Arqueológica de la provincia cuya redacción tenemos encomendada (4).


Las fuentes literarias y las leyendas monetales

Los testimonios de los autores clásicos referentes al antiguo territorio vascón (5), en el que se incluye el actual de la provincia de Navarra, podemos repartirlos en dos grupos, uno de alusiones incidentales y otro el de aquellos autores que en forma sistemática trataron de dar una visión de conjunto de la Península, ya se limitasen como Ptolomeo a fijar las coordenadas o datos astronómicos precisos para trasladar a un mapa las posiciones de los territorios o núcleos de población, ya lo hicieran en forma descriptiva como Estrabón o administrativa como Plinio, o simplemente de itinerarios como el de Antonino o el Anónimo de Ravena. Las monedas completan y confirman las noticias de los autores al darnos en sus leyendas los nombres de las cecas que las emitieron y nos dejan entrever algo de lo que fué el proceso de la romanización, al observar como los letreros latinos van sustituyendo a los en caracteres indígenas.

La primera mención de los vascones en las noticias literarias romanas conservadas, se encuentran en el fragmento del libro 91 de Tito Livio (FHA, t. IV, pág. 188) donde al narrar los movimientos de Sertorio en el invierno del 77/76 a. de C, se mencionan los territorios de Gracurris y Cascantum, a los que trata Sertorio como terreno enemigo, pasando por ellos a la ciudad aliada de Calahorra, y después por el territorio de los vascones para acampar en la frontera de los Berones, probablemente hacia Alcanadre. A los sucesos de la misma guerra posteriores a la batalla de Sagunto y al mismo año 75 se refería un pasaje de la biografía de Plutarco (Sertorio, 21 = FHA t. IV, pág. 216) en el que de ser cierta la corrección propuesta por Schulten, según la cual habría que leer «vascones» donde los códices dicen «vacceos», se narraría la retirada de Pompeyo a territorio vascón, con lo que habría que relacionar la fundación de Pamplona, atribuida por Estrabón al mismo Pompeyo, y que tendría confirmación en un pasaje de las Historias de Salustio (2, 93, ed. Maurenbrecher = FHA t, IV pág. 220) en el que se presenta al ejército romano (de Pompeyo) retirándose al país de los vascones para avituallarse (frumenti gratia). De estos hechos deduce Schulten que los vascones estaban ya sometidos a los romanos, sumisión que supone consecuencia de las campañas de Catón en los comienzos del siglo II a. de C.

Después de esto apenas si merecen recogerse algunas fugaces alusiones de Silio Itálico (Punica 5, 195, 357; 9, 197 y 10, 15) referentes todas ellas al modo peculiar de combatir de los vascones, sin casco y con armamento ligero, una cita aislada del autor de la Vita Alexandri Severi de la Historia Augusta, única en la que se supone a los vascones muy avezados en el arte de los harúspices, y la mención de Ausonio en su correspondencia poética con Paulino de Nola, que asocia el bosque vascón con los nevados Pirineos (Ep. 24, 51: «...Vasconis hoc saltus et ninguida Pyrenaei hospitia»).

Las dos grandes geografías que nos han llegado desde la antigüedad romana son de carácter muy distinto. La de Estrabón (63 a. de C. a 19 de C) , asiático de Apamea del Ponto, que vivió largos años en la Roma augústea, es de tipo político-etnográfico. Sus noticias sobre la provincia hispánica no son directas, pues él nunca estuvo en el país, pero pudo utilizar buenas fuentes como Polibio, que asistió al cerco de Numancia en 133 a. de C, Artemidoro, que realizó un periplo por las costas mediterráneas de España hacia el año 100 a. de C. y Posidonio, que también viajó por España en el tránsito de los siglos II a I a. C; Klotz supone que alguna noticia referente a los vascones, en relación con la guerra cántabro astur, provendría del historiador Timagenes, contemporáneo de Augusto (6). Claudio Ptolomeo, egipcio helenizado nacido en Pelusa o Ptolemais, en la Tebaida, y que parece haber residido en Alejandría o en la vecina Canope, compuso hacia la segunda mitad del siglo II de C. su «Guía geográfica», según expresión de Berthelot, «especie de léxico geográfico que enumera las posiciones en longitud y latitud de los sitios conocidos, ciudades, montes, ríos, cabos etc.». De sus fuentes sólo sabemos lo que él mismo nos dice: que utilizó una obra anterior de Marino de Tiro y que corrigió o completó sus datos con los de viajeros más recientes (7). En cuanto a Plinio el Antiguo, incluye en los libros 3 y 4 de su Historia Natural publicada el año 77 de C. una serie de noticias de tipo geográfico administrativo referentes a la provincia de España, que parecen provenir en parte de Varrón y del mapa de Agripa y en parte de las Formulae provinciarum, memorias administrativas y estadísticas, de las que, la que ahora nos afecta, era según Albertini muy poco posterior al año 41 a. C. (8).

Los itinerarios literarios están reducidos para España al llamado Itinerario de Antonino y a la Geografía del Anónimo de Ravena, ya que se ha perdido el extremo de la Tabula Pentingeriana que contenía los trayectos españoles. Según la hipótesis de Kubitschek (9) los tres documentos derivarían, indirectamente, de una mapa itinerario que debe ser atribuido a Caracalla y sería como el «pendant» del plano capitolino de la ciudad de Roma, hecho entre los años 203 y 208 de C.

El Itinerario de Antonino (10) no da a conocer —como creía Saavedra— (Discursos en... la Real Academia de la Historia, Madrid, 1862, p. 26) «la estadística casi exacta de las vías militares del imperio», sino que, como ha demostrado Kubitschek (11), es sólo «ein schlechtes Routenbuch», «una mala guía de carreteras» cuyo autor no estaba familiarizado con la organización de la red viaria del imperio romano, y no pudo haber sido ni un científico, ni un geógrafo, ni un militar, ni un funcionario, faltando todo punto de apoyo para suponerla una publicación oficial. Sea quien fuere su autor, hubo de redactarse en los primeros años de Diocleciano, entre los años 280 y 290.

El anónimo de Rávena (12) o Ravenate, como se íe llama frecuentemente, escribió hacia finales del siglo VII una Cosmografía que viene a ser esencialmente un índice de nombres gográficos, que abarca todo el mundo conocido por los antiguos y contiene unos 5.300 nombres, de ellos unos 300 de ríos. Sus relaciones con la Tabula Peutingeriana, reconocidas de antiguo, han sido diversamente interpretadas: Miller supuso que ésta última copiaba la obra de un Castorius —muy posiblemente fantástico— citado por el Ravenate como una de sus fuentes principales, pero se opone a ello el hecho de que el material antiguo parece más completo en la Cosmografía que en la Tabula. Funaioli concluye que, en realidad, el Ravenate parece haberse limitado a copiar un mapa itinerario, probablemente revisado en los siglos V al VI, con añadidos y variantes tomados de Jordanes, Orosio y San Isidoro. Pero el arquetipo de este mapa sería, como ya hemos indicado, otro del siglo III que habría servido también indirectamente de modelo al Itinerario de Antonio y a la Tabula Peutingeriana. La parte española de la Cosmografía, que ofrece un interés mayor para el estudio de la antigua geografía española que para otras regiones del mundo antiguo, ya que para ella no conservamos los trazados correspondientes de la carta de Peutinger, no ha sido objeto hasta ahora de ningún estudio de conjunto.

Los numísmatas agrupan en la «Regio Pompaelonensis» una serie de emisiones monetarias con leyendas en alfabeto ibérico, cuyos nombres, desgraciadamente, resisten en su mayor parte a todo intento, medianamente fundado, de localización precisa o identificación con nombres de lugar modernos y aún antiguos conocidos por textos literarios e inscripciones. Sin embargo, una de ellas, leída en la transcripción de Gómez Moreno, parece conservar el nombre de la tribu de los vascones, leyéndose bascunes o barscunes y procediendo los hallazgos de sus ejemplares de la región navarro-aragonesa. Hill hace notar que el tipo de jinete de esta serie no lleva casco, recordando el Vasco insuetus galeae de Silio Itálico (III, 358). Las leyendas de las otras monedas deberán leerse: libiacos, arsaos, bentian (Hill lee con Zobel: kontan), cueliacos (para Hill: coelioqos), tirsos, y una última ceca de lectura dudosa (uzan-a o, para Hill); los intentos de identificación con Bursao, Suissatio, Beleia e Iturissa, pueden considerarse desprovistos de fundamento (12). En la regio Turiasonensis figura caiscata-cascantum, cuya identificación con Cascante es segura (14).

El actual territorio navarro hallábase en la época romana ocupado todo él por la tribu de los vascones. Ptolomeo (II, 6,56) atribuye a esta tribu una ciudad marítima Oiasso y quince interiores: Iturissa Pompailon, Bituris, Andelos, Nemanturista, Curnonion, Iacca, Gracuris, Calagorina, Casconton, Ergauica, Tarraga, Muscaria, Setia, Alauona. No es fácil precisar cuales de estas ciudades tenían su localización dentro de los límites actuales de Navarra ya que la situación de muchas de ellas es completamente desconocida, pero en cambio sí sabemos que algunas caían fuera de estos límites: Gracuris = Graccurris que parece corresponder a la actual Alfaro, Calagorina = Calagurris Nasica, hoy Calahorra, Iacca (Jaca) y desde luego Oiasso, seguramente Oyarzun (provincia de Guipúzcoa), que Ptolomeo sitúa 1.º 10' al Norte de la más septentrional de las ciudades interiores, de Iturissa. De las restantes ciudades sólo tres podemos considerar de localización segura: Pompailon = Pompaelo, te actual Pamplona: Andelos, en el despoblado de Andión, cerca de Mendigorría y Casconton = Cascantum cuyo nombre persiste hoy en Cascante. Para las restantes se han propuesto diversas identificaciones, con grados distintos de probabilidad, pero ninguna de ellas con un apoyo firme (15).

Estrabón (III, 4, 7) caracteriza como pueblos montañeses, cuyo modo de vivir es análogo, a los Galaicos, Astures, Cántabros «hasta los Vascones y el Pirineo». Mekhri Uasconon kai Pyrenes; menciona a Calahorra (Kalaguri Uasconon polei), al tratar del final de la guerra sertoriana (III, 4, 10); según dice en este mismo lugar, «desde Tarragona hasta los Vascones que habitan el territorio extremo junto al Océano alrededor de Pamplona y Oeaso, ciudad ésta situada junto al mismo océano, hay dos mil cuatrocientos estadios, terminando en los mismos límites de España y Aquitania»; «Los Vascones habitan más arriba de la Iacetania, hacia el Norte y en su territorio está la ciudad de Pamplona, como si dijeses la ciudad de Pompeyo». De otro pasaje (III, 4, 20) parece deducirse que, mientras la parte montañosa tenía de guarnición una legión bajo un delegado del legado consular que ejercía el mando supremo militar, la región del Ebro se encontraba ya romanizada.

Plinio (N. h. : IV, 110) menciona en su descripción de la costa cantábrica, partiendo del Pirineo, el Vasconum Saltus y después Olarso (en la que debemos reconocer la Oiasso de Ptolomeo), inmediatamente antea de los oppida Vardulorum. Y en otro lugar (III, 22), después de mencionar a los Indigetes escribe, «quo dicetur ordo intus recedentes radice Pyrenei Ausetani [Fitani], Lacetani, perque Pyrenaeum Ceretani, dein Vascones», confirmando su condición de pueblo pirenaico inmediato al mar Cantábrico, pero abarcando un territorio que parece menor al marcado por Ptolomeo, pues mientras éste incluye Iacca entre las ciudades vasconas, Plinio la excluye, al citar a los Iacetani como distintos de los vascones y separados de ellos por los Ceretani; y Estrabón igualmente cita a los iaecetanos al s. de los vascones.

Tampoco resultaría exacto considerar como localizados en el Pirineo los vascones de Ptolomeo, con ciudades al Sur del Ebro; mas por una parte carecemos de datos sobre las fuentes que utilizó Ptolomeo y por tanto del período cronológico a que debe reducirse su descripción, y por otra Plinio al enumerar los pueblos del convento cesaraugustano (III, 24) que habría de incluir a los vascones, lo hace siguiendo un doble orden, clasificándolos por su derecho más o menos privilegiado (ciudadanos romanos, latinos antiguos, federados, estipendiarios) y dentro de cada grupo alfabéticamente. Sólo cuando por otro camino sabemos que uno de estos pueblos pertenecía a los vascones, podemos con algún fundamento atribuirlos a su territorio; así nos ocurre con los calagorritanos qui Nasici cognominantur que gozaban derechos de ciudadanos romanos, los Cascantenses y Ergavicenses: latinorum veterum, los foederatos Tarracenses, los stipendiarios: Andelonenses, y tal vez las Aracelitani, Carenses, Iacetanos (siguiendo a Ptolomeo), Pompaelonenses y probablemente Segienses. Parece seguro, por razones lingüísticas, que haya que llevar a territorio vascón a los Iluberitani (var. Ilumberitani) identificando el nombre de su ciudad con el de Lumbier, donde efectivamente hay huellas de habitación romana.

En el Itinerarium Antonini figuran algunas estaciones localizadas en territorio navarro. En el itinerario que ofrece a los que de Milán se dirigen a León, el que titula de Italia a España (Wes, 387, 4 - 395 4. N.º 1 de la edición Saavedra), se debía cruzar por tierra navarra en una parte de los trayectos Zaragoza-Cascante (50 millas = 75 kms. aproximadamente) y Cascante-Calahorra (29 millas = 43 kms.). Del itinerario de España a Aquitania o de Astorga o Burdeos (Wes, 453, 4-457, 2; Saavedra n.º 34) se encontraban dentro de los límites actuales navarros una parte del trayecto Alba-Araceli (ya que según toda probabilidad esta última mansión ha de buscarse en el valle de Araquil, que parece haber conservado su nombre), y las restantes etapas hasta el Pirineo: a Alantone (no identificada), 16 millas — 23'7 kms., Pompelone (Pamplona), 8 millas = 11'8 kms., Turissa, 22 millas = 32'6 kms. y Summo Pyreneo, 18 millas = 26'7 kms., que parece debe llevarse a Roncesvalles (16).

En este caso se pone de manifiesto, según es regla, la insuficiencia de los datos del Itinerario para informarnos del estado real de la red viária de la España romana; a pesar de la pérdida de la parte española de la tabula Peutingeriana, y aún prescindiendo ahora de los hallazgos de miliarios que hablan de carreteras no utilizadas en ninguno de los recorridos del Itinerario, en el texto de la Cosmografía del Ravenate parece marcarse un nuevo camino en este territorio (Schnetz 80'35) con el recorrido Seglan (corr. Segiam). — Terracha (Cf. Tarraga Ptol. 6'66) — Carta (Cf. Cara, Carenses). — Pompelone; acusándose la pérdida en el texto actual de algún trayecto que podía interesar a este territorio, en que figuraba Gracuse (17). (Cf. Graccurris). Otro trayecto: Beldalin — Erguti (Cf. Ergauica) Beturri (Cf. Biturris, Ptol, 6'66) resulta demasiado incierto para pretender localizarlo.

Los miliarios encontrados hasta ahora en territorio navarro no aclaran mucho estos recorridos, ni en la mayoría de los casos es fácil relacionarlos con ellos. De antiguo se conocen seis miliarios localizados en Santacara, que parece identificarse con la antigua Cara, centro urbano de los Carenses, mencionados por Plinio (3, 3, 24) entre los estipendiarios del conventus Caesaraugustanus, y que probablemente será también la Carta del Ravenate (4'43). Estos miliarios de los años 14/15 a 282 de J. C. (C. I. L., II, 4904-49C9), dan dos de ellos la distancia de una milla y otro la de tres, (los demás carecen de indicación a este respecto), contadas desde la propia ciudad «a Cara m. p. III», según se menciona expresamente en uno de ellos. Debemos suponer que se referirían a un camino de interés local, que enlazara con otra vía de mayor importancia, sin que los datos de que disponemos hasta ahora permitan suponer con alguna probabilidad su trayecto y dirección.

De otro grupo de miliarios dá noticia el P. Escalada (Boletín de la Academia de la Historia, t. 104, 1934, p. 270 y siguientes). Son, uno de Máximo (a. 238) al sur de Eslava, en el término de Pisaldea, otro de Flavio Severo II (años 305-7) encontrado en los desmontes efectuados con motivo de los trabajos de construcción del canal de las Bardenas, a unos 1.100 m. de Javier, y un fragmento encontrado en los «Casquilletes de San Juan» en término de Gallipienzo, con los que hay que poner en relación otros dos encontrados en término de Castiliscar (provincia de Zaragoza) y el publicado por Hübner (C. I. L., II, 4910) del año 306-7, que, según Suman se conservaba «en Sofuentes en la casa de los Padres de las Escuelas Pías» (18).


EPIGRAFÍA ROMANA EN NAVARRA

Cuando Hübner publicó, en 1869, sus Inscriptiones Hispaniae latinae, que forman el tomo II de Corpus Inscriptionum Latinarum editado por la Academia de Berlín, hacía notar que el convento jurídico cesaraugustano era desde el punto de vista epigráfico el menos conocido de todos, y que aquél que lo recorriese pueblo a pueblo para buscar inscripciones, sin duda encontraría premiado su trabajo. No había estado por entonces en Pamplona, ni había encontrado quien la visitase a su intención, quedando por tanto limitado para aquella región a las noticias literarias, procedentes casi todas ellas de Sandoval (Catálogo de los obispos de Pamplona, 1614), conocido por Muratori a través de Oihenart, y del P. Moret en sus Investigaciones (1.a edición de 1665) y Anales (1.a ed. 1683). El Diccionario Geográfico de la Academia de la Historia conoce alguna de las lápidas de Gastiain y Yanguas, a través de Juan Antonio Fernández, otra de Arróniz.

En 1892, al publicar Hübner el suplemento al anterior volumen, aunque había estado en Pamplona en 1881, no vió ninguna nueva inscripción pudiendo únicamente rectificar y añadir algunas lecturas en las inscripciones de Gastiain. Desde entonces fueron reuniéndose por gestión de la Comisión de Monumentos, algunas inscripciones en el Museo de Comptos y en estos últimos años por el cuidado de la Institución Príncipe de Viana. Al mismo tiempo el magnífico entusiasmo del P. Escalada le permitía reunir en el sótano del Castillo de Javier una colección importante de inscripciones romanas. Gracias en fin, a la pericia fotográfica y a la diligencia del Secretariado de la Institución Príncipe de Viana, D. J. E. Uranga, podemos reunir las reproducciones de todas las inscripciones de que hemos podido tener noticia, al mismo tiempo que por las gestiones, visitas e indagaciones realizadas en aquellos lugares donde había noticias antiguas de haberse conservado inscripciones.

Nuestro propósito al publicar las inscripciones romanas de Navarra no es otro que el de allanar el camino al epigrafista futuro que trate de renovar los tomos del Corpus Inscriptionum Latinarum dedicados a la España romana. El número de las inscripciones de la región navarra es bastante más del doble de los allí recogidos y en él se cuentan algunas inéditas. En nuestro repertorio seguimos un orden alfabético-geográfico de localidades de procedencia y asignamos a cada una de las inscripciones, conservadas o perdidas, un número de orden.



Localidades de Navarra (La Val)
donde se conservan ruinas o se han hallado objetos romanos.
(Términos Municipales)



Aibar.—Al S. E. en El Llano, restos de población romana (Escalada, La Arqueología, p. 116). Restos romanos se encontraron en el término Soreta.

En «El Solano» se encontró una pequeña figurita de bronce representando a un muchachito desnudo escanciando un odre y el ara dedicada a Júpiter.

Museo de Javier—Figurita de bronce romana encontrada en Aibar. Alt. 0,085 m.


Museo de Javier, nº 20—Ara dedicada a Júpiter, procedente de El Solano, en Aibar.
Ara de piedra de factura cuidada. En el frente una cabeza de toro entre dos rosetas. En los costados y cara posterior: pastel o pan debajo de un haz de espigas, rueda de radios curvos y racimo de uvas sobre un jarro. (Alt. l'02 m. Ancho 0'50 m. Grueso 0'35 m.)

Escalada, «Un monumento arqueológico del Castillo de Javier» en B. C. M. Navarra (1927) págs. 599-600. También en B. R. A. de la Hist. n.° 94 (1929) 190-192 y en «La arqueología». 1943, p. 126-130.





Carcastillo.—Cf. La Oliva (Fita B. A. H. t. 50 (1907) p. 470).

La noticia de que en su término, junto a Figarol, quedan extensas ruinas romanas, es a todas luces inexacta Inscr. n.º 14.

Estela sepulcral ricamente decorada. Alt. 2'05 m. Ancho 073. Grueso 0'15 m. La inscripción incluida en tabula ansata.

Parece que procede de Carcastillo de donde fué trasladada al claustro del monasterio de La Oliva, donde estaba ya en el siglo XVI, y de allí al Museo de Comptos en Pamplona. (En otras fuentes dice que viene de Cara (Santacara).


Corpus 2962. Fita B. R. A. Hist. t. 50 (1907) p. 470. Hübner, sin haber visto la lápida, restituye k(a)resis y lee las siglas del final de la lín. 3: h(ic) s(itus) e(st).


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La siguiente pieza no viene en el "catálogo" de Blas Taracena y Luis Vazquez de Parga, 


Kaseda — Ara de Optimo Maximo

J. VELAZA, 1998, 206-207, ID., 1999, 155-156, nº 1, fig. 1. Ara de caliza con coronamiento y basa moldurados.
En el coronamiento tiene un golpe en su parte derecha y una notable erosión en toda su superficie. Las circunstancias del hallazgo se desconocen, no obstante en el año 1990 un anónimo dirigido al Museo de Navarra informaba de su existencia en Cáseda. Medidas: 75 x 43/27,7/38 x 36,5/20/30. Letras: 7-6.

Interpunción: triángulo. Se conserva en el Museo de Navarra, nº inv. 2392. 
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Eslava.—Miliario de Maximino (a. 238 d. J. C.). Altadill, Véase Vías... p. 522, hoy en el Museo de Pamplona. Altadill señala también allí el hallazgo de «un idolillo alado, relieve en ágata de notable valor», conservado en el Museo de Javier. P. Escalada «La Arqueología...» 1943, pág. 122. En Santacrís y en Fuente de los Moros varias columnas y grandes sillares con pilastras en relieve decoradas con vástagos vegetales.
En el término de Santacrís, como tres kilómetros al E. de Eslava y en el lugar llamado «Fuente del Moro», junto a cuyo manantial apareció el miliario anterior, quedan las ruinas de una ciudad como de 10 hectáreas de extensión, que ocupan el altozano donde se elevan las ruinas de una torre de señales y el barranco inmediato por el lado S.
En la superficie hemos podido recoger dos capiteles toscanos, uno corintio, un trozo de fuste en escama, adosado a una jamba y otros dos de fuste acanalado sin rudenturas. Durante la rápida exploración que allí realizamos en septiembre de 1944 pudimos descubrir bastantes muros de viviendas, parte de ellos correspondientes a un atrio con curioso impluvium, en la cima del monte un gran basamento al parecer de un templo y recoger abundante stiestos de terra sigillata.

Piedra miliaria encontrada «en el término de Pisaldea al S. de la villa [de Eslava], en el arroyo formado por la Fuente de los Moros que aun conserva su arco de medio punto». Escalada B. R. A. Hist. t. 104 (1934) p. 282. Hoy en el Museo de Comptos. Lám. VIII, 2. Alt. 1'95 m. Diámetro 0'45 m.
(La imagen en blanco y negro del escrito original sustituida por esta en color)

En la línea 6 debería decir imp(erator) VIL
Publicado primeramente en el B. C. M. Navarra (1916) p. 219, y en el mismo Boletín (1917) p. 33-40.



Eslava.— Ara a Júpiter. En jurisdicción de Eslava, término de Encinosa. Desde 1918 en el Museo de Javier (n.° 7) por donación de D. Clemente Bariain.
Altar de piedra tosco. Alt. 0'66 m. Ancho 0'40. Malamente legible.

Escalada, La Arqueología, 1943, p. 121, da la siguiente
lectura: Iovi Opti/mo Max/ Cn Flavius/ vot. lib/ f curavit.



Gallipienzo.— En el término de San Juan o «Los casquilletes de San Juan», fragmento de miliario encontrado por el Sr. Castrillo y hoy en el Museo de Pamplona. Monedas ibéricas e hispano-romanas en «la cerrada de Francisquete». «...en la viña llamada del Molón muchas teselas sin huellas de argamasa» e «inmediatos algunos mosaicos, iniciada, pero sin terminar su construcción».

«No acertamos a definir —dice Altadill— que objeto pudo tener una enorme piedra labrada, cilindrica y maciza, que denominan «el Molón»; para miliario es descomunal y no se ven signos en ella. Cerca de la finca rústica en que se halla, en el camino de Cáseda, se encontró un anillo de bronce a la inmediación de un amplio edificio que merecía interés a juzgar por la cimentación, los sillares, los fustes y basas de columnas, de factura ciertamente romana». (Altadill, Vías... p. 523-524).

En el año 1944 realizamos excavaciones en el lugar denominado «Los Casquilletes de S. Juan» donde descubrimos una serie de silos de perfil acampanado, la planta de un pequeño edificio rectangular y recogimos algún fragmento de inscripción, sillares ornados con relieves de temas vegetales y algunos tiestos cerámicos, todo de época imperial (B. Taracena y L. Vázquez de Parga «Prospecciones en el Castellar de Javier y Los Casquilletes de San Juan de Gallipienzo». Revista Príncipe de Viana. Año VIL n.° XXII, pág. 1 a 19).

En el término llamado de San Juan o «Los casquilletes de San Juan». «Fragmento de piedra miliaria... parte media de una media caña de columna, rota por consiguiente en sus dos extremos». Castrillo, B. C. M. Navarra 8 (1917) p. 38. Según Altadill (Vías, p. 523) es de Adriano y daría la distancia de 7 millas desde Cara (?) .
Lecturas de Castrillo loc. cit.. de Escalada (La Arqueología, 1943, p. 123).

Tiene las siguiente inscripción, (con dos lecturas)

ES . D.S . I
FAMNII                       CAES - DIVI - TRAIANI
I . F . DIVI NER .

No es fácil concertar las dos lecturas, ni hemos podido hallar rastro de su paradero actual.


Se encontró otra pieza que estaba en las paredes de una era en Los Casquilletes de San Juan y se ha traído ahora al Museo da Comptos.
Fragmento de 0'48 X 0'20 X 0'30 m.

LA . EI . CE

P. F.
Publicada por Castrillo loc. cit. en el n.00 anterior y por nosotros en Príncipe de Viana, VII n.° XX.



Javier

Piedra Funeraria.- Según el P. Escalada (B. A. H. t. 104 (1934) página 270) al N. de Javier y en el sitio y término de El Cuadrón, hay cimientos de una población romana y al S. en El Castellar, ruinas de un templo. Una curiosa inscripción funeraria se encontró en «el camino que al pie del Castillo sale por entre Viñas-Viejas y el Cuadrón».

Museo de Javier número 3. Lám..
Alt. 0'99 m. Ancho 0'47. Grueso 0'06.
Debajo de su rostro humano malamente esbozado

Escalada, Estela romana hallada en Javier [1930], (folleto,con fotograbado en la portada).
La Oliva, V, n.° 14.

En el Cuadrón y Villas-Viejas, cimientos de una población romana con cerámica y dardos. Algo más arriba de El Cuadrón fragmento de lápida. En El Castellar trozos de columna corintia y un «osculatorio» (Francisco Escalada «La Arqueología en la villa de Javier y sus contornos», 1943. Cerca el pueblo, un



Javier miliario
Encontrado con motivo de las obras del Canal de las Bardenas a unos mil cien metros del pueblo «cerca de la boca de la entrada del túnel». Museo de Javier n.° 2
Miliario cilindrico. Alt. 1'73 m. Diám. 0'42 m.

El P. Escalada, que lo publicó en el B. H. A. Hist. t. 104 (1934) p. 283, supone que perteneció a una calzada Jaca-Pamplona, que seguiría el río Aragón por su margen izquierda. La hipótesis no es improbable y esa vía podría ser el antecedente del camino medieval del Aragón que pasaba al Pirineo por Canfranc.



Los restos de El Castellar han sido descritos por Taracena y Vázquez de Parga (Excavaciones en Navarra, III, p. 1-10).




Leire
Restos de Altar romano encontrado recientemente al derribar el ángulo, que amenazaba ruina del monasterio nuevo. Museo de Comptos.
Alt. 0'60 m. Ancho 0'34 m. Grueso 0'25 m.


Luis Vázquez de Parga, Una nueva inscripción en el Museo de Comptos, en la rev. Príncipe de Viana n.° XXI.



Liédena

La primera noticia sobre la villa romana de dicha localidad la dió Altadill en 1921 (B. C. M. Nav., 1921, página 60-64) y volvió a ocuparse de ella (Vías... p. 517) hablando de hornos cerámicos y de una necrópolis que dió numerosos hallazgos de monedas. Las excavaciones en curso han puesto, hasta ahora, al descubierto más de un centenar de habitaciones, 22 de ellas con mosaicos de labores geométricas y restos de uno figurativo.

En el Museo de Javier hay una tosca cabeza humana de tamaño algo mayor del natural, que fue encontrada en el llano entre la estación y el pueblo.

En el término El Saxo, jurisdicción de Liédena, al E. de la población, frente a Javier; encontrada en 1921. Museo de Javier n.° 4.
Alt. 0'63. Ancho 0'30. Grueso 0'10. Lám. XVII, 2.
Escalada, La arqueología, 1943, p. 99.



Liédena

Fragmento de Inscripción Sepulcral en la «villa» romana de la Foz, formando parte de un muro de cerramiento moderno. Museo de Comptos.


Lumbier.—Parece seguro que esta población deriva su nombre actual del antiguo de los Ilumberitani, mencionados por Plinio, ya que la existencia de vieja población romana en aquel
solar está asegurada por hallazgos de mosaicos y monedas. (Altadill. Vías... p. 515-516). El mosaico se conserva todavía in situ en la clausura del convento de religiosas de Lumbier, pero
no puede verse por haber sido nuevamente cubierto con tierras y edificaciones recientes.



Rocaforte.—Según el P. Escalada, al pié de esta villa se juntaban «dos vías romanas; la que por el Oriente venía de la parte de Jaca, y la del Sur, que atravesaba no lejos de... Sos... la sierra de Peña; y una vez aquí unidas se encaminaban a... Pamplona». Que Rocaforte haya sido población de relativa importancia en el período medieval lo atestigua la noticia de Moret según la cual en 1132 Alfonso el Batallador hizo que sus habitantes bajasen al llano para fundar Sangüesa. En el puente de ésta se conserva todavía una inscripción romana que se dice llevada de Rocaforte (C. I. L., II, n.° 2965). El P. Escalada afirma que «en las casas son aun de ver multitud de columnas y restos arquitectónicos»; en el fogón de la «llamada casa del Pardiés encontró un «ara sepulcral» con dos inscripciones de épocas diferentes (de los siglos I y III ó IV que está en el Museo de Javier desde 1920 (Cf. B. A. H. t. 78 (1921), pág. 457) y en el llano mosaicos y monedas (La Arq. p. 89).

Encontrada por el P. Escalada en la «llamada casa del Pardiés». Museo de Javier.
Ara. Alt. 0'35 m. Ancho 0'14 m.
En dos caras opuestas tiene dos inscripciones de época diferente.

Sangüesa

Altadill (Vías... páginas 518-519) afirma que en «el despoblado de Santa Olalla» próximo a Sangüesa se hallaron muchas monedas romanas; y en el mismo, o en otro inmediato a la ciudad «durante el pasado siglo, se halló un verdadero tesoro formado por más de dos mil monedas romanas del siglo III».

La inscripción a que se alude en Rokaforte, “Que Rocaforte haya sido población de relativa importancia en el período medieval lo atestigua la noticia de Moret según la cual en 1132 Alfonso el Batallador hizo que sus habitantes bajasen al llano para fundar Sangüesa. En el puente de ésta se conserva todavía una inscripción romana que se dice llevada de Rocaforte (C. I. L., II, n.° 2965)”. Puede verse aún en un sillar, en uno de los estribos del puente hacia la salida del mismo, aunque se dió por desaparecida.  

Dimensiones (según Escalada) Alt. 0'57 m. Ancho 0'5 7m.

Corpus n.° 2965. Cf. Escalada, La Arqueología, 1943, página 93. Lectura con suplementos de Mommsen



 Uxue

Aras romanas, en la sacristía de la iglesia.
Ara. Cabeza de toro en relieve, en uno de los costados, (Lakubegi).



Notas
(1) Sobre todo De re geographico-histórica: Vías y vestigios romanos en Navarra. Homenaje a Don Carmelo Echegaray, págs. 465-556.
(2) Un monumento arqueológico del castillo de Javier, B. C. M. Navarra (1927) páginas 599-600. Boletín de la Real Academia de la Historia, t. 94 (1929) p. 190-192. Estela romana hallada en Javier [1930]. La Arqueología en la Villa de Javier (Navarra), en Razón y Fé (1933) págs. 375-380. Otro, con el mismo título, en BRA Historia, t. 104 (1934) págs. 269-186. La Arqueología romana en el castillo de Javier y sus contornos, Razón y Fé (1935) págs. 1-27. La Arqueología en la villa y castillo de Javier y sus contornos. Pamplona, Ed. Leyre, 1943.
(3) La arqueología del suelo de la Navarra romana se nos oculta todavía engran parte. Si algunos hallazgos permiten delimitar con cierta aproximación el perímetro de la Pamplona romana, y en el despoblado de Andión se acusa todavía visible el de Andelos o Ardelón, carecemos de todo indicio fehaciente sobre la verdadera situación de Cara, población que hubo de tener suficiente importancia para que un camino provisto de piedras miliarias contase de ella sus distancias y, lo que es aún más extraño, de Cascantum, a pesar de que en este caso se dan conjuntas las circunstancias de la pervivencia del nombre antiguo en la población actual y
de que su condición de municipio y las acuñaciones de su ceca monetal acusan su antiguo rango.
 (4) La publicación de un mapa y repertorio de hallazgos romanos es una vieja aspiración de la Comisión de Monumentos históricos y artísticos de Navarra, puesto que en la sesión del 6 de abril de 1895 «teniendo en cuenta la deficiencia de las noticias relativas a la dominación de los romaros en Navarra... se acordó trazar un plano de Navarra marcando no solo los puntos donde se han encontrado restos de construcciones señaladas por los historiadores, sino los vestigios de vías, acueductos, hornos, mansiones, sepulturas, lápidas, mosáicos, piedras miliarias y votivas, etc. a fin de poder formar idea aproximada de las comarcas elegidas por los invasores como núcleo de ocupación, y de poder apreciar la importancia de ésta por medio de una representación gráfica». B. C. M. Navarra, I, (1895) p. 74. No sabemos que este acuerdo haya tenido consecuencias ulteriores.
(5) Los reúne y comenta Schulten, Las referencias sobre los vascones hasta el año 800, en la Revista Internacional de Estudios Vascos, t. 18 (1927) págs. 225-240. También deben consultarse los textos reunidos en el tomo IV de las Fontes Hispaniae Antiquae (citadas FHA).
(6) La edición más útil de Estrabón es todavía la de Müller, en la Colección Didot. García Bellido ha publicado una traducción española, parcial, con notas, en edición popular: España y los españoles hace dos rail años según la geografía de Strabon. Colección Austral núm. 515.
(7) La parte referente a España se encuentra en el tomo I de la edición de Müller en la Colección Didot. Sobre la interpretación de los datos, véase Kubitschek (artículo Karten en la Enciclopedia de Pauly-Wyssowa, t. X, (1919) cols. 2065-2085), y del mismo Studien zur Geographie des Ptolemaus. I. Das Netz der Grenzpunkte (Anzeiger de la Academia de Ciencias de Viena. Philosoph-historische Klasse, 71 Jahrg. 1934. Wien und Leipzig, 1935, págs. 75-87). El estadio de Ptolomeo equivaldría, según Kubitschek, a 184'9 m. y por lo tanto el grado de altitud de 500 estadios a 92'45 km. André Berthelot, que ha dedicado varios estudios parciales a la Geografía de Ptolomeo, llega a conclusiones algo diferentes: Ptolomeo habría utilizado como unidad de medida, siguiendo a Marino de Tiro, el estadio egipcio de Erathóstenes, por lo que el grado de latitud valdría para él 78'75 Km. La fracción más pequeña utilizada en sus medidas es 1/12 de grado = 5'. Véanse entre los estudios de Berthelot: L'Asie anciénne ... d'aprés Ptolomée, París, Payot, 1930, p. 109 y sigs.; Les données numériques fondamentales de la geographie antique d'Erathosténe a Ptolémée, en Revue Archeologique, t. 36 (1932-3) p. 25-34; La Germanie d'apres Ptolémée, Revue des études anciennes t. 37 (1935) p. 34-44.
(8) Entre los varios estudios dedicados a las fuentes de Plinio, destacaremos aquí el de Detlefsen: Varro Agrippa und Augustus als Quellen-Schrifteller des Plinius fiir die Geographie Spaniens, en Commentationes... in honorem Theodori Mommseni. Berolini, 1877, págs. 23-34.
(9) Cf. Art. Itinerarien en la Real Encyclopadie de Pauly-Wyssowa, (t. IX, (1916), especialmente col. 2336).
(10) La edición más reciente del Itinerario es la de Otto Cuntz: Itineraria Romana, vol. I, Lipsiae, 1929, que ha venido a sustituir a la clásica de Parthey y Pinder (Berlín, 1848). En España suele verse citada la que acompaña a los «Discursos leído» ante la Real Academia de la Historia en la recepción de don Eduardo Saavedra Madrid, 1862, págs. 61-79, tomada de la citada de Parthey y Pinder, con una selección muy reducida de variantes. En esta edición, limitada a la parte española, los itinerarios parciales llevan numeración del 1 al 34, y de aquí la costumbre, común en los estudios españoles, de referirse a la «vía 18» o al «camino 32» del Itinerario (confundiendo además los conceptos de «ruta» o «itinerario» con el de «vía» o «carretera»). La costumbre internacional (adoptada en las citas del Corpus Inscriptionum Latinarum) es la de referirse a las páginas y líneas de la edición de Wesseling (Vetera Romanorum Itineraria, Amsterdam, 1735), cuya indicación se conserva al margen de las ediciones de Parthey y Pinder y Cuntz antes citadas. No estará de más tampoco poner desde aquí en guardia al lector contra las arbitrarias interpretaciones a que ha sometido el Itinerario el benemérito investigador de las vías romanas de España, don Antonio Blázquez.
(11) Pauly-Wyssowa, t. X, col. 23-29; Cf. col. 2113.
(12) Se utilizará la edición de Schnetz: Itineraria Romana volumen alterum. Ravennatis anonimi Cosmographia et Guidonis Geographica. Lipsiae, 1940. Cf. del mismo Untersuchungen zum Geographen von Ravenna. München, 1919; Funaioli: artículo Ravennas Geographus en la Real Encyclopadie, vol. I (1920). cols. 305-310 y Mommsen: Über die Unteriatalien betreffenden Abschnitte der Ravennatischen Cosmographie (Ges. Schriften, V. 286-319).
(13) George P. Hill, Notes on the Ancient Coinge of Hispania Citerior, New York, 1931, p. 149-162. Cf. también Hübner, Monumenta linguae ibericae, Berolini, 1S93, p. 55.
(14) Recientemente F. Mateu Llopis ha dedicado dos interesantes trabajos a las monedas de la Catedral (Ampurias, t. 6 (1944) págs. 215-237) y al hallazgo de Ablitas (Príncipe de Viana n.° XXI). Entre las 6.678 monedas de la Catedral acusan un predominio las «ibéricas» de jinete con espada y flecha.
(15) Ptolomeo da a la más setentrional de las ciudades interiores de los vascones una latitud de 43° 55' y a la más meridional (Alauona) de 41° 55', dando por tanto al territorio vascón, comprendido entre estas dos ciudades, un eje Norte-Sur de mil estadios (184'90 Kms. según la evaluación de Kubitschek; 157'75 Kms. siguiendo la de Berthelot). La posición más occidental la adjudica a Muscaria (14° 20').
(16) El recorrido de Pamplona al puerto del Pirineo es de 40 millas, o sea 59 kms., en el Itinerario, frente a los 49 que hay por la carretera actual al puerto de Ibañeta.
(17) «Iterum iuxta super scriptam civitatem Gracuse». (Schn. 80, 40), la cual no aparece mencionada anteriormente.
(18) Julio Caro Baroja, Los pueblos del Norte de la Península Ibérica, Madrid, 1943, trata en el capítulo IV de la romanización del Norte de España, habiendo insistido en el mismo asunto en sus Materiales para una historia de la lengua vasca en su relación con la latina. Universidad de Salamanca, 1946, cap. II, 1. El lector hallará provecho en referirse a estas obras, donde -el tema se enfoca desde puntos de vista distintos de los nuestros, que son exclusivamente arqueológicos y topográficos.




ÍNDICES (*)

DIVINIDADES
Iovis (Optimus Maximus 1, 16) 58.
Lacubegis, 59.
Losa, 35.
Loxa, 6.
Mars invictus, 39.
Selatsa, 11, 12, 13.

LOCALIDADES
Andelonensis (adj.), 50.
Calagorris, 9.
Cara, 54.
Civitas Pompelonensis, 7.
Respublica Pompelonensis, 8.
II viri Pompelonenses, 9.
araiensis (adj.), 34.

EMPERADORES
CONSTANT. imp., 44.
HADRIANVS aug., 54.
Marcus Aurelius KARVS, 56.
C. Iulius MAXIMINUS, 15, 62.
C. Iulius Verus MAXIMUS, 15.
ÑERO Claudius, 7.
NERVA, 18, 54.
Flavius VALERIVS SEVERVS, 32.
TIBERIVS Caesar, 52, 53.
TRAIANVS, 18, 54.

PERSONAJES OFICIALES
Bradua consul, 8.
L. Cassius Martialis, 7.
Claudius Quartinus, 9.
Maternus consul, 9.
Q. Decius legatus Augustorum, 62.



NOMBRES DE VARONES
NOMBRES DE MUJERES
[. ] Aemilius Or[. ]unetsis, 40
Acnon (?), 41
L. Aemilius Seranus, 2, 3
Aemilia Paterna, 35
Ambatus Celtus, 38
Ambata, 27
C. Antonius Certus, 51
Antonia Aemiliana, 51
T. Antonius Paternus, 8
Ant(onia) Buturra Viriati filia, 20
Antonius [. ] erto, 51
Calpurnia Urchatetelli, 3
Asclepius Paternus, 13
Cliastelulimo, 33
Astinus, 64
Cornelia [Iucunda], 46
[L.] Caecilius Aestivus, 8
Doitena Ambati Celti filia, 38
Ma(rcus) C. aelius Flavinus, 38
Domitia Marcellina, 51
Ma(rcus) C. aelius Flavus, 38
Domitia Semproniana, 28
Calaetus Equesi filius, 41
Fesina Talaiorum (?) 45 a
Calpurnius Aestivos, 50
Festa, 43, 58, 59
Cantaber, 21
Iovianis, 45
Cornelius Félix, 46
Iunia Ambata Vironi filia, 22
Cornelius Firmianus, 46
Minicia Aunia Segonti filia, 23.
Eguesus, 41
Naruenis, 63
Felici [ ], 47
Octavia Pudentis filia, 60
Firmus, 50
Porcia Ambata (?), 24
Flavus Mag [. ], 5
Rustica, 43
[F]ortunat [us], 36
Se[m]p[ronia Fa]dilla, 10
I. Cermanus, 12
Sempronia Firmi filia Andelonensis. 50
Hastatus, 64
Severa, 31
M. Iunius Paternus Cantabri filius. 21
Str[atonice?], 43
Leucadius, 33
Valeria Corneliana, 45
Quintus Licinius t ] uscus, 34
Vibia Tert[io]la Villan[i] filia. 25
Lucretius Proculus, 6
Vistina, 45
L. Pe [ ] Fortunius, 37

L. Pompeius [L.] filius Aniensis Primianus, 7

Porcius Felixs Kresis, 14

Prectunus, 27

Pudens, 60

Segontus o Segontius, 23

Sempronius Betunus, 11

L. Sempronius Geminus, 1

Sempronius Nepos, 50

P. Sempronius Taurinus Dam(a)nitanus, 8

Serenus, 43, [Se]renus, 63

Severus Flacinius, 27

Severus Paternus, 30

T. Sevius Scriba, 10

Sevius [H]ermeto, 10

Sevius Ianuarius, 10

S[e]xtillus Sil[onis] Antoni, 43

Si[lo] Antonius. 43

Statutus Arquio, 39

Telesinus, 58, 59

Coeli(us?) Tesphoros, 58, 59

Urchatetellus (?), 3

L. Valerius Firmus, 42

T. [V]alerius Paternus, 40

Villanus, 25

Viriatus, 20

Vironus, 22

(*) Los números se refieren a los de las inscripciones respectivas,
los nombres se han restituido a la forma correspondiente de los nominativos latinos.